Así detuvieron al presunto kamikaze de Santa Fe que trató de atropellar a sus vecinos
«Pusimos el morro de nuestro coche delante del suyo. Al vernos, se quedó como en shock«, narra el teniente de la Guardia Civil que participó en el arresto
«Cuando te avisan de que un conductor está intentando atropellar a varias personas, te pones en lo peor», explica Andrés, el teniente de la ... Guardia Civil que participó en la detención de un presunto kamikaze que sembró el pánico en la avenida de América de Santa Fe el 29 de mayo.
Pese a que el ataque guardaba similitudes con los atentados yihadistas, los miembros del instituto armado y de la Policía Local que colaboraron en la operación no llegaron a pensar en esa posibilidad. «No, no, eso no nos lo planteamos, pero estábamos muy alarmados y tardamos un minuto en llegar al lugar de los hechos», rememora el oficial. La noche ya había empezado a caer y el sospechoso seguía circulando de forma errática y temeraria por un descampado aledaño a la avenida de América. Tres personas habían logrado ascender a «pequeñas laderas» para ponerse a salvo, mientras que dos mujeres lloraban y gritaban presas de un ataque de ansiedad. «Fueron las que estuvieron más cerca de ser atropelladas y no podía articular palabra. Solo chillaban», detalla el teniente Andrés.
La patrulla de la Guardia Civil paró al kamikaze sin contemplaciones. «Pusimos el morro de nuestro coche delante del suyo. Al vernos, se quedó como en shock pero no llegó a detenerse. Por fortuna, pudimos sacarlo del vehículo y, después de cachearlo, le colocamos los grilletes».
El altercado comenzó a gestarse por la tarde. Varias ciudadanos avisaron a la Guardia Civil porque un vecino no dejaba de increparlos. En un momento dado, incluso llegó a bajarse los pantalones.
Ocurrió el día 29 del pasado mes de mayo. La jornada se presentaba tranquila en la localidad de Santa Fe. Las elecciones municipales ya habían pasado y el fragor de los análisis de los resultados de los comicios iba perdiendo intensidad. El tiempo era agradable. La paz después de la batalla de las urnas. Nada hacía presagiar lo que estaba a punto de suceder.
El altercado comenzó a gestarse por la tarde. Varias ciudadanos avisaron a la Guardia Civil porque un vecino no dejaba de increparlos. En un momento dado, incluso llegó a bajarse los pantalones. No era la primera vez. Las quejas eran constantes. El inquilino en cuestión había memorizado los nombres de los perros de las personas con las que compartía un bloque de viviendas y, al anochecer, gritaba sus nombres. El consiguiente coro de ladridos era incompatible con el descanso de los afectados. Y así un día tras otro. Hasta que se hartaron y avisaron a las fuerzas de seguridad. Los agentes le llamaron la atención y, aunque pareció quedarse tranquilo, poco después estalló. Cogió su coche y, presuntamente, comenzó a perseguir a cinco de los vecinos que habían protestado por su extravagante conducta. Antes, según los investigadores, había consumido cocaína y cannabis. Mientras él apretaba el acelerador, las víctimas corrían para salvar la vida.
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