El destino del atrincherado de Las Gabias está en mano de los psiquiatras

Fue la decisión que adoptó este pasado sábado el juzgado de Guardia de Santa Fe después de que el investigado fuera conducido hasta allí por la Guardia Civil y se negase a declarar.

Además, el juez dictó una orden de alejamiento que impediría al sospechoso volver a su casa en el supuesto de que quede en libertad tras su paso por el hospital.

También adoptó medidas similares para garantizar que el imputado se mantenga alejado de sus vecinos, que fueron los que denunciaron a IDEAL el calvario que suponía convivir con él.

Poco después de la publicación de esa información, agentes de la Guardia Civil se desplazaron hasta el municipio de Las Gabias para arrestar al alborotador, pero él se encerró en su piso y amenazó con hacerlo explotar con botellas de butano. Eso ocurrió el miércoles por la mañana y los equipos de emergencia tuvieron que desalojar a las personas que residían en los inmuebles colindantes. Comenzaba un cerco que se prolongaría durante ocho tensas horas y que concluyó cuando el sujeto fue finalmente capturado por los efectivos del instituto armado que rodeaban el edificio.

Al individuo en cuestión se le atribuye la presunta comisión de los delitos de amenazas graves y daños, según comunicaron los servicios de prensa del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

Este periódico ha tenido acceso al contenido de las peticiones de protección que presentaron los afectados en el cuartel de la Guardia Civil ante la eventualidad de que el investigado fuese puesto en libertad tras comparecer en el juzgado, algo que finalmente no sucedió y que el juez supeditó a un examen psiquiátrico del vecino de la discordia. En sus escritos, los denunciantes justifican su solicitud de órdenes de alejamiento por «miedo, intimidación, amenazas, lanzamiento de objetos» y «ruidos», un martirio que se habría prolongado durante más de un mes y que tuvo como colofón el episodio del atrincheramiento, que tuvo en vilo a la población de Las Gabias durante horas.

Los vecinos que contactaron con este periódico antes de ese suceso aseguraron que el sospechoso, de 66 años, les había rociado con gas pimienta y los había atemorizado armado con un martillo. También aseguraron que llegó a pinchar las ruedas de todos los vehículos estacionados en las cocheras comunitarias, lo que les obligó a instalar un sistema de cámaras de videovigilancia para captar las andanzas del imputado. Ya entonces, los perjudicados avanzaron la posibilidad de que el hombre sufriera un trastorno mental.