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Sharon Van Rouwendaal besa su medalla de oro.
La sirena de Copacabana
aguas abiertas

La sirena de Copacabana

La holandesa Sharon van Rouwendaal logra la medalla de oro en los 10 kilómetros en aguas abiertas, prueba en la que la española Erika Villaécija sólo pudo ser decimoséptima

Jon Agiriano

Lunes, 15 de agosto 2016, 09:21

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Se había hablado mucho de la prueba de natación en aguas abiertas en los meses anteriores a los Juegos. Y por nada bueno. La contaminación de las aguas de la bahía de Guanabara había alertado a médicos y científicos, hasta el punto de que varios expertos hicieron a los nadadores que iban a competir allí una recomendación desconcertante por imposible: que mantuviesen la boca cerrada para no tragar agua. Al parecer, se habían detectado superbacterias peligrosas y resistentes a los medicamentos. Habrá que esperar, por tanto, a los próximos días para comprobar el estado de salud de las 26 mujeres que participaron ayer en el maratón acuático. Hasta entonces, la noticia es que en la playa de Copacabana apareció una sirena holandesa, de nombre Sharon van Rouwendaal.

La nadadora de Baarn dominó con autoridad una prueba en la que la española Erika Villaécija, séptima en los Juegos de Londres, completó una actuación decepcionante. No estaba entre las favoritas, pero se esperaba de ella bastante más que el decimoséptimo puesto que acabó consiguiendo con un tiempo de 1:59:04, tres minutos más que la vencedora. Eran los cuartos y últimos Juegos de la nadadora barcelonesa, que como se recordará vivió una polémica desagradable con el entorno de Mireia Belmonte -el novio de la campeona olímpica le acusó en un tuit de haberla golpeado- durante el Preolímpico de Setúbal, donde obtuvo la clasificación para Río.

La competición tuvo un comienzo peculiar. A las nueve de la mañana, las nadadoras se situaron en la misma orilla de la playa y tuvieron que zambullirse y nadar 150 metros hasta la línea de la salida, donde les esperaba el barco de los jueces. Ello se debió a que la estructura de la plataforma de salida se hundió el sábado debido a las fuertes mareas. Sin tiempo para repararla, al menos en Brasil, hubo que improvisar. Al final, todo quedó bien, incluso original. Lo cierto es que es difícil que algo quede mal si se celebra en Copacabana, donde el ambiente volvió ser fenomenal.

Los brasileños eran mayoría absoluta animando a sus dos compatriotas, Poliana Okimoto y Ana Marcela Cunha. Ambas tenían opciones de medalla y Brasil está muy necesitada de metales, ya que lleva una cosecha realmente pobre para ser un país organizador con 200 millones de habitantes. Los holandeses, que habían hecho una bonita escultura de arena, también se hacían notar. Tenían muchas esperanzas puestas en Sharon van Rouwendaal, una nadadora que se ha reconstruído a sí misma. Era espaldista y en Londres participó en los 100 y 200 metros con resultados vulgares. Ni siquiera entró en las finales. En un país que ha dado excepcionales sprinters en la natación, decidió entonces nadar contra corriente y se pasó a las distancias largas.

Su éxito fue inmediato. En 2014, ganó el campeonato de Europa en Berlín por delante de la húngara Eva Risztov, oro en Londres tras aquel histórico final, resuelto en apenas centésimas, con la estadounidense Haley Anderson. Por cierto, ambas volvieron a nadar ayer en Río, aunque nunca tuvieron opciones de podio. Anderson quedó quinta y Risztov, que dominó la carrera durante los 2.500 primeros metros, se acabó hundiendo y acabó decimotercera. Eran 10.000 metros en un recorrido de 2,5 kilómetros al que había que dar cuatro vueltas. Comenzaba y terminaba junto al Fuerte de Copacabana, un promontorio situado en la esquina derecha de la playa en el que existe una antigua instalación militar. Antiguamente, servía como defensa de la bahía de Guanabara y alberga el Museo del Ejército. El mar estaba en calma -olas de 20 centímetros, según constaba en los registros-, y Van Rouwendaal lo agradeció. Fue de menos a más. Se puso al frente en la segunda vuelta, al cabo de cuarenta minutos y ya no abandonó el liderato. Por detrás de ella se formó un grupo de perseguidoras con la francesa Aurelie Muller, la italiana Bruni, la brasileña Okimoto y la china Xin Xin.

Esta última fue la primera en descolgarse. La holandesa, que divide sus entrenamientos entre los que realiza con Philippe Lucas en Narbona y con Marcel Wouda en Eindhoven, no tuvo oposición. Los nervios estaban por detrás y le jugaron una mala pasada en la línea de meta a Muller, campeona del mundo en 2015. En la lucha por la plata, se apoyó en la italiana Bruni, hundiéndola un poco, para palmear antes que ella. Fue descalificada y el bronce acabó recayendo en la brasileña Okimoto, que era una mar de lágrimas tras convertirse en la primera nadadora brasileña de la historia en conseguir una medalla olímpica.

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