Cajón de base

CR7, El balón de oro y CH6 (Carlos Herrera)

José Luis Llorente

Miércoles, 21 de enero 2015, 09:39

El lunes pasado concluyó la murga del Balón de Oro 2014 con un colofón tan inesperado y extravagante como apropiado a la deriva que ha ... ido tomando este premio. Pronósticos absurdos, análisis sin fundamento, y declaraciones y actitudes alejadas del ideal del deporte van deslustrando el prestigio de un premio que nunca debió salir del ámbito periodístico en el que surgió. El tarzanesco bramido del ganador solo ha sido un número más del circo en el que el mercadeo está convirtiendo al fútbol y de la ceguera con la que las masas de los aficionados responden al afán lucrativo de las multinacionales. Al cabo de un rato del meritorio suceso, los sesudos intérpretes de este tipo de avatares del mundo del balompié ya estaban volcando su sabiduría acerca del significado del gesto del portugués. Y que ruede la bola.

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Un par de días después, (como si estuviera) harto de tanto oropel que lo aleja de su esencia el fútbol se manifiesta en el Bernabéu. Lo mejor del deporte es que la competición no miente. En un abrir y cerrar de ojos pone a cada uno en su sitio. A la hora de la verdad no cuenta el dinero, ni la mercadotecnia, ni el disparatado mundo que envuelve a los deportes de masas. Solo cuenta el entrenamiento previo, la competitividad, la habilidad y, en los deportes de conjunto, el espíritu y el funcionamiento del equipo. Una nueva lección del Atlético de Madrid para que no olvidemos cuál es la esencia del deporte. Y van No puedo decir que me alegre de una derrota de mi equipo, pero sí de que la fuerza de la realidad desenmascare a tanto vendedor de humo.

El fin de semana se presenta mucho mejor con baloncesto, cómo no. Nunca he estado en una ciudad tan ligada la baloncesto como Melilla donde se jugó el partido inaugural de la Liga LEB, hoy liga Adecco Oro. El Pabellón Javier Imbroda ha acogido con posterioridad tres fases finales de la Copa del Príncipe y el CB Melilla es el único equipo que ha participado en todas las ediciones. Es hora de enmendar mi biografía por lo que decido embarcarme hacia Melilla tras aceptar una amable invitación de Air Europa.

Así que madrugo, y como es habitual desde que tengo uso de razón, me despierto con la radio y sus noticias. A las 6 de la mañana, Carlos Herrera impreca a los camastrones mientras lamenta la llegada del fatídico viernes, ese funesto día que interrumpe la estimulante vida laboral para dar paso a la inútil ociosidad del fin de semana. Hoy les doy los buenos días desde Melilla. ¡Qué elegante está la Avenida Juan Carlos I..!. ¡Qué casualidad!, pienso, mientras ultimo los preparativos del viaje.

Ya en la Ciudad Autónoma, nuestro anfitrión, el ex jugador de la ACB Javier Hierro, también melillense y a la sazón Director General de Deportes, nos recibe con cierto retraso sobre lo previsto por lo que, junto con mi hermano Toñín que me acompaña en el viaje, decidimos picar algo rápido en el Restaurante Miguel Benítez y posponer la visita histórico-turística a la tarde. Casualidades de la vida, un par de taburetes más allá, el comunicador antes mencionado está disfrutando de las raciones suculentas y el ambiente acogedor del local. El encuentro es inevitable. Tras un par de minutos intercambiando las cortesías que recomienda nuestro código de buena conducta, las ganas de hablar, incentivadas por el momento y la situación, nos conducen al baloncesto. Carlos Herrera muestra esa personalidad poliédrica e inesperada, sin complejos, que, por ejemplo en deporte, le permite ser un culé empedernido al tiempo que un seguidor del Real Madrid de baloncesto. El gran Carmelo Cabrera es uno de sus iconos deportivos. En Cataluña no es extraño ser del Barça y del Joventut, como tampoco en Madrid ser futbolero merengón y del Estudiantes, aunque muchos dementes lo escondan. Pero ser del Barcelona y del Madrid tiene tela marinera.

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Para mi sorpresa, el popular presentador recuerda con precisión los equipos catalanes de sus años mozos, aquellos Picadero Damm, Mataró Molforts y Juventud Nerva. Y los históricos Buscató, Juan Martínez, Soler, etc.. Ya adolescente tenía visión reportera. Por cierto, que su apellido es muy baloncestístico en Hispanoamérica. Herrera son Tomás y Ruperto, puntales de la selección cubana medalla de bronce en Munich 72 . Como su homónimo anglosajón, Carl Herrera, el ala-pívot venezolano que fuera mi compañero en el Real Madrid y, posteriormente, campeón de la NBA con los Houston Rockets. No doy puntada sin hilo.

Total, o Totáá, -como diría un andaluz-, que tras un repaso a la historia del baloncesto, la conversación se alarga como la tarde y gira hacia cuestiones sociales, políticas y costumbristas para terminar con el tan popular en los últimos días Yo soy catarí. No arreglamos el mundo porque hay que dejar algún tema para eventuales ocasiones venideras o tal vez porque cerca de las nueve de la noche el partido que venimos a ver está a punto de comenzar.

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A la mañana siguiente de vuelta a nuestra Península, mientras contemplo las cumbres blancas de Sierra Nevada por la ventanilla del avión, pienso que no he cumplido el deseo con el que volé y solo he visto Meilla de refilón. La España africana, las murallas milenarias y los edificios modernistas me siguen esperando. Pero, quién sabe, quizá ha merecido la pena. Al fin y al cabo, Melilla sigue a tiro de piedra, y un culé del Madrid, que además es mi despertador, no me lo voy a encontrar todos los días.

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