Edición

Borrar
Dumoulin, en la llegada en Ávila.
Dumoulin lima segundo a segundo
19ª etapa

Dumoulin lima segundo a segundo

Atacó en el empedrado de Ávila, donde Aru se quedó solo, en un etapa que ganó el francés Gougeard

benito urraburu

Viernes, 11 de septiembre 2015, 01:28

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La Vuelta a España ha entrado, desde la contrarreloj de Burgos, en un desgaste sicológico, que se une al desgaste físico que llevan encima los ciclistas y que no se detendrá hasta que se llegue a Madrid. Puede dar la impresión, en una carrera en la que dominan los puertos, la montaña, que tienen más pedigrí que los sprints o las contrarrelojs, que se han superado dos días cómodos, en el que han triunfado sendas escapadas, una constante que se ha repetido en muchas ocasiones a lo largo de la carrera.

En Ávila, una vez traspasadas las murallas, ganaba un francés de 22 años, Alexis Gougeard (Ag2r), el que más fuerza tuvo en el grupo de veintitrés ciclistas que tentó la suerte. Markel Irizar, que iba entre ese grupo, tuvo la desgracia de pinchar cuando Gougeard ataca. Vencía otro joven valor de un ciclismo que puede permitirse el lujo de pasar ciclistas de 20 ó 21 años al mundo profesional que luego son capaces de ganar con 22 años, algo que en el ciclismo de este país se convierte en un imposible.

Vivimos una de esas etapas que terminan por resultar engañosas. Cuando se cubren cincuenta kilómetros en la primera hora de una etapa, cuando la media horaria final llega a los 43 kilómetros por hora, lo que se está consiguiendo es que la fatiga, que en muchos ciclistas resulta ya crónica, siga aumentando, se acumule, y quede latente en todo el mundo, con el riesgo que eso conlleva de acumulación de esfuerzos y el riesgo de reventar físicamente cuando menos se piensa.

Aru le atacó hasta en cinco ocasiones a Tom Dumoulin en el puerto de La Quesera, en su terreno, el jueves, y esta vez Dumoulin hizo lo mismo, sólo que cambió el lugar de sus movimientos: aprovechó el empedrado que conduce a la meta de Ávila, un kilómetro, para que dos de sus compañeros, Degenkolb, que iba ya un poco tocado, y De Kort, acelerasen el grupo y dejasen descolgado a Fabio Aru, que tuvo la suerte de encontrarse con su compatriota Domenico Pozzovivo, lo que le salvó de perder más tiempo en la llegada.

Se dejó tres segundos el italiano, que no son nada, pero ahora se encuentra a seis de Dumoulin, que aventajó al resto de favoritos en nueve segundos.

Más que el tiempo conseguido, con ser importante, lo más productivo para el líder, sobre todo, es que demostró estar fuerte, o al menos tener la suficiente energía e inteligencia para moverse allí donde tenía posibilidades de conseguir algún rédito a su esfuerzo.

Un final de vértigo

Lo que más llamó la atención es que Astana reventó en esos mil metros y Aru se quedó solo, después de que sus compañeros salieran a los ataques de Valverde, que junto con sus compañeros de Movistar buscó grietas en las estructuras de Tinkoff y del propio Astana en la bajada del puerto de La Paramera hasta la meta.

No las encontró, lo que le hizo porfiar una y otra vez convirtiendo el final de la etapa en un carrusel que aceleró todavía más un grupo en el que cada ciclista iba como podía. A Valverde no le dejaba Tinkoff adquirir diferencias, mientras Dumoulin vigilaba a Aru, que es el principal trabajo que le queda en las dos etapas que le faltan a la Vuelta para llegar a Madrid.

Puede que Valverde y sus compañeros se diesen cuenta de que Purito Rodríguez lleva dos días complicados, muy fatigado, y buscaron meterle en problemas. Salvó el compromiso y se mantuvo en su tercer puesto en la general.

Porque en el resto de situaciones que puedan producirse este sábado en la sierrra de Madrid tendrá que ir improvisando en función de como se maneje Movistar, al que Tinkoff, sobre todo, y Katusha, no van a dejar maniobrar a su gusto para evitar que Quintana o Valverde puedan mejorar sus posiciones en la general.

Giant dejó ver su poderío, controlando otra de esas escapadas kilómetricas en cuanto a tiempo, que suman minutos de ventaja con una facilidad pasmosa. Quien quiera ganar una etapa como esta ya sabe que tiene que meter a un corredor en las escapadas y luego jugar a la ruleta, para ver quien es el más fuerte de los que va en ellas.

Una forma de correr que descarga de trabajo a un líder, sobre todo si se analizan rápido los ciclistas que se meten en esa vorágine. Cuatro puertos de primera categoría, a un día de que termine una prueba de tres semanas, siempre imponen respeto, aunque la mayoría de ellos sean autopistas en las que se puede rodar sin problemas. Como siempre, el problema no será el terreno, sino cómo se encuentren quienes tienen que darle alegría a la etapa, a la general final de la Vuelta.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios