«Nos daba miedo pensar en qué pasaría cuando saliera de la cárcel»
Raquel Orantes explica el alivio que sintió la familia con la condena de José Parejo, un hombre «que no merece» que le llamen padre
Ana Orantes abrió camino y salvó a muchas otras mujeres, pero le hicieron pagar un precio muy alto. Sus familiares, entre ellos su hija Raquel ... Orantes, tomaron la voz que arrebataron a esta granadina y continúan con la lucha contra la violencia de género. José Parejo, exmarido de Ana, la asesinó a sangre fría 13 días después de que ella hiciera visible en telivisión la violencia de género y destapara la realidad que muchas españolas sufrían a puerta cerrada en casa.
Por estos hechos, Parejo fue condenado a 17 años de cárcel y otros 24 meses de destierro. Raquel recuerda a IDEAL lo que supuso la pena y lo que aquel proceso significó para una familia que jamás superará la pérdida de una granadina ejemplar. «A través de los años nos sigue pareciendo que las condenas no tienen la contundencia que deberían de tener, pero aún así para todas las víctimas y los hijos e hijas de mujeres asesinadas, las condenas son muy necesarias. «Son una forma de intentar reparar un daño y devolver todos los valores y toda la vida que alguna vez nos arrebataron. Aunque no compensen para nada la pérdida y la tristeza que genera la muerte de un ser querido», arranca a hablar.
Noticia relacionada
Los ocho desterrados de Granada
«Nosotros una vez que se dictó sentencia y que fue condenado a 17 años nos preocupaba su salida. Una vez cumplido el tercio de la condena tenía derecho a fines de semana y solamente tenía que ir a dormir a la cárcel. La pena accesoria de destierro era útil», explica. «Sentíamos miedo, terror y pavor hacia él. No nos había amenazado directamente, pero sí nos dijo algo en el juicio que nos perturbó», apunta.
Los hijos de Ana Orantes apoyaron a su madre en una época donde la violencia de género estaba normalizada y no tenía tanta condena social como ahora. «Como padre nunca ejerció. Todos sabemos los valores y el cariño y el respeto que deben unir a una familia. Cualquier cosa la teníamos que pensar y meditar para no generar más problemas, más discusiones, más peleas. Le tenía unos celos a mi madre tremendos. Así que imagínate la relación basada en el miedo», lamenta. «Te lo diré yo y te lo dirá cualquiera de mis hermanos. Nunca se supera una pérdida así. Enfocas tu vida, pues en mi caso, por ejemplo, a mantener vivo su recuerdo, su legado, porque precisamente una de las cosas que quería su y nuestro maltratador era anularla, que dejara de existir y que no se la recordara. Y la hizo eterna», sentencia.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión