La Vega es una fiesta

Tras dos años bajo techo y su salida al aire libre en 2015 en Fuente Vaqueros, el año pasado el festival dio un salto de gigante yéndose con su caravana reivindicativa al recinto de la Feria de Muestras de Armilla. Esta quinta edición se ha mantenido sin techo aprovechando esta hermosa primavera que nos acompaña y ha recuperado la gratuidad.

Citando a Eduardo Galeano («somos lo que hacemos, para cambiar lo que somos»), los organizadores invitaron a varios miles de personas, de todas las edades y condiciones durante todo el día de ayer, pues si bien las actuaciones principales fueron por la noche durante todo el día hubo diversos actos, literarios y poéticos por la mañana. Y ya por la tarde también se ocupó el llamado 'Escenario cultural' con diversos autores, teatro, magia, etcétera «Una idea a desarrollar más en próximos años», como asegura Fran Pérez coordinador del 'off- Festival de la Vega. Como es tradicional, en las proximidades se montó la caravana divulgativa y reivindicativa que acompaña al festival todos los años, una muy completa feria 'vegana' de muestras donde contemplar (y hasta descubrir) lo que nace aquí al lado y que tantas veces en el vértigo del día a día ni sabemos que existe.

La oferta de posibilidades para el sábado fue completa, familiar y con toda suerte de iniciativas para niños y más mayores. Así mientras los niños se daban un paseo subidos en los asnos de la asociación ('Salvemos el Asno') que los proteje, los padres podían recorrer los 30 expositores instalados con todo tipo de productos de la tierra, todo un lateral de la Red Ecológica de Granada. No faltaban las propuestas de adhesión, la firma en amarillo para demandar al trazado subterráneo del AVE, o la oportunidad de conocer la historia del olivo Lucio, que llegó a vivir casi medio siglo. De los productos de próximidad expuestos, tres cestos muy colmados terminarían anoche en manos del público, así como una bicicleta eléctrica, premios de la organización en el sorteo que hicieron entre los asistentes.

Anunciados estaban a primera hora para abril el concierto el grupo de rock & blues Sed de Camello, pero su buen hacer quiso que se clasificaran para la final del concurso del Festival de blues de Cazorla, por lo que les resultó imposible estar en la serrana localidad jienense y en el paseo del Violón simultáneamente (paseo donde, por cierto se hicieron muchos festivales en las ferias del Corpus de los años ochenta). Y como premio en mano para los asistentes, todo un dos por uno, fueron sustituidos por los flamenquitos de Parque el Mechero y el grupo Elecsys, formado por alumnos del I.E.S. Ilíberis, y que ya habían estado (con Vita Insomne) en la edición juvenil del 'Viva la Vega' que se celebró en el Medina Elvira de Atarfe. Con más variedad este cartel podría ser perfectamente intercambiable con el de cualquier noche de los festivales del Zaidín.

Abajo las penas

Tras unos emocionadísimos Elecsys, el portavoz de la Plataforma Salvemos la Vega, Javier Alonso hizo las presentaciones del festival, acompañado por Antonio 'el Pitres', «un auténtico Asterix de la vega», de 83 años. Según relató, la Vega ha perdido el 40% de su superficie en 40 años, exigiendo desde la plataforma una ley de protección que frene el 'vegacidio'. En ello están desde hace ya dos décadas, y han tenido mucha más visibilidad desde que pasó a la acción con este festival, que anoche rondó los 10.000 espectadores.

Ausentes de Granada hace tiempo, los pucelanos Celtas Cortos mantienen una forma envidiable e inalterable su capacidad de contagio desde el escenario. En 'formato festival' no hay sitio para experimentos, y fueron a lo compacto, desde su arranque con el 'Drunken Sailor' (que hacían ya Nuestro Pequeño Mundo). Son notables multiinstrumentistas lo que les permite cambiar de timbres y sobre una recia base de (hasta hard) rock se aplican a todo tipo de velocidades, animadas visualmente con sus coreografías. Y puestos a entrar a matar: 'Haz turismo', 'No nos podrán parar', 'Skaparate nacional', '20 de abril', o la emotivísima 'La senda del tiempo' (para terminar) continúan siendo infalibles.

Durante toda la tarde Juanma Montilla 'El Langui' circulaba por la trastienda en su scooter esperando el momento de subir al escenario, pero antes que el lo hicieron con un desparpajo superlativo, Black Star & Techopi, que en diez minutos acuñaron el lema de la noche: «Arriba el volumen y abajo las penas».

Pasadas las once de la noche, al frente de un auténtico orquestón de una docena de personas, El Langui comenzó su actuación con su bastón patriarcal en mano; «pasito a pasito», como decía su primera pieza, armada sobre un robusto sonido de r&blues que ni los Blues Brothers. Sin duda El Langui es más persona que personaje, y como tal se nota el afecto que se le profesa, por su accesibilidad y claridad, así como su denuncia de todo tipo barreras, sociales, ideológicas, arquitectónicas... y últimamente visibilizando el acoso escolar. Un cierre cinco estrellas para el festival de la Vega que 'amenaza' con 'Tomar la calle'.