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El escritor coreano Hwang Sok-yong.
Hwang Sok-yong, la conciencia crítica del milagro coreano

Hwang Sok-yong, la conciencia crítica del milagro coreano

«Las dos Coreas estarán en paz en diez años, pero la unificación tardará más», dice el escritor surcoreano

Miguel Lorenci

Sábado, 30 de mayo 2015, 08:13

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Premios Nobel de Literatura como Kenzaburo Oé o Jean-Marie Gustave Le Clézio elogian con entusiasmo la literatura de Hwang Sok-yong (1943). El escritor surcoreano, conciencia crítica del su país y uno de los autores más reconocidos del extremo oriente, suelta un risueño «sin comentarios» cuando se le pregunta si le gustaría ganar el Nobel. Y es que en las cábalas de la academia sueca se maneja el nombre de este afable, reflexivo y gesticulante novelista de voz profunda que pagó con la cárcel y el exilio su temprana apuesta por el acercamiento entre las dos Coreas.

Inspirador del 'Gangnam style'

  • En su novela 'El sueño de Gangnam', ese barrio pijo de Seúl que se hizo famoso en todo el mundo gracias al pegadizo 'Gangnam style' del cantante Psy, Hwang Sok-yong daba cuenta de su desencanto y de los peores efectos del capitalismo salvaje. No le molesta que esa canción sea hoy el único referente cultural sobre Corea para millones de personas en todo el mundo. «Es irónica y Psy cuenta lo que hay, de cómo actúa el capitalismo puro en un barrio pobre que es hoy de ricos de última hora, horteras y sin glamour», dice el escritor.

  • Él noveló el caso real de unos grandes almacenes de Gangnam cuyo edificio se derrumbó por la mala calidad de su construcción arrasando un puñado de vidas. «Mi tratamiento también fue satírico, así que no sería raro que Psy se inspirara en mi novela».

Muy crítico con el milagro económico coreano, publica en español 'Bari, la princesa abandonada' (Alianza), novela en la que habla sobre la inmigración y sus tragedias mezclando milenarias leyendas coreanas con su desencantada y nada condescendiente visión de la realidad y la sociedad de su país.

Estaba exiliado en Berlín cuando el muro cayó en 1989, pero cree Hwang Sok-yong que aún tardará lo suyo en caer el muro político, militar e ideológico que separa a Seúl de Pyongyang, aún hoy bajo armisticio, «o sea, en estado de guerra». «La paz llegará dentro de diez años pero hablar de unificación es otra cosa. Se logrará mediante convivencia y no por imposición, y aún tardará», vaticina Hwang Sok-yong sobre el cierre de esa honda cicatriz geopolítica abierta desde 1953.

Hijo de inmigrantes norcoreanos, nació en Manchuria hace 72 años. Fue obrero y soldado antes de pasar por la universidad y convertirse en activista social y disidente político. Entró clandestinamente a Corea del Norte en 1989 y pagó su osadía con cinco años de cárcel y con el exilo. Ahora sigue defendiendo con ardor su apuesta por el acercamiento y el establecimiento de relaciones entre las dos Coreas. «Es Seúl quien tiene que dar el paso decisivo y pilotar el cambio. Es el país más desarrollado política y económicamente y el que ha logrado democratizarse», asegura el escritor, que dice «no ser ni del Norte ni del Sur», lo que «junto a mi mentalidad abierta, me hace tener muchos enemigos en ambos lados».

Frente a la izquierda coreana que critica la ferocidad de la dictadura de Kim Jong-Un, él apoya muy activamente a algunas asociaciones que promueven el contacto entre los coreanos del Sur y del Norte. «Ni ignoro ni apruebo las atrocidades el Norte contra los derechos humanos, pero no puede limitarse a aullar con el resto de la manada. Hay que tratar de entender también desde dentro», dice.

Cervantes y Lorca

Hwang es en Corea toda una celebridad, en especial para los jóvenes. 'Bari, la princesa abandonada', que va camino del millón de ejemplares vendidos en Corea del Sur, es la segunda novela que publica en español este temprano admirador de Cervantes y García Lorca, de quien adaptó para la pantalla y a la realidad coreana 'Bodas de Sangre'.

«La literatura española me abrió a la latinoamericana y al realismo mágico del que algo hay -reconoce- en esta novela». Recrea la leyenda de la séptima hija de un rey que, a pesar de haber sido repudiada al nacer por no ser varón, recorrerá medio mundo para salvar a su padre enfermo. Una huida de la hambruna y de las arbitrariedades de la dictadura comunista tan terrible como el que realizan los miles inmigrantes que se dejan la vida en el Mediterráneo, en el mar de Andamán o en los desiertos de África y Asia en pos de una vida mejor.

«La inmigración es el origen de muchas naciones, como las americanas, pero la emigración política y económica es un tragedia universal, una de las lacras del capitalismo en el siglo XXI, y esta novela muestra ese infierno de los inmigrantes y la penuria del exilo y la intolerancia». «Ni Europa, ni Estados Unidos ni ningún gobierno asiático lo está haciendo bien con la inmigración», lamenta recordado que en su país «hay 20 millones de inmigrantes». «Debería haber un organismo supranacional que regulara estos flujos que son y serán imparables y protegiera a los inmigrantes», asegura.

Forzado a combatir junto al ejército estadounidense en Vietnam, asegura Hwang Sok-yong que aquella guerra, como la cárcel y el exilio después, «han modelado mi manera de escribir». «Mi compromiso se forjó en la guerra. Antes era más individualista y me preocupaba la belleza. En Vietnam me pregunté por la situación de mi país en el mundo y me hice activista interesado en la vida real».

Comenzó a escribir a finales de los sesenta, cuando Corea del Sur estaba bajo la férrea dictadura del general Park Chung-hee. Hoy se expresa con libertad, pero es más que crítico con el milagro económico coreano que ha hecho del dragón asiático la decimotercera potencia mundial en apenas 30 años. «Ha tenido un enorme coste social, con jóvenes que se suicidan -más de 40 al día-, cada vez con menos oportunidades, que no pueden emanciparse ni enamorarse, casarse, tener hijos, un trabajo digno o adquirir una casa». «Corea ha hecho en tres décadas algo que a Europa le costó 300 años y a Japón 100 y el coste social laboral es muy alto y síntoma de la enfermedad del crecimiento sin freno es la desigualdad creciente tras la crisis y la desaparición de la clase media».

«Cuando se avanza muy rápido se van dejado agujeros que se tapan con prisa o no se tapan; luego hay que volver atrás, ver que se ha quedado en esos hoyos y aprender de ahí. En Corea es hora de mirar atrás y ver que nos hemos dejado en esos miles de hoyos», concluye.

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