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Juan Ramón Olmos
Domingo, 16 de noviembre 2014, 01:20
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Aunque sea doctor en Letras, probablemente Juan Eslava Galán habría sido también un estupendo profesor de Historia. Porque en esta materia importan los hechos que han ocurrido, faltaría más, pero, sobre todo, es fundamental el relato que los une. Y, en eso, en hilar acontecimientos y encontrar el sentido (o, en este caso, el sinsentido) debajo de ellos, Eslava es un maestro.
'La Primera Guerra Mundial contada para escépticos', nueva entrega de esa especie de 'saga escéptica' que el escritor jienense lleva completando desde hace unos años (y que ya incluye la historia de España y la del mundo), es el relato de una ambición. En concreto, el de una serie de gobernantes por mostrarse como los más poderosos del planeta y utilizar para ello a las poblaciones sobre las que mandaban, masas que un principio incluso se mostraron entusiastas con la idea de entrar en combate. El descorazonador desarrollo de la contienda, larga cuando todos preveían un conflicto de corta extensión, y su sangriento balance (diez millones de muertos) irían cambiando esa percepción.
A lo largo de su libro, Eslava Galán se centra en varias ocasiones en los momentos más esperpénticos que se vivieron en aquellos años. Pocos tan increíbles como el del mismo atentado que dio origen al conflicto, el atentado contra el heredero del Imperio Austrohúngaro. En él erraron los tres primeros terroristas preparados para acabar con la vida de Francisco Fernando (de hecho, uno de ellos fracasó hasta en su intento de suicidio). Al rato, cuando el archiduque se disponía a visitar a los heridos que habían sufrido el atentado fallido, el chófer de su vehículo se equivocó de dirección y uno de los terroristas se encontró por casualidad con él. Los disparos que lanzó el joven Gavrilo Princip acabaron con las vidas de Francisco Fernando y su mujer.
ficha
Juan Eslava Galán
Editorial Planeta
384 páginas
21 ¤
Ese hecho, que por sí mismo no tendría que haber desencadenado una guerra, fue la excusa que abrió el conflicto y que durante los siguientes meses y años arrastró hasta a más de cincuenta naciones. Como el mismo autor cuenta, durante la Paz Armada (entre 1871 y 1914) los países habían fabricado tanto armamento que necesitaban darle una salida. Todos pensaban que ganarían sin demasiados apuros y que la batalla no duraría mucho. Todos se equivocaron.
Desde España, muchos asistieron al conflicto como el que observa un partido de tenis. Apostaron por alguno de los bandos y muchos industriales se enriquecieron con ella. Eslava Galán cuenta también, durante su libro, la perspectiva de los clientes de la taberna El Gorrión, que apostaron un jamón en torno a cuándo sería el fin de la contienda. Al final, esta se alargó tanto que el jamón acabó indultado y aún hoy se venera en una vitrina de este bar. Una de las múltiples anécdotas que para muchos son desconocidas y que configuran un libro francamente entretenido.
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