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Jessica Mitford, de niña
Divertidas y decadentes

Divertidas y decadentes

Jessica Mitford, la oveja negra de una familia aristocrática, cuenta las andanzas de sus hermanas

Antonio Paniagua

Domingo, 13 de julio 2014, 00:54

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Eran bellas, excéntricas y apasionadas. Las hermanas Mitford, algunas de ellas especialmente dotadas para las letras, escandalizaron y entretuvieron por igual a la sociedad británica. Al leer las memorias de Jessica Mitford, que acaba de publicar Libros del Asteroide, se comprende por qué las páginas de sociedad de la prensa 'british' se volvían locas con las extravagantes andanzas de estas chicas de la aristocracia.

En el clan había de todo: una escritora brillante, otra que contaba con Josef Goebbels como padrino de boda, la que intentó suicidarse por amor al Führer y la que proyectó un tiranicidio contra Hitler. Producto estrafalario de la sociedad inglesa de entreguerras, las Mitford tuvieron una educación exquisita, si por ello se entiende recibir clases de equitación, piano y francés sin pisar la escuela. La autora de 'Nobles y plebeyas', Jessica Mitford, se fugó a los 19 años con Esmond, sobrino de Churchill y hombre que luchó en la Guerra Civil con las Brigadas Internacionales. Todavía conmovido y perplejo por la osadía de la oveja negra de las Mitford -aunque mejor sería decir roja por sus convicciones comunistas- el ministro de Exteriores del Reino Unido, Anthony Eden, envió un destructor de la Armada al puerto de Bilbao para traer de vuelta a los enamorados. ¿Exageración? No, es que ellas eran así.

A primera vista pueden parecer unas niñas consentidas, pero cuando se profundiza un poco las Mitford resultan divertidas. Al cabeza de familia, David Bertram Ogilvy Freeman-Mitford, segundo barón de Redesdale, lo describió sin medias tintas Evelyn Waugh en 'Retorno a Brideshead'. Waugh retrata al aristócrata como «un magnífico sibarita, byroniano, aburrido, de una indolencia contagiosa». Su esposa, Sydney Bowles, soportaba a su tiránico marido con paciencia y buen humor. Los dos encarnaron la flor y nata de una nobleza que caminaba de manera inexorable hacia su decadencia.

Las seis chicas Mitford, arrebatadoras por su buena planta y sus chanzas mordaces, aunque contumaces al elegir sus amistades, eran deliciosamente frívolas. Jessica Mitford entregó a la imprenta sus memorias de infancia y juventud en 1960, cuando se había forjado una reputación en Estados Unidos como activista de los derechos civiles. Esta mujer se rebeló contra su destino y cosechó un notable éxito con su libro, devorado a una y otra orilla del Atlántico. 'Nobles y rebeldes' fue leído como una comedia social escrita por una mujer de divino ingenio, pero en sus páginas se describe de forma atinada la resistencia de Churchill al fascismo y el desabrido clasismo de una sociedad como la británica.

Las niñas cuajaron un temperamento asilvestrado por las pintorescas costumbres de sus padres. La madre encargaba al veterinario que echara un vistazo a la salud de las criaturas, mientras que el padre, siempre embarcado en negocios ruinosos, se hacía acompañar en su incontables cacerías de toda su progenie. Las hermanas pertenecían a una familia poco convencional. Nancy Mitford descolló pronto por su talento literario y por su despiste sentimental: se enamoró perdidamente de un homosexual y contrajo nupcias con un alcohólico. Llevó durante años una existencia misérrima, aunque nunca perdió la elegancia. Con todo, logró dejar atrás la pobreza cuando conoció al jefe de gabinete del general De Gaulle, Gastón Palewsk, que aparece en sus escritos como un libertino irredento. Es autora de excelentes novelas como 'Trifulca a la vista' o 'A la caza del amor'.

Jessica no le fue a la zaga y se convirtió en una destacada periodista que publicó un memorable reportaje sobre la industria funeraria.

Diana fue la primera de las hermanas en dar prueba de su independencia insobornable. De una belleza cautivadora, abandonó a su marido, el escritor Bryan Walter Guinness -heredero de los celebérrimos Guinness- para unir su destino al del líder de la Unión Británica de Fascistas, Oswald Mosley. Hitler, uno de los invitados a la boda, regaló a la pareja un retrato suyo enmarcado en plata con el águila imperial prusiana.

El Führer siempre tuvo debilidad por las Mitford. De hecho desalojó a una familia judía para brindar casa a Unity 'Boud' Mitford, también llamada Valkiria. Era tan impetuosa que se marchó a Berlín por amor a Hitler. Pese a sus veleidades nazis, Unity tenía la valentía de discutir de política con el gerifalte del Tercer Reich.

Pamela Mitford también se alineó con el fascismo al casarse con el rico heredero Derek Jackson, un científico al que le movían dos pasiones: la espectroscopia y la bisexualidad. Deborah 'Debo' Mitford aún vive y se dedica a publicar libros de jardinería. En medio de tanta mujer, Thomas tuvo el mérito de ser el único varón. Sólo él cursó estudios universitarios. Murió en Birmania, cuando encabezaba el primer batallón del regimiento de Devonshire contra los japoneses.

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