"Tras la Guerra Civil, las mujeres retrocedieron 40 años"
La novelista madrileña Paloma Sánchez-Garnica presenta en Granada su último libro, 'La sonata del silencio', una historia de pasión y traición ambientada en la postguerra española
Inés Gallastegui
Viernes, 16 de mayo 2014, 11:15
La novelista Paloma Sánchez-Garnica (Madrid, 1962) presenta este sábado en la Sala Zaida de Puerta Real, acompañada por el director de IDEAL, Eduardo Peralta, ... su último libro, 'La sonata del silencio' (Planeta), una historia de amor y traición ambientada en los años cuarenta. Licenciada en Derecho e Historia, Sánchez-Garnica se lanzó a la escritura con 'El gran arcano' (2006). Su tercera novela, 'El alma de las piedras' (2010) tuvo un gran éxito que se confirmó con 'Las tres heridas' (2012).
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-'La sonata del silencio' es una historia de pasión ambientada en la postguerra española. ¿Cómo describiría a sus protagonistas?
-El eje principal de la novela es la amistad entre dos hombres, Antonio Montejano y Rafael Figueroa. A lo largo de la historia hay un conflicto entre la recíproca lealtad y la mutua traición que arrastra a sus familias. Marta Ribas nace en una familia de clase alta, es cosmopolita e inteligente y sueña con dar conciertos de piano por todo el mundo, pero a los 17 años renuncia a ese sueño para casarse enamorada con Antonio Montejano. Durante los primeros años vive relativamente feliz con su hija y su marido, pero la Guerra Civil les destruye la vida. Cuando empiezan a levantar cabeza, se ven arrojados a la miseria por una lealtad mal entendida del marido hacia su amigo Rafael. Marta quiere huir, pero no puede, no solo por la dependencia económica, emocional y legal de su marido, sino también por la presión social de la vecindad, el qué dirán, las murmuraciones...
-En sus páginas la violencia machista aparece como algo natural...
-Hay que ponerse en la situación de esa época: tras la Guerra Civil hubo en España un retroceso de la sociedad en general y de la mujer en particular a la situación de finales del siglo XIX. Todos los logros que hubo en los años veinte y que se hicieron efectivos en la Constitución de 1931 quedaron fulminados cuando Franco ganó la guerra. La mujer soltera dependía del padre y, aunque la mayoría de edad era a los 21 años, no podía emanciparse hasta los 25. La mujer casada pasaba a depender de su marido y requería su autorización para cualquier cosa, excepto la economía doméstica: para abrir una cuenta, para aceptar una herencia, para ser contratada, e incluso entonces el sueldo se le pagaba al marido. Se estableció de nuevo el adulterio como delito, más grave para la mujer, y se recogió el crimen pasional, por el que a un hombre que matase a su mujer y al amante en flagrante delito de adulterio no le pasaba nada. En los delitos contra la libertad sexual, la víctima no era la mujer; lo que se protegía era el honor del hombre. Dentro del matrimonio no existía la violación ni los malos tratos. Y la sociedad lo aceptaba así.
-¿Es una novela feminista?
-No. Yo en esto me sumo a Clara Campoamor, que defendía que las mujeres pudieran desarrollarse como personas pero a la que no le gustaba el término feminista. Considerar inferiores a las mujeres supone anular a la mitad de la sociedad, y eso perjudica a esa mitad, evidentemente, pero también a la otra, a los hombres. Se perdió mucha inteligencia, muchas ideas, mucha pasión, al someter a mujeres muy válidas a aquella vida anodina, en la casa, condicionada por el qué dirán, por la Iglesia...
-¿Cómo se ha documentado?
-Leyendo mucho. He leído y releído libros de la época, como 'La colmena', de Camilo José Cela, 'Entre visillos', de Carmen Martín Gaite, 'Historia de una escalera', de Buero Vallejo. 'La sonata del silencio' es la historia de un edificio donde cada vecino tiene sus pasiones y envidias.
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-¿Se trata de una novela histórica?
-No. Esta es una novela de narrativa social, ambientada en una época, pero su fondo es la esencia del ser humano a lo largo de la historia: todos queremos nuestro lugar en el mundo, nuestra cuota de felicidad, amar y ser amados. Y a lo largo de la historia al ser humano se le ha abatido con los mismos odios, fracasos, frustraciones, envidias... Muchos lectores me dicen que aún hay coletazos de algunas de las actitudes, las desigualdades y las injusticias de aquella época.
Escribir como mujer
-Las emociones son importantes en la novela. ¿Cree que el sexo del autor influye en su manera de abordar los sentimientos, en el estilo o en el enfoque de la historia?
-Yo escribo como una mujer porque soy una mujer. Creo en la igualdad ante la ley, pero defiendo la distinción como mujer y como persona. Cuando Javier Marías escribió 'Los enamoramientos', decía que los hombres tienen más facilidad para ponerse en el papel de una mujer porque, por tradición, desde el principio de su vida tienen más contacto con mujeres: la madre, la tata, la cocinera... mientras que nosotras hemos tenido menos contacto con ese mundo de hombres. Eso está cambiando. Yo, aunque escribo y siento como mujer, desde pequeña he estado más rodeada de hombres que de mujeres.
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-La música está muy presente en la novela. ¿Por qué?
-La música se convierte en un personaje más que se desliza por la historia. Aunque no entiendo de música, a mí me ayuda a concentrarme para escribir. Y es un homenaje a los creadores y a los intérpretes.
Un círculo que se cierra
-Como escritora, ¿qué le aporta el contacto con los lectores que se produce en las ferias del libro?
-Es emocionante. Es la manera en la que se hace efectivo el círculo mágico de la literatura, que empieza cuando yo inicio la creación de la novela y se cierra cuando cada lector termina el libro y piensa que ha merecido la pena. El que una persona se acerque con el libro, leído o por leer, me produce gratitud. Supone dar valor a un trabajo al que es muy difícil darle valor: el libro se echa a la calle y no sabes si has acertado o no.
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-Es licenciada en Derecho y en Historia. ¿Cómo empezó a escribir?
-Nunca había pensado en escribir. Desde muy joven tuve la inquietud de buscar mi lugar en el mundo y he dado bandazos: hice Derecho, preparé una oposición a registros, terminé la carrera de Geografía e Historia, ejercí la abogacía unos años... En 2003, a raíz de una conversación entre amigos, me puse a escribir una novela, se publicó y encontré mi lugar en el mundo. Escribiendo, rodeada de literatura, es como me siento feliz.
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