Juan Alfonso García y Los Orozco
El Festival rinde este fin de semana homenaje al que fuera organista de la Catedral, recientemente fallecido
MANUEL E. OROZCO REDONDO
Viernes, 10 de julio 2015, 01:56
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MANUEL E. OROZCO REDONDO
Viernes, 10 de julio 2015, 01:56
Los hermanos Orozco Díaz, 'el divino y el humano', en palabras de Dámaso Alonso, han sido dos grandes escuchadores y apasionados de música clásica. Recuerdo a mi tío Emilio, en su despacho, trabajando, mientras la música envolvía toda la casa, al tiempo que conformaba sus magníficos estudios sobre el Barroco. Lo mismo que su hermano, más pequeño, pero imitador, siempre, de su adorado hermano mayor. La música ha llenado siempre las casas de estos dos hermanos. Mi padre, desde esta pasión por la música, se adentró en la vida de Manuel de Falla y Ángel Barrios y, desde estos compositores granadinos, se encontró con Juan Alfonso García, Ruiz Aznar, Segismundo Romero, Ernesto Halffter, Andrés Segovia, Regino Sainz de la Maza, Ángel Barrios, José García Román y otros personajes granadinos que tanto han hecho por esta ciudad. No fue poco tan poco lo que los dos hermanos hicieron por la música en Granada, por los Festivales de Música y la cultura de esta ciudad. Todos estos personajes concretaron la recuperación de la Casa Museo de Manuel de Falla y el Auditorio bajo la inspiración y dirección de Manuel Sola y Manuel Orozco. Fue este interés por la música la que unió a Juan Alfonso García y a los Orozcos. Juan Alfonso, organista de la Catedral, fue el gran motivador para acudir a las misas de la Catedral de los domingos, a las que mis padres nos llevaban para oír aquella música sacra que el amigo de mis padres nos ofrecía. Juan Alfonso, con su órgano, nos hacía sentirnos en un mundo distinto del ajetreo diario, pues invitaba al recogimiento ante tanta belleza musical y artística en el maravilloso espacio de la Catedral granadina. Juan Alfonso, terminada la misa, nos saludaba y, durante un rato hablaban de sus proyectos y conversaciones sobre las intenciones de mi padre a la hora de enfrentarse con el compositor Manuel de Falla, ya que preparaba su libro 'Biografía ilustrada' del gran músico y Juan Alfonso era uno de sus consejeros musicales. Los Orozcos se quedan prendados de la música de este organista, sobre todo mi tío Emilio, pues a su amor a la música lo une, al compositor y organista, su sentido religioso, espiritual y, hasta místico, de estos dos amigos de profunda fe y comunicación con la poesía de San Juan de la Cruz. Juan Alfonso se va a convertir en el gran músico granadino de la música litúrgica, que, con su obra 'Paraíso cerrado', se acerca a este estado poético-religioso que D. Emilio, en sus clases, recitaba y se emocionaba, como le emocionaba la música de Juan Alfonso, llena de emotividad, sentimiento y religiosidad. Mi padre, médico, sabiendo la profunda fe de su hermano y ante un infarto, que lo llevará a la muerte, busca desesperadamente a Juan Alfonso, pues su hermano quiere confesarse. Va, como un loco, a buscar a Juan Alfonso García. Me contaba mi padre, pero también lo contó Juan Alfonso, en la presentación de un libro de mí tío Emilio -en el patio del Ayuntamiento- que mi padre entró en la Catedral en donde estaba Juan Alfonso tocando el órgano y, a voces, le pedía al músico, amigo y confesor, que acudiera a ver a su hermano que lo quería ver pues estaba muy grave. En el hospital se sacudieron los miedos, las soledades y se introdujeron en las esperanzas de encontrar el Todo, la Nada.
Cuenta mi padre y Juan Alfonso, que mi tío, casi, murió recitando aquel hermoso verso de San Juan de la Cruz en el que el poeta, como D. Emilio, le pide a Dios, su presencia y figura. Así, con estos versos, Juan Alfonso y mi padre, se despidieron de su amigo y de su hermano: «Descubre tu presencia y máteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia de amor, que no se cura sino con la presencia y la figura». Pero la amistad y el cariño de Juan Alfonso García hacia D. Emilio se pone de manifiesto al dedicarle su 'Nisi granum frumenti y venite ad me' de intensa emoción expresiva y que me conmovió al oírlo en la Capilla Real.
A principios de año, enterado de su enfermedad, me apresuré a escribirle una carta de agradecimiento por esta emotiva música y el cariño que demostró a estos dos hermanos. Desde estas palabras mi cariño y admiración.
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