Una puerta al siglo XXI
El Atrio de la Alhambra proyectado por Álvaro Siza y Juan Domingo Santos se integra en el paisaje gracias al estilo, los materiales, los colores, la vegetación y el agua
Inés Gallastegui
Lunes, 16 de febrero 2015, 01:53
No es «arquitectura nórdica». No es «un secarral». Y, desde luego, no es un «gran centro comercial» ni un área de servicio de carretera, como hemos oído estos últimos días. El proyecto para el nuevo acceso a la Alhambra, que firman Álvaro Siza, uno de los mejores arquitectos vivos del mundo, y Juan Domingo Santos, un granadino que ha expuesto en el MoMA de Nueva York, no es nada de eso. Es, defienden sus autores y promotores, un proyecto honesto, muy trabajado y meditado, que trata de dar respuesta a los problemas del monumento ante el siglo XXI; con toda humildad y respeto ante la belleza de sus palacios y jardines, pero con la conciencia, también, de que la Alhambra no es una creación ideal anclada en el medievo, sino un paisaje vivido, interpretado y, por supuesto, modificado a lo largo de la historia. Quien lo dude solo tiene que mirar el Palacio de Carlos V, construido para simbolizar «un nuevo poder, una nueva religión, una nueva cultura», recuerda Santos.
Con un presupuesto de 45 millones de euros, las obras del futuro Atrio de la Alhambra deberían comenzar en 2016 y concluir en un plazo de 5 años. El nuevo pabellón de acceso viene a sustituir al que se construyó en 1996, que con el paso de los años se ha mostrado insuficiente para satisfacer las necesidades del monumento más atractivo de España, con casi 2,5 millones de visitantes anuales y picos diarios de hasta 8.000 personas.
Lo primero que los defensores del proyecto quieren dejar claro es que este nace para resolver problemas, no para demostrar nada desde el punto de vista estético. La directora del Patronato, Mar Villafranca, explica que, en la actualidad, la recepción de los visitantes es «precaria» y «conflictiva». Las colas son frecuentes porque los usuarios llegan por vías distintas -a pie, en autobús urbano, en autocar desde otras ciudades, en coche particular- y con propósitos diferentes -particulares o en grupo con guía, con y sin entrada- y no siempre obtienen la información que necesitan. «Es una de las cosas que nos dicen las encuestas: los visitantes necesitan estar mejor informados», señala Villafranca.
Otro problema son las condiciones en que se produce esa entrada, a veces con demoras. A menudo se forman colas desde las seis o siete de la mañana en espera de que abran las taquillas, y personas de todas las edades -también bebés, niños pequeños, ancianos y minusválidos- se ven obligados a aguardar durante horas a la intemperie, con frío o calor, lluvia o nieve, sin ningún lugar donde refugiarse. Y hay que atender, recuerda la directora, «las necesidades físicas de personas que muchas veces llegan de viaje».
El nuevo pabellón, señala Francisco Lamolda, jefe del servicio de Conservación y Protección del monumento, realizará las mismas funciones que el actual, pero de una manera más cómoda y organizada: albergará las taquillas, una sala de espera cubierta, aseos, cafetería-restaurante -con un centenar de mesas-, la tienda-librería oficial y un punto de información turística.
Naranjos en vez de coches
Pero también ofrecerá nuevos servicios, como una zona de consigna, un área administrativa y una consulta médica. El proyecto contempla además una zona cultural, con un auditorio-cine con 300 localidades y una sala de exposiciones, que irán soterrados en el lugar donde actualmente se encuentra el párking de trabajadores y el párking 1 para el público. De este modo, los coches desaparecerán de la vista y en su lugar habrá un huerto de naranjos.
Dado que el aparcamiento es una concesión administrativa de 20 años y el Patronato tendría que pagar una indemnización para rescindir el contrato, las 230 plazas que se pierden en esa zona se habilitarán bajo tierra, en tres alturas, debajo de la rotonda de acceso al transporte colectivo. Esta glorieta se desplaza hacia el monte, en una zona menos visible.
Villafranca recuerda que los movimientos de tierra no serán tan importantes porque el proyecto aprovecha el desnivel del terreno. En todo caso, se trata de un área que ya estaba urbanizada y donde no se espera encontrar restos arqueológicos. Los otros tres aparcamientos -números 2, 3 y 4- permanecerán igual que hasta ahora.
Por lo tanto, frente a las acusaciones de que el proyecto supone 'cementar' la zona, la realidad es que las zonas verdes y láminas de agua aumentan su superficie. «Hemos hecho un estudio histórico, un estudio de movilidad, un estudio de la vegetación y otro acústico», desvela Santos, que también hizo un 'estudio de colas': pasó muchas horas charlando con los turistas que esperaban para enterarse de sus quejas y necesidades.
En cuanto al edificio propiamente dicho, su objetivo es destacar lo menos posible: está construido con materiales similares a los del propio monumento, con muros en 'hormigón Alhambra', de color rojizo; empedrados, pavimentos y tierra compactada en el suelo; ladrillos a sardinel y una estructura en paratas similar a las huertas del Generalife; acequias y albercas, como en el 'impluvium', inspirado en el Patio de los Arrayanes; patios y pérgolas. «Hay una continuidad con los paseos del Generalife y la Alhambra. Queremos que el visitante tenga la sensación de estar en un mismo entorno», explica el arquitecto.
Invierno y verano
Al realizar su proyecto, Siza y Santos han dado tanta importancia a la arquitectura como al jardín, que en la Alhambra se encuentran plenamente integrados. Así, habrá huertos con naranjos, patios de paso con árboles de hoja caduca, como el granado, la melia o el cercis, para que en verano den sombra y en invierno dejen pasar el sol y plantas tapizantes como el jazmín, la parra salvaje o la hiedra en los muros y pérgolas. Además, se intentará que haya vegetación frondosa desde el primer momento.
«Es una propuesta contenidísima, refrendada por un concurso internacional. Es una arquitectura contemporánea plenamente integrada en un lugar que es patrimonio mundial -resume la responsable del Patronato-. Se trata de un paso más en la gestión moderna del monumento». Villafranca lamenta la polémica creada porque, a su juicio, quienes critican la nueva 'puerta' «no conocen el proyecto ni las necesidades de la Alhambra».
«La polémica es buena si es constructiva», argumenta Santos, quien considera que detrás de algunas críticas al proyecto hay «intereses electorales». «Granada es una ciudad que todavía tiene que plantearse su futuro -reflexiona el arquitecto-. Siempre ha vivido mirando al pasado, porque vive de él, pero la única manera de poder seguir viviendo del pasado es actualizarlo». Y su proyecto, subraya, tiene «conciencia histórica». Entre otras cosas porque tanto él como Siza aman y respetan profundamente la Alhambra. El maestro luso -galardonado con los premios Pritzker y Mies van der Rohe, los más prestigiosos del mundo- conoció el monumento en los años cuarenta, en un viaje con sus padres, y quedó fascinado. «Él habla desde hace mucho tiempo de cómo la Alhambra ha influido en su obra, cómo la Alhambra está en las cosas que hace y que piensa, de manera directa y de manera intuitiva», revela Santos.
El coautor de 'Puerta Nueva' insiste además en que, económicamente, el proyecto está «muy acotado», con sus 45 millones de euros de presupuesto para 22.000 metros de área urbanizada y 19.000 de área construida. En ese sentido, recuerda que otros lugares culturales y patrimoniales que han afrontado recientemente reformas y ampliaciones lo han hecho a un coste mucho mayor: el Museo del Prado (152 millones de euros), el Reina Sofía (92), la Acrópolis (130) o el Louvre (40 millones para 6.000 metros de obra).
Uno de los mejores arquitectos vivos
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LOS AUTORES DE LA 'PUERTA NUEVA'
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Álvaro Siza (Vieira Matosinhos, Portugal, 1933) está considerado uno de los veinte mejores arquitectos vivos del mundo. Uno de sus rasgos es el delicado respeto hacia los lugares donde interviene y las personas para las que trabaja. Otro, su amor por los materiales artesanales y su compromiso con la naturaleza.
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Apegado a sus raíces, entre sus trabajos más emblemáticos en Portugal están la Casa de Chá Boa Nova de Leça de Palmeira, la reconstrucción del barrio del Chiado, en Lisboa, tras el incendio de 1988, o la Facultad de Arquitectura de Oporto. En España ha realizado el Museo de Arte Contemporáneo y la Facultad de Periodismo de Santiago. En Granada realizó, junto a Juan Domingo Santos, el Edificio Zaida de la Caja Rural. También es autor de la Serpentine Gallery de Londes, el pabellón Anyang en Corea o la Fundación Iberé Camargo en Porto Alegre.
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Ha obtenido, entre otros premios, el prestigioso Mies van der Rohe, el Pritzker -considerado el Nobel de la Arquitectura- y el León de Oro de la Bienal de Venecia a su trayectoria profesional.
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Juan Domingo Santos (Granada, España, 1961) es un arquitecto especialista en intervenir sobre el patrimonio y los paisajes en transformación. Profesor de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de Granada, tiene su estudio en la torre alcoholera de una antigua fábrica de azúcar en Granada, un espacio industrial que ha recuperado para vivir y trabajar.
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Trabajos suyos han sido expuestos en exposiciones internacionales y nacionales como la Bienal de Venecia, el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York o la Bienal de Arquitectura Española, entre otras. Ha sido nominado a los Premios Mies van der Rohe (2007), Saloni (2010) y Ecola (2010 y 2012). Su obra Museo del Agua de Lanjarón recibió el Gran Premio ENOR de Arquitectura en 2011 y fue galardonada en la VIII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo de 2012.
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Su tesis doctoral, titulada 'La tradición innovada. Sobre transformaciones en arquitectura y arte', ha sido premiada por la Fundación Caja de Arquitectos.
Exposición
Aparte del momento político -en plena precampaña electoral- quizá el problema es que el proyecto ganador del concurso de ideas convocado por la Alhambra en 2010 se ha dado a conocer a través de una exposición que no es, en rigor, una explicación sobre los usos y formas que adquirirá el futuro pabellón de acceso al recinto y su entorno. La muestra 'Visiones de la Alhambra' es fruto del encargo del Foro de Arquitectura Contemporánea de Berlín a Álvaro Siza, que decidió mostrar esta obra suya como podría haber elegido otra. El hecho es que el maestro luso, que considera el Atrio de la Alhambra «el proyecto de su vida», pensó en la 'Puerta Nueva' que comparte con Santos. La exposición, que ha pasado por la capital alemana y por Basilea, reúne maquetas, representaciones en 3D, vídeos y muchos bocetos, pero es más un homenaje al proceso creativo que una presentación pública.
Un atractivo más
El prestigioso arquitecto sevillano Víctor Perez-Escolano, miembro del jurado en el concurso de ideas que ganó el equipo Siza-Santos, recuerda que el premio se concedió por unanimidad. «Se valoró en él algo que viene siendo reconocido desde un principio en la obra de Álvaro Siza: su capacidad para ofrecer una obra nueva pero con una extraordinaria inteligencia y sensibilidad hacia el lugar y la finalidad con la que se plantea el proyecto», reflexiona.
El catedrático de la Escuela de Arquitectura de Sevilla admite que no pudo evitar sonreírse cuando escuchó por la radio a la presidenta del Centro Artístico de Granada, Celia Correa, decir que el proyecto no respetaba el «estilo» de la Alhambra. Porque, ¿cuál es ese estilo? «La Alhambra, en mi opinión el primer monumento de España, tiene un carácter complejo y ha sufrido intervenciones sucesivas», advierte el especialista. Y pone no solo el clásico ejemplo del Palacio de Carlos V, sino intervenciones mucho menos afortunadas, como el complejo de los Nuevos Museos, construido en los setenta como «una especie de gran caja con algunos guiños 'nazaríes'».
Para este experto, el objetivo es que la nueva edificación se ubique «en el lugar idóneo, donde no tenga ningún conflicto patrimonial». Y en la zona donde estará el nuevo pabellón de acceso no lo hay, porque las intervenciones han sido continuas. Recuerda, por ejemplo, que él también fue jurado en el concurso internacional de ideas convocado en los años noventa para construir los nuevos aparcamientos, que ganó un equipo austriaco. «En ese espacio, que antes sí que era un erial, un lugar inhóspito y horroroso, el trabajo de los vieneses fue una solución verdaderamente ingeniosa», señala Pérez Escolano acerca de aquel proyecto que generó cierta polémica pero que, con el tiempo y la vegetación, ha acabado por ser aceptado. Cuando, un año después, se construyó el pabellón de acceso, reconoce, no se preveían las necesidades que generaría el monumento. No en vano, las visitas han crecido en casi un millón entre 1993 (algo más de 1,5 millones) hasta 2014 (más de 2,4 millones).
A su juicio, tanto el proyecto del aparcamiento, surcado por acequias y sembrado de árboles, como esta nueva 'puerta' tienen la virtud de satisfacer necesidades modernas extendiendo los valores de la Alhambra. De hecho, está convencido de que el edificio de Siza se convertirá en un atractivo más de la Alhambra. «Habrá visitantes que añadan, a su interés por la Alhambra, el pequeño postre de conocer la obra de una de las grandes figuras del siglo XX y principios del XXI. Cualquier ciudad de cultura como es Granada tiene que estar feliz de que la respuesta de la institución a los visitantes se haga con una obra de primera categoría arquitectónica».
La polémica, en su opinión, responde a un fenómeno de psicología social que no es exclusivo de Granada: «Hay mucha gente que cree que los que ellos conocieron cuando eran niños es lo que siempre ha existido. Aquí en Sevilla llega a convertirse en una seña de identidad de los sevillanos que se consideran la reserva de la solera. Pero nuestras ciudades, las dos maravillosas, están hechas a golpe de tiempo, de nuevas aportaciones, de transformaciones, y de lo que se trata es de que, lo se haga, se haga bien». Bien, y rápido: «Siza es una persona muy mayor. Juan Domingo Santos lo haría excepcionalmente bien solo, pero lo ideal es que los dos vean rematada la obra».
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