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Uno de los especialistas de Policía Científica en el laboratorio de Biología de esta brigada.

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Uno de los especialistas de Policía Científica en el laboratorio de Biología de esta brigada. RAMÓN L. PÉREZ

Agentes de bata blanca: Así trabaja la Policía Científica en Granada

La Policía Científica está detrás de la solución del 80% de los delitos más graves | Violaciones, homicidios o robos con violencia, estos agentes participan cada año en más de un millar de casos en busca de pruebas irrefutables

JOSÉ R. VILLALBA

Granada

Domingo, 19 de agosto 2018, 14:03

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La muerte en su casa de una anciana de 87 años sin aparentes signos de violencia pudo pasar totalmente desapercibida a efectos policiales el pasado mes de junio en un piso de la calle Alhamar si no es por la inspección ocular, esa tarea 'invisible' de los funcionarios de la Policía Científica. Los agentes hallaron vestigios suficientes de ADN para arrancar una larga y difícil investigación finalizada con cuatro detenidos. El principal sospechoso era el recadero de un supermercado que le llevaba la compra a esta anciana, al menos, una vez a la semana.

Los agentes de la brigada de la Policía Científica son los ojos encargados de ver lo invisible, de olfatear allá donde no huele a nada, de intuir hipótesis a partir de microscópicas evidencias, de arrancar vestigios de la nada o del silencio... Los agentes de la Policía Científica son esa parte del crimen encargada de poner encima de la mesa las pruebas más irrefutables de un delito para encontrar al autor del delito. Son esos policías que siempre pasan desapercibidos al ojo de los comunes, invisibles porque nunca abandonan la segunda línea de una investigación pero todos saben que sin su trabajo más del 80% de los casos policiales más graves resueltos no verían luz.

Miguel Ángel López es uno de estos policías, hoy jefe de la brigada policial de Granada y sustituto de uno de los mejores policías de científica de este país, el inspector jefe, hoy ya retirado, Juan Pérez Peinado. Ha pasado la práctica totalidad de su carrera profesional por media España buscando las huellas de miles de crímenes que han pasado por sus manos como especialista en este área científica del Cuerpo Nacional de Policía. «Nuestro trabajo siempre empieza en detectar detalles muy pequeños y nunca sabemos dónde puede terminar». Esta máxima le ha acompañado en su carrera profesional desde sus inicios. Empezó en una inspección de guardia tomando denuncias y ahora dirige el área de Científica de la región policial de Granada, Almería y Jaén. Granadino con acento castellano, afable y tan prudente como su trabajo consistente en no desvelar secretos para lograr que el autor del delito acabe sentado en un banquillo de un juzgado con muchas pruebas inculpatorias. «En la brigada de científica hay dos tipos de policías: aquellos que ven donde nadie ve nada, responsables de las inspecciones oculares, y otros encargados de los laboratorios. Los dos son imprescindibles y fundamentales». Él acabó Biología en la Universidad de Granada en el año 1984, después se hizo policía.

La prueba de un homicidio

Sara Correa Yudes murió asesinada el 28 de noviembre de 2016. Desde el primer momento, su pareja sentimental defendió que la asesinaron de un disparo en la vía pública cuando bajó de su vivienda a la calle para depositar la bolsa con basura en un contenedor. Era una noche fría y en un principio se habló de un disparo procedente de los matorrales de un jardín ubicado frente a la puerta del residencial donde se encontraban los contenedores. El olfato policial permitió detectar demasiadas contradicciones en la pareja de esta joven, pero hubo una prueba de balística determinante para desconfiar de la versión de la pareja de Sara: la trayectoria de la bala. Una de las áreas de Policía Científica, balística, estudia todo lo relacionado con los proyectiles usados por los criminales: trayectoria, posiciones, modelos de bala, lugares donde aparecen los casquillos, lo cual permite dibujar el posible escenario del crimen y la posición del criminal a la hora de apretar el gatillo. El informe de balística resultó fundamental para sumar una de las muchas pruebas halladas contra este individuo y demostrar su culpabilidad en este crimen. La bala viajó de forma vertical de abajo hacia arriba y el impacto lo recibió a muy corta distancia, lo cual derribó desde el minuto uno la tesis de un disparo procedente de una posición cuasi frontal. El acusado fue condenado el pasado mes de julio a 23 años de cárcel por asesinato y quedó demostrado que la mató en la vivienda y la bajó a la calle para despistar simulando haber sido víctima de un homicida que se encontraba en la vía pública, tal y como concluyó el ministerio fiscal.

La pasión de un profesional

La prudencia de este inspector jefe de policía le prohíbe hablar de casos específicos y de datos concretos, aunque su afán profesional le impide dejar de hablar sobre esta brigada de Científica. «Llevo un mes aquí como inspector jefe pero he tenido tiempo suficiente de saber que estoy rodeado de grandísimos profesionales en todas las áreas desde lofoscopia (huellas) hasta los laboratorios de biología, pasando por identificación y todas las parcelas de criminalística». En esta brigada hay biólogos, químicos, ingenieros en áreas científicas, grafólogos, especialistas en incendios, expertos en estudios fisionómicos capaces de obtener perfiles físicos a partir de grabaciones de imágenes donde apenas se ve nada o de características físicas aportadas por testigos para elaborar un retrato robot, especialistas en antropología forense y policías de a pie que llevan media vida batiéndose el cobre en las calles, conocedores de los trucos del delincuente para saber dónde encontrar una prueba. Sólo para esbozar una pequeña idea de cómo es su día a día de estos policías invisibles rastreadores del ADN de cualquier tipo de crimen recogieron pruebas, sólo en Granada y durante 2017, de 490 robos donde hubo intimidación o violencia, en 586 robos con fuerza de establecimientos y domicilios, en doce agresiones sexuales con penetración, en tres homicidios y en otras tres tentativas de asesinato y en un secuestro, según los datos de criminalidad del Ministerio del Interior referidos a la capital granadina. También le hicieron la ficha policial a los autores de más de tres mil hechos delictivos, uno de ellos -ya en 2018- fue el presunto autor del incendio declarado en un edificio en la calle san Juan de Letrán donde murió una mujer y hubo 32 heridos en un edificio que, diez meses después, sigue sin ser ocupado. Los especialistas del área de incendios de esta brigada policial fueron quienes descubrieron la intencionalidad de este incendio. Localizaron restos de líquido acelerante en la puerta del piso ocupado por un despacho de abogados. «Nuestro papel en los incendios es decir si fue o no intencionado, después toman el relevo otros compañeros» y en este caso fue Homicidios, quien aún no ha dado por cerrada esta investigación.

«Cumplimos una función transversal en el Cuerpo Nacional de Policía por nuestra colaboración con el resto de brigadas en la aportación de pruebas para las investigaciones de los casos más graves», cuenta Miguel Ángel López. Las pruebas que implicaban a un violador, estudiante universitario, en un caso resuelto hace dos años, los hallazgos de ADN y huellas del autor de la muerte de la abogada Rosa Cobo a quien encontraron en el maletero de un coche sin vida, la identificación de firmas falsas en documentos de todo tipo, reconocer la edad real de muchos de los inmigrantes que llegan a las costas granadinas... este es el día a día de estos policías encargados de descubrir el mapa genético de los hechos delictivos registrados en las calles de esta ciudad, el ADN del crimen.

Más de mil perfiles genéticos en espera de encontrar dueño

Si la inspección ocular es importante para aportar pistas donde a simple vista parece no haberlas, más lo es aún la prueba de ADN. Unas simples células pueden servir para ponerle nombre y rostro a un asesino, un atracador, un violador, un terrorista... para cazar a todas esas personas que cometen los delitos más graves. El laboratorio de ADN de Policía Científica en Granada abrió sus puertas el 8 de julio de 2010 y hasta hoy ha llevado más de 1.500 casos policiales de Granada, Jaén y Almería, las tres capitales atendidas por este laboratorio. En estos ocho años de funcionamiento ha cerrado, al menos, 1.400 casos y resueltos han quedado en torno a 300. Resueltos se traduce en delincuentes identificados, es decir, con nombres y apellidos que bien están en prisión, pendientes de entrar o absueltos por la Justicia. Los otros más de mil casos se corresponden con el ADN de malhechores que no están fichados en el banco nacional de ADN, creado en 2007 y compartida a nivel nacional por Policía Nacional, Guardia Civil y otros cuerpos policiales autonómicos. Todas las semanas se cotejan muestras de ADN con la base de datos del Banco Nacional y todas o casi todas las semanas suele caer alguno nuevo de los fichados. Este laboratorio, desde su apertura hasta hoy, es la joya de la corona de la Jefatura de Policía de Andalucía oriental.

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