Vecinos y colectivos se concentran junto a la madre de Rubiales: «Es una persecución»

La duda sobrevuela el ambiente, sin que nadie sepa nada de lo que ocurre dentro de la iglesia Divina Pastora. En el foco, Luís Rubiales. Muchos vecinos se preguntan por qué no acude el todavía presidente al auxilio de su madre. La mayoría de los motrileños parece que han hecho una especie de piña alrededor de la familia. No en vano, los Rubiales son probablemente la familia más conocida de todo el pueblo, y aunque tiene detractores, en su mayoría critican una «cacería injustificada».

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Sobre la una y cuarto de la tarde, en medio de todos los curiosos ha surgido una amiga de la familia. La vecina Ángeles Montes se ha presentado en la puerta de la iglesia con la esperanza, perdida rápidamente, de poder entrar y ver a su amiga. Ante las preguntas de los medios de comunicación, la amiga de la familia ha asegurado que no tiene ninguna duda «de que si es necesario tanto Luís (Rubiales) como su madre llegarán hasta el final». Con la voz ligeramente quebrada, ha mantenido que no es para nada una agresión sexual.

En esa línea están la mayoría de personas que se presentan en la puerta de la iglesia. Prácticamente todo el mundo condena los actos de Rubiales, pero a la vez critican con dureza lo que para ellos es «una persecución intolerable».

Conforme pasan las horas, varios ven la oportunidad para aprovechar la situación para sus luchas personales, como un individuo que ha acudido con una bandera de España, pidiendo la custodia compartida para los padres de España, enarbolando el discurso del «falso feminismo» que ya mantuvo el todavía presidente de la Federación Española de Fútbol cuando realizó su última comparecencia antes los medios. También se han personado otros colectivos, como uno de camioneros que vienen a «apoyar a las mujeres. Por un lado a las 23 jugadoras de la selección española y por el otro a Ángeles Béjar como mujer y madre».

Tal y como ha podido saber IDEAL, la pelota se encuentra únicamente en el tejado del párroco, que es el que mantiene su decisión de oficiar la misa habitual de las ocho de la tarde. Desde el arzobispado han asegurado que no van a hacer declaraciones ni van a tomar medidas por una circunstancia que «sólo nos toca de forma colateral».