Un mes sin salir de Vélez
Los casos remiten tras cerrar los límites del municipio después de Navidad, con solo un paréntesis de siete días de «libertad» entre confinamientos
P.G-T
Martes, 9 de marzo 2021, 00:36
Una semana duró el desconfinamiento en Vélez de Benaudalla. Después de las fiestas navideñas, los vecinos tuvieron que encerrarse en casa ante el ascenso vertiginoso ... de los contagios. El Ayuntamiento cerraba los espacios públicos y cancelaba las visitas al Jardín Nazarí, las estrechas calles de la localidad se quedaban de nuevo vacías y los vecinos se metían en casa. A principios de febrero, volvían a respirar tranquilos, la desescalada se iba extendiendo por la provincia tras la indigestión navideña. Los límites del municipio volvían a abrirse y desaparecían los controles de la Guardia Civil en la carretera en dirección a Motril... al menos durante siete días.
La libertad fue un espejismo. Tres brotes familiares diferentes obligaban a los veleños a cerrar de nuevo sus fronteras y el miedo al contagio recluía otra vez a los más mayores en sus hogares. La localidad rozó de cerca la tasa 1.000 la semana pasada y por fin vuelve a dejarla atrás. Ayer, los vecinos tenían que coger el paraguas para salir de casa, pero parece que la tormenta amaina. El municipio logra reducir la incidencia por debajo de los 500 casos –situándose en 415,2– justo cuando se cumple un mes del confinamiento y, si el virus no les vuelve a dar una sorpresa, próximamente recobrarán cierta normalidad.
Los ciclistas que acuden los domingos a pedalear por la N-323 junto al Guadalfeo ya no se irán con una multa en recuerdo de la ruta y los negocios sin hacer caja.
«Han sido contagios muy localizados en varias familias de forma masiva que han tenido en vilo a los vecinos. Esperamos que la incidencia siga remitiendo, pero no hay que bajar la guardia y se deben cumplir todas las recomendaciones sanitarias. Además, pido a los vecinos que eviten las reuniones fuera del ámbito familiar. Pido conciencia a los que están guardando cuarentena por padecer la enfermedad y a sus contactos estrechos. Si no se cumplen, seguiremos así», manifiesta el alcalde, Francisco Gutiérrez.



En la calle Federico García Lorca, avenida principal del pueblo, José Luis y Javier se toman un carajillo en la terraza de un bar bajo el cielo gris encapotado. Confiesan que estas semanas se le han hecho largas, pero más llevaderas en su bar de confianza.«Mientras no cierren los bares, nos vale», bromean. Un conformismo que choca con el desasosiego que se ha adueñado de los negocios de la zona. En el supermercado, Paco, que lleva 27 años aguantando el peso de la persiana, explica que las compras se han reducido. Ya no ve a los más veteranos empujando sus carritos por el pasillo y es él el que les acerca la compra a casa. El gerente lamenta que son pocos los controles que hay en la localidad al no haber Policía Local. «Luego hay vecinos que se juntan en los cortijos y en celebraciones o personas que vienen de fuera y pasa lo que pasa. No hay suficientes controles para poder asegurarse de que se cumplen las medidas. Yo me he encontrado pocos cuando he ido a por género», alega.
En la panadería de Conchi ya no se venden tantos pestiños. Los fines de semana llegaban ciclistas y visitantes que acuden a hacer una de las famosas rutas del pueblo y de paso compraban en la panadería algunos dulces para reponer fuerzas. La vecina explica que mantener un negocio a pie en cada una de las olas y con las restricciones que ha habido ha sido una tarea titánica, mientras tanto, María que tenía un puesto en el mercadillo, se sienta frente a un banco en la Iglesia. Cuenta que ya no es solo haber perdido parte de sus ingresos si no que tampoco puede ir a pueblos cercanos a comprar el material y ropa que le hace falta si no quiere arriesgarse a que le caiga una multa.
El alcalde apunta que intentará restaurar el mercadillo lo antes posible, al igual que muestra su deseo de abrir al público las instalaciones cerradas y los parques a finales de primavera. Además, ha pedido a la Junta que facilite la vacunación d elos mayores que tienen difcultades para desplazarse a Motril y demanda una unidad móvil.
Casi todos los veleños comparten petición: «Que no se repita la misma historia, que ya cansa».
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