Oleada okupa en Vélez: «Una persona se encarga de abrir casas por 200 euros»
Los okupas irrumpen en en las casas deshabitadas y atemorizan a los vecinos; el Ayuntamiento tapia las viviendas para acabar con el efecto llamada
En Vélez de Benaudalla hay censados cerca de 2.885 vecinos, pero la realidad de sus calles demuestra que son menos los que viven en ... el pueblo. El casco histórico se vacía. Los carteles de 'Se vende' se adueñan de la zona vieja del pueblecito y al doblar las esquinas se suceden las casas, ajadas por el tiempo, con las persianas bajadas e incluso derruidas. A Vélez, que le sobra encanto y naturaleza al estar ubicado a orillas del Guadalfeo, le ha pasado factura los años. Es un ejemplo más de la España vaciada, pese a que sus vecinos y el Ayuntamiento luchan con uñas y dientes por traer nuevas iniciativas a la localidad. Son numerosos los turistas, senderistas, mochileros y ciclistas quienes rompen el silencio que se instaló en el valle del Guadalfeo tras la apertura de la A-44.
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Sin embargo, el trajín turístico no se transforma en nuevos residentes. Las casas abandonadas y deshabitadas no se pueden contar solo con los dedos. Cada vez quedan menos vecinos de 'los de siempre', el enclave atraviesa sus horas bajas en busca de un remedio que traiga vecinos, no solo visitantes, para repoblar las desangeladas viviendas. Vecinos que lleguen «por cauces normales y no por romper un cerrojo». El pueblo se enfrenta a un problema de ocupación». Varias familias han forzado el acceso en tres zonas distintas del pueblo. En la comunidad de vecinos ubicada en la entrada, justo a la derecha, en el casco antiguo, en las faldas del castillo, y al final del pueblo, aunque aquí los consiguieron parar. La nuevas familias que han ocupado casas en la localidad causan malestar entre los vecinos. Algunas, que han sido conflictivas, se han ido, pero llegan otras.
El martes mismo, según ha podido saber este medio por fuentes de la Guardia Civil, se denunció la ocupación de una vivienda y se ha abierto una investigación. Ya han identificado a una mujer como responsable y se informará al juzgado de guardia. La presencia de la Guardia Civil es cada vez más frecuente. «Los coches vienen y tiran para arriba al casco antiguo con frecuencia. Yo ya no los veo por aquí a los okupas, solían venir en época escolar cuando llevaban a los niños al colegio», cuenta la propietaria de un negocio. «Algunos eran familias con hijos que venían de Huerta Carrasco en Motril, otros no», explica.
Este periódico pudo localizar ayer varias casas forzadas entre la calle Real y Algarrobo. El Ayuntamiento tiene constancia de la presencia de cuatro familias conflictivas y se ha dado parte a las autoridades de algunos sucesos. Han aconsejado a los propietarios de las viviendas que no están abandonadas, pero sí deshabitadas a instalar alarmas y tapiar los accesos.
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«Empezaron a venir familias durante la pandemia que no son dadas a una convivencia pacífica, llaman a los vecinos, sobre todo mayores, a las tantas pidiendo comida y se han dado varios casos de robos. Hacen enganches ilegales y se conectan al agua del pueblo para llenar sus piscinas hinchables cuando todos padecemos la sequía y se ha encarecido el suministro. Hacemos todo lo que podemos dentro de la legalidad, pero los vecinos lo están pasando mal, se sienten inseguros y hemos mantenido una reunión con ellos. Ha habido un efecto llamada y sabemos que una persona se encarga de abrir las casas por 200 euros», lamenta el alcalde, Paco Gutiérrez. «Si fueran personas que se ven en la necesidad de okupar casas, pero viven de forma tranquila no tendríamos ningún problema», añade.
Trabajadores y vecinos de la zona indican que entran en casas vacías compradas por extranjeros que viven fuera, en viviendas que se han quedado deshabitadas tras la muerte de sus propietarios y la utilizan sus descendientes en vacaciones. «Hace poco volvieron los hijos de un matrimonio que murió y se encontraron todos los recuerdos destrozados y la casa con inquilinos», dicen.
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Inseguridad en el vecindario
«Estamos teniendo problemas, los de la propia comunidad se han opuesto a los okupas y han cambiado la cerradura. Cada vez vienen más y se dedican a pedir dinero con la excusa de que es para comer. Ponen a sus niños por delante cuando se presenta la Guardia Civil», señala un veleño.
«Han abierto otra casa aquí, se ve que alguien los avisa, las abre y les cobra. Yo entiendo y empatizo que no tengan donde vivir ni qué comer y que estén apurados como lo estamos todos en estos tiempos, pero no puedes hacerte con una casa que no es tuya cuando en algunos casos sus propietarios están fuera ganándose la vida para disfrutarla», destaca la propietaria de otro negocio del pueblo.
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Los vecinos confían en que pronto se marchen de Vélez de Benaudalla o se recupere la paz que había en una localidad donde pocas veces ocurría algo.
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