Las mafias cambian el hachís por el tráfico de personas a la Costa
La Asociación Unificada de Guardias Civiles advierte que cobran a los inmigrantes hasta 9.000 euros por viaje en las narcholanchas
El lunes pasado, muy temprano, dos narcolanchas alcanzaba la playa de Albuñol , entre la playa del Búho y la Juana, en el límite con Almería, ... y dejaban a su suerte a casi un centenar de personas. Desorientados, en estado de shock, huyeron en todas las direcciones, ocultándose en los invernaderos, hasta que en la carretera los conductores alertaron a la Guardia Civil de la presencia de grupos de inmigrantes. No es la primera vez que se produce un desembarco de este tipo ni será la última. En el último mes se han contabilizado otros dos más. La Asociación Unificada de Guardias Civiles alerta de que las mafias cambian el hachís por el tráfico de personas. Tiene menos riesgos y le sacan una buena tajada.
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David Martín, secretario general de AUGC Granada, explica que las mafias que fletan los viajes desde Marruecos para estas personas les cobran desde 3.000 hasta 9.000 euros, un precio bastante más alto que en otras pateras por la rapidez. En varias horas pueden estar en su destino.
Las lanchas disponen de hasta cuatro motores de 300 caballos y a las patrulleras del Servicio Marítimo de la Guardia Civil es difícil seguirles la pista. Entre la costa de Granada y Almería las mafias han encontrado una brecha. «Este modo de operar se ha detectado desde el mes de marzo. Suben de media 50 personas por embarcación, pero hemos intervenido también en la llegada de hasta 180 personas de golpe», cuenta Martín. «Esto desborda a las patrullas de Seguridad Ciudadana que han tenido que dar muchos viajes en sus vehículos para acercar a estas personas al Centro de Atención Temporal de Extranjeros de Motril», añade. La AUGC lamenta también la falta de efectivos en el servicio marítimo y de operativos a la hora de afrontar la presión de las mafias.
La oenegé Emergencia Frontera Sur advierte que en otras zonas el viaje en narcolancha ha supuesto la muerte por ahogamiento de varias personas ya que los pateristas, al verse en peligro por la presencia de la Guardia Civil en la playa, han echado a estas personas al agua. «Para ellos son mercancía, una mercancía que les resulta rentable», apunta Toñi Franco de Emergencia Frontera Sur.
Muchos familiares se ponen en contacto con esta organización cuando sus seres queridos inician el viaje en patera para saber si han llegado bien y ellos ponen en sobre aviso a Salvamento Marítimo. «Echarse a la mar y pasar dos días así... llegan destrozados psicológicamente. A través de la página nos alertan de las personas que viajan y si van niños», relata.
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Sin embargo, la oenegé ha observado que en el caso de las narcolanchas, –que suelen partir de Nador mientras que el resto de las pateras suelen salir desde Alhucemas–no reciben avisos y cuando alguien se pone en contacto para saber si han llegado en buenas condiciones no dan datos. «Sin datos yo no sé si me habla un familiar preocupado o un integrante de las mafias», explica. Franco señala que el viaje en narcolancha es atractivo por la rapidez y por eso es mucho mas costoso que una embarcación normal. «En poco tiempo estás en tierra cuando a veces pueden tirarse una semana en la isla de Alborán», afirma.
El 90% de las personas que atiende la organización suelen ser de origen magrebí, ya no llegan subsaharianos como antes por el cambio de ruta, ahora se van a Canarias. Emergencia Frontera Sur, avisados por el Ayuntamiento de Motril y la mesa coordinadora de migraciones, también atiende a estas personas cuando salen del CATEy ninguna organización les presta acogida. En muchas ocasiones llegan a España con redes sociales previas, es decir, amigos o familiares que los están esperando. Franco advierte de que en Europa las políticas migratorias son cada vez más restrictivas y algunos de los derechos que había ganado la persona migrante se están perdiendo.
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La primera asistencia de estas personas es a manos de Cruz Roja, son los que se encargan de realizar el primer triaje. De darles ropa y de identificarlos. Los examinan, deciden si hay que derivar a alguno al hospital y les ofrecen espacio para asearse antes de que pasen a dependencias policiales para la afiliación. Según la organización, en lo que va de año han atendido a 1.175 personas, entre ellas 117 menores de edad, 46 de ellos no acompañados.
Ayuda humanitaria
Otra de las organizaciones que ayuda a migrantes y refugiados es Motril Acoge. Atienden necesidades perentorias como alimentación, enseñanza del idioma español, asesoramiento jurídico o trámites administrativos sin dejar de lado su labor principal: concienciar a la sociedad motrileña de que el colectivo inmigrante, cuando ejerce su derecho a migrar, no conlleva ninguna merma de recursos para la población autóctona.
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En este sentido, cuando el ayuntamiento o la policía avisan de que un grupo de personas va a salir del CATE, «con frecuencia con muy poco margen de tiempo para reaccionar, la asociación en colaboración con otras como Emergencia Frontera Sur o Bait Amistad, se hace cargo de esas personas que salen desorientadas, y, además de proporcionales lo inmediatamente necesario (comida y ropa), dan continuidad a su plan migratorio.
«Generalmente quieren ponerse en contacto con familiares o amigos residentes en cualquier punto de España o incluso de otros países. Les ayudamos a localizarlos y acordamos con ellos si van a venir a recogerlos o les gestionamos nosotros su viaje. En otras ocasiones prefieren quedarse en esta zona y nuestra labor es ayudarles a encontrar una estancia temporal, mientras se hacen de una red de contactos que les permita subsistir», relata Juan Manuel Ruiz, presidente de la asociación.
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La organización pide más respeto, conciencia y tolerancia hacia estas personas que se lo han jugado todo. «Estas personas en concreto, que pasan por el CATE de Motril son de las que peor ruta migratoria han sufrido. En el mejor de los casos, que sean de poblaciones cercanas a la costa mediterránea, son personas que han tenido que endeudarse, ellas o sus familias, para atravesar el estrecho. Pero, si son de países subsaharianos, el trayecto habrá sido de meses o de años, cruzando desiertos, pagando a traficantes sin escrúpulos y, con frecuencia, una vez en orilla del mediterráneo, haciendo trabajos de todo tipo para reunir el el dinero del viaje, por llamarlo de alguna manera», critica. «Por eso, para ellos, es un trauma que les deporten, porque, o bien sufren la vergüenza del fracaso o bien se ven abocados a repetir el costoso proceso. Lo habitual es que estas personas sean poco explícitas contando detalles, pero es una información que, con el tiempo, vamos obteniendo de ellos o de sus familiares», sentencia Ruiz.
Un círculo de silencio que mueve conciencias
La Asociación Motril Acoge reanudó el pasado viernes en la Plaza de la Aurora de Motril el Círculo de Silencio mensual en recuerdo por las víctimas y protesta por las condiciones en que las personas migrantes han de realizar su viaje, muchas veces con resultado de muerte. La organización pone el foco también en los incumplimientos de sus derechos humanos que se encuentran una vez llegan a nuestro país. El manifiesto que se leyó fue alusivo a cómo las dictaduras, guerras e injusticias son uno de los motivos recurrentes que provocan la migración forzada. La poetisa y voluntaria de la Asociación, Gestrudis Ruiz, participó en la lectura de un poema que se distribuyó entre los asistentes. El último viernes de cada mes Motril Acoge se reúne para visibilizar la situación de las personas migrantes.
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