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La Virgen de la Esperanza despierta gran devoción en Almuñécar.

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La Virgen de la Esperanza despierta gran devoción en Almuñécar. Javier Yáñez

Un Jueves Santo de color Esperanza en Almuñécar

Visitantes y cofrades llegados de distintas partes de España participan en uno de los desfiles procesionales más multitudinarios de Almuñécar

javier yáñez

Jueves, 18 de abril 2019, 21:05

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La Esperanza brilla con luz propia cuando sale a la calle. Las largas hileras de mantillas y el numeroso cortejo de esta edición han realzado un comienzo procesional que ha comenzado pasadas las siete y media de la tarde desde el templo de El Salvador de Almuñécar.

La cofradía ha hecho los deberes y se ha notado de puertas para afuera. El trono ha aumentado de tamaño, aumentando de cuatro a seis varales, lo que ha permitido elevar el número de horquilleros a cien. Justo antes de abrir las puertas del templo, su hermano mayor, Antonio González, comentaba a IDEAL que «cuando los horquilleros terminen su trabajo lo deben hacer satisfechos, no reventados», en alusión a la reducción de peso conseguida por el aumento de 30 personas portando el trono.

Durante su 'persecución' al trono de San Juan, imitando el recorrido, esta procesión deja momentos muy especiales como la espera de los vecinos en el Paseo Puerta del Mar, la subida de la Cuesta Helga Söhnel y la acogida en la Carrera Oficial, en la Avenida de Andalucía.

Una cofradía con historia

El origen de la Esperanza se remonta al año 1955, cuando unos hermanos de la cofradía de San Juan deciden traer una imagen mariana a Almuñécar. Para este trabajo escogieron al maestro tallista Andrés Cabello y al año siguiente, en 1956, trajeron la imagen a la localidad.

Los vecinos acogieron de manera entusiasta a la Esperanza durante su primera estación de penitencia en 1957. La cofradía se convirtió rápidamente en una formación innovadora ya que fue la primera en hacer que la mujer participara en la Semana Santa.

Los primeros archivos desvelan la carencia a la hora de poner en la calle a la Esperanza y la dificultad en mantener la estabilidad en el tiempo. No obstante, personas ilustres y terratenientes sexitanos ayudaron económicamente para dotar a la cofradía de posibles.

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