Una jornada de decoración en el pueblo más navideño de la Costa
Los vecinos de La Garnatilla en Motril decoran sus calles y estrenan un árbol de Navidad de más de dos metros creado con cervezas Alhambra
La Navidad tiene un lugar especial en todos los pueblos, pero sin duda en La Garnatilla un pequeño anejo motrileño se han ganado, año tras ... año, el título «no oficial» pero merecidísimo de «el pueblo más navideño de la Costa», y basta con recorrer sus calles para entender por qué.
En este anejo no se trata solo de colgar luces, poner un Belén o decorar una fachada. En la Garnatilla la Navidad es un proyecto que se hace entre todos y que empieza casi cuando termina la anterior, un ejercicio de creatividad en el que participan niños, abuelos, padres, vecinos recién llegados y familias enteras entregadas para que su pueblo luzca como ningún otro.
Todo ello no es ni más ni menos que fruto de meses de trabajo, de tardes enteras doblando telas, cortando madera, tejiendo lana, reciclando botellas, reuniéndose después de jornadas largas de trabajo y buscando siempre una manera nueva de sorprender.
Este año, las calles vuelven a transformarse en un escenario navideño que supera al anterior. Entre todas las novedades destaca el gran árbol de botellas de cervezas Alhambra de más de dos metros y medio, una estructura verde, brillante y perfectamente simétrica que se ha convertido en la gran referencia de esta Navidad. La creadora es Ana Vilchez, vecina de toda la vida, que reconoce que la inspiración surgió casi de casualidad. «Vimos que la cerveza 1925 cumplía cien años y nos pareció bonito hacer algo especial, un homenaje a una marca tan de Granada y tan nuestra», cuenta mientras coloca una de las últimas botellas en su sitio.
El árbol empezó a ir cogiendo forma en julio. Sí, en pleno verano, cuando en La Garnatilla el mercurio roza temperaturas de 40º y cuesta incluso imaginar la Navidad. Ana y su familia guardaron botellas durante meses, las limpiaron una a una y las fueron colocando hasta llegar a las trescientas unidades que lo forman.
A pocos metros del árbol, se encuentra Cecilia Vilchez y lo suyo es sin duda el crochet y los cristales. Cecilia muestra orgullosa su cuadro hecho con cristales recogidos en la playa, que representa el nacimiento de Jesús y un lugar acogedor con chimenea. También ha tejido un árbol de dos metros con dalias de crochet.
Más arriba, en la zona norte, la Navidad se vive bajo un ambiente invernal que huele a nieve aunque no caiga ni un solo copo. Rocío Ortega y su familia se han encargado este año de ambientar su calle como un paisaje nevado, con muñecos de nieve, casitas y un pequeño rincón que parece sacado directamente de Laponia.
Entre las decoraciones más originales está la de Shelly, vecina inglesa que lleva 30 años viviendo en el litoral granadino y que este año ha querido traer un pedacito de sus inviernos de infancia. La suya es una escena muy «gamberra», se trata de una batalla de bolas de nieve entre niños creados a mano con botellas de ocho litros.
Todos participan
Según cuenta Alfredo Ortega, empiezan en septiembre y se reúnen por la tarde para ir avanzando. Todo se hace con materiales reciclados: bidones de agua que se transforman en cabras, palos del campo que se convierten en árboles, telas viejas que vuelven a ser bufandas y cajas de fruta reconvertidas en vagones de tren.
En la parte baja del pueblo, la familia de Cristina Martín ha querido dar un giro divertido a la Navidad con la casa del Grinch.
Recorrer La Garnatilla en diciembre es entrar en un lugar donde la Navidad se vive sin prisas, donde cada puerta tiene una historia, cada esquina guarda un detalle y cada vecino aporta algo.
Quizá esta sea la excusa perfecta para unir a la gente, compartir ideas, reciclar materiales, inventar y, sobre todo, hacer felices a quienes se acercan a esta pedanía a vivir un momento único.
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