J.Martín
Granada

«He cortado los árboles que mi padre plantó hace 30 años»

La crisis deja un daño emocional y económico a miles de familias; En Íllora y otras zonas del olivar hay pozos que se secan por primera vez

Domingo, 16 de abril 2023

«He tenido que cortar todo lo que mi padre sembró hace 30 años. Se murió pensando que el agua de las canalizaciones de Béznar- ... Rules llegaría en un tiempo. Hizo bien en no plantar todo el bancal. Hoy no sabemos ni cuando llegarán las canalizaciones y yo talo parte de sus árboles de subtropicales para no perderlo todo», cuenta Ángel Rodríguez Mingorance, agricultor en Almuñécar-La Herradura y miembro de la junta de la Comunidad General de Regantes del Bajo Guadalfeo.

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Ya le ha pasado la sierra a cerca de 200 aguacateros y mangos qu e han cambiado el verde y el marrón por el blanco de la pintura plástica que los protege contra el sol. Los nísperos se les han quemado completamente por la falta de agua y ahora se pregunta qué será lo siguiente.

Las pérdidas económicas son casi tan incalculables como las emocionales. Ha tenido que «crucificar» incluso el árbol que servía también a sus hijas de columpio para la infancia y no recuperará nada en los próximos años.

En Cúllar Baza, Antonio Jesús Torres, cerealista y almendrero de 48 años, cuenta que la hierba que tendría que medir al menos 40 centímetros de altura no es forraje. Ni para pasto, suma como mucho los ocho centímetros. Los campos del Norte de la provincia son eriales, no llueve desde noviembre. Torres es la quinta generación de una saga de agricultores y este año ha sido desastroso para su finca. Lo más «trágico» que recuerdan los suyos.

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El olivar es el motor económico y el pegamento que mantiene a la población y da empleo a centenares de granadinos en la comarca. En Íllora se echan las manos a la cabeza. Los pozos se secan por primera vez para muchas familias que miran atónitas y con preocupación al cielo. Cristóbal García, agricultor olivarero, presidente de la cooperativa San Rogelio y vocal de Dcoop, cuenta que la cooperativa cuenta con 700 familias socias en Íllora y pueblos cercanos.

«Dependemos de las cooperativas, nos vamos a despoblar m´s con la sequía y las crisis que sufre el campo. Ya no hay relevo generacional y en las últimas campañas se ha notado la merma económica», explica. «Tengo varias fincas de regadío y en una no puedo regar porque me he quedado sin agua. Estamos asustados con el clima, es la peor sequia que ha conocido como agricultor y la peor cosecha ha sido la de 2022 en los 23 años que llevo en esto», cuenta. En su pueblo han dejado de ingresar en torno a 10 millones de euros.

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