El colegio granadino de los nueve niños que entrelaza tres países
El centro educativo de Sorvilán mantiene abiertas sus puertas con alumnos egipcios, polacos y españoles
Enclavado en las montañas de la Costa granadina, el colegio rural de Sorvilán es mucho más que un simple aula donde se imparten clases. Podría ... decirse que es un microcosmos lleno de vida, diversidad y aprendizaje que, contra viento y marea, se mantiene abierto con solo nueve alumnos de distintas edades y nacionalidades. Este centro escolar, que abarca desde Infantil hasta Quinto de Primaria, es una de las tres sedes del CPR (Colegio Público Rural) Sánchez Mariscal de La Mamola. Entre sus paredes, cuatro niños polacos, dos egipcios y tres españoles conviven, se ayudan y crecen juntos.
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La rutina del colegio es «única». Cada mañana, a las 9 en punto, las voces de los niños rompen el silencio del pueblo, que parece detenerse para escuchar cómo este rincón de la pequeña localidad sigue latiendo.
Los alumnos, que tienen entre 3 y 12 años, comienzan la jornada «con entusiasmo». «Cantamos canciones de buenos días con los más pequeños, hablamos un poco sobre cómo fue el día anterior, compartimos historias y establecemos un ambiente cercano y familiar», explica Nerea Santiago, tutora del centro.
Después de este momento de conexión, comienza el verdadero reto: coordinar a un grupo de niños de diferentes edades y niveles en una misma aula.
Según detalla, las clases de matemáticas, lengua o conocimiento del medio se organizan para que los mayores trabajen en proyectos más complejos mientras los más pequeños realizan tareas adaptadas a sus capacidades.
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Por su parte, los niños de Infantil, realizan actividades más manuales, siempre bajo la mirada atenta de la profesora. «Los pequeños se ayudan muchísimo entre ellos. Trabajar en un único aula fomenta la autonomía y la empatía, creando un ambiente de aprendizaje que quizá es más difícil encontrar en colegios más grandes».
Como bien señala la profesora de francés y plástica, Loli Jiménez, tienen un valor añadido y es que tienen que ser «muy previsoras y creativas». «Hay alumnos que no hablan español, así que, para enseñar francés, a veces recurro al inglés. Además, los más pequeños necesitan mucha atención, y todo esto requiere una buena organización».
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Los niños aprenden gracias a la dedicación de las profesoras, que adaptan cada actividad a las edades y niveles de los alumnos: «En la hora de Educación Física, por ejemplo, se utiliza el juego como lenguaje universal. «Aunque haya diferentes idiomas y edades, jugar es algo que todos entienden», explica Nerea.
La vida para un pueblo
La alcaldesa de Sorvilán, Pilar Sánchez, defiende la importancia de mantener abiertos los colegios rurales, incluso cuando cuentan con muy pocos alumnos. Según sus declaraciones, «es muy importante mantener los colegios rurales abiertos aunque sean para pocos niños. En el pueblo hemos llegado a tener sólo dos alumnos y las puertas nunca se han cerrado».
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Para la alcaldesa, el mantenimiento de estos centros educativos va más allá de la enseñanza: «Mantener un colegio rural abierto es muy importante porque es vida para un pueblo». Además, subraya la necesidad de evitar que pueblos pequeños pierdan servicios esenciales. «Si se cerrara el colegio, los niños tendrían que trasladarse en autobús a otro centro».
Día tras día, en cada juego, en cada lección aprendida y en cada gesto de compañerismo, los pequeños rompen las barreras culturales y demuestran que la educación es una oportunidad que no entiende de fronteras.
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