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Manuel muestra sus papeles junto a un cartel que indica que habrá cambio de horario en el bar.
"La cárcel no va a servir para reinsertarme porque ya estoy integrado en la sociedad"

"La cárcel no va a servir para reinsertarme porque ya estoy integrado en la sociedad"

Manuel Castaño, hostelero de Salobreña y padre de dos hijos, pide que le cambien la pena de prisión por trabajos a la comunidad

laura ubago

Miércoles, 8 de abril 2015, 00:23

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Manuel aparta del fuego algo que huele a gloria y se sienta en su bar de Salobreña a contar las penas. La pena que tiene de tener que dejar aparcada su vida y a su familia y la pena que ha hecho que en pocos días tenga que entrar en la cárcel. Este salobreñero disimula las lágrimas porque detrás están sus hijos (de 10 y 15 años), que asisten con toda la normalidad posible a una jornada en La Esquina, el negocio familiar y en el que, con esfuerzo, habían conseguido elaborar un menú diario de catorce primeros y catorce segundos. «Ahora habrá que recortarlo. Son unos días de mucho lío, tengo que dejar todo el papeleo atado para que mi mujer lleve las riendas», explica Manuel Castaño mientras Mari Carmen, su esposa, atiende las mesas.

En las manos de Manuel hay un puñado de papeles con fechas que le bailan y toda una historia que él resume como «un cúmulo de circunstancias y de mala suerte».

La cosa es que, este salobreñero de 40 años que ha pasado media vida en Teruel trabajando en la construcción, tendrá ahora que colgar el delantal y entrar en prisión en breve.

Él se siente una persona absolutamente normal y no se imagina en la cárcel. «No va a servir para reinsertarme porque soy una persona completamente integrada, tengo mi familia y mi negocio», afirma con impotencia. El abogado de Manuel antes de oficio, ahora de pago ha jugado la última carta a un recurso para que le suspendan la condena o le sustituyan la pena por trabajos en beneficio de la comunidad. «Hay gente que ha hecho cosas muchísimo peores y no ha entrado en prisión», expone Manuel, que siente que le ha juzgado «una máquina sin humanidad» y que se compadece de los que «se sientan como yo dentro de esta red que es el sistema judicial».

Castaño explica que tenía antecedentes por las rencillas con un familiar y temas de herencias. «Me denunció dos veces: una por quitar una cancela para entrar al cortijo de mi familia y otra porque decía que le había robado enseres de este inmueble». Con esto a las espaldas, Manuel tuvo un tropiezo conduciendo y aunque «gané la parte en que decían que iba ebrio y circulando sin puntos, los guardias dijeron que me di a la fuga cuando me pararon y era su palabra contra la mía», aclara este empresario salobreñero.

El caso es que esta es la versión de Manuel y la realidad es que al tener una sentencia de 2011 que le condena por «resistencia grave a la autoridad» y otra de 2014 que le condena como «autor de un delito de robo con fuerza en las cosas», los nueve meses y un día «de un delito contra la seguridad vial» le harán ir a la cárcel de manera inminente «porque se ve que no pueden esperar a que se resuelve la petición de los trabajos a la comunidad», dice Castaño, que anota que las sentencias son fruto «de haber firmado acuerdos sin llegar a juicio».

El alcalde de Salobreña ha escrito un informe asegurando que Manuel está completamente integrado. Todos estos papeles los lleva debajo del brazo a la cárcel con la intención de que revisen pronto su caso.

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