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El flamenco muerto en la zona del Gambullón de Salobreña, con el impacto en el pecho.
El último vuelo del flamenco

El último vuelo del flamenco

La muerte violenta de un joven ejemplar de esta ave migratoria en Salobreña desata la indignación en la Costa

FERMÍN ANGUITA

Jueves, 16 de octubre 2014, 01:08

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Su preciosa altivez terminó convertida en un guiñapo de plumas yermas. Y su ansiado viaje hacia la costa africana acabó, de manera brutal, en el Gambullón de Salobreña. La muerte de un flamenco joven anillado (de poco más de un año), ocurrida durante la jornada del pasado domingo, ha originado una auténtica conmoción popular en la Costa que podría convertirse en indignación si se demuestra que detrás de ello está la mano del hombre.

Pero todo está por demostrar aún, toda vez que los restos se encuentran desde ayer en el Centro de Recuperación de Especies Amenazadas dependiente de la Delegación de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en Granada, donde se le iba a practicar la correspondiente necropsia.

La presencia del ave en estos terrenos de vega muy cercanos al caserío de Salobreña no había pasado desapercibida para la gente durante los días anteriores; en realidad, la llegada de flamencos a la Costa de Granada es un hecho no masivo «pero sí habitual», como explica el coordinador de la asociación ecologista Buxus, José Miguel Larios. De hecho, en la motrileña Charca de Suárez hay, ahora mismo, algunos ejemplares y en esta época del año suelen permanecer varios días e incluso en ocasiones hasta un mes, antes de dar el salto definitivo hasta el continente africano.

El ejemplar en cuestión, anillado en Francia, posiblemente llegó aquí costeando y se detuvo a descansar para tomar fuerzas: «Llegan desfallecidos -explica Larios- y de hecho el pasado viernes recogimos otro ejemplar vivo en La Chucha».

Pero el flamenco que llegó a Salobreña no tuvo tanta suerte. El fotógrafo David Gómez acudió el domingo a la zona donde el ave reposaba, ilusionado con captar momentos únicos de un animal que se caracteriza por crear belleza en todos sus movimientos. Pero en lugar de su porte gallardo se encontró con una especie de muñeco tirado; al principio, David pensó en los habituales envenenamientos... «Llamé a mi amigo Francis Paloma y la sorpresa me la llevé cuando le dimos la vuelta y descubrimos que su muerte no fue natural». En efecto, el propio fotógrafo relata que «tenía un impacto en el pecho no sabemos si es de arma de fuego o punzante», por lo que las hipótesis son varias, desde la mano del hombre hasta un accidente fortuito del flamenco hasta caer y quedar ensartado en una cañavera o que esta le fue clavada con saña. Si se confirma alguna de las opciones más dolosas, evidentemente las consecuencias son distintas y más graves.

De hecho, ayer mismo la candidata a la alcaldía y número uno del Partido Popular de Salobreña, Mari Carmen Vílchez, condenó «la agresión» al flamenco que llevaba días descansado en el paraje de El Gambullón y que apareció muerto por una herida en la zona del pecho, «supuestamente un disparo».

Según Vílchez, dos vecinos de Salobreña, que fueron a disfrutar de la preciosa imagen de esta ave, «la descubrieron tumbada en el suelo y, posteriormente, vieron que alguna persona lo agredió para darle muerte». El PP de la Villa ha ido a más al mostrar su rechazo a hechos como este, «haciendo pública su disposición para acabar con actitudes como la del autor de la muerte del animal»; al mismo tiempo, los populares han exigido a las administraciones públicas que se pongan manos a la obra para, en la medida de sus competencias, detener este tipo de comportamientos.

Contrasentido

Para la asociación Buxus el asunto es, cuando menos, preocupante. El animal fue entregado el lunes al personal experto de la Charca de Suárez en Motril, cuyos responsables procedieron a la conservación del ejemplar hasta su envío al centro granadino.

El coordinador de la asociación motrileña opina que, si se demostrase finalmente la autoría humana, es un tremendo contrasentido en relación a la lucha por la preservación animal que se está convirtiendo en un emblema de la zona; «se ven bandadas increíbles durante la noche y muchos flamencos, al final, se detienen aquí», explica.

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