Cuando comer se convierte en una pesadilla
El hospital Virgen de las Nieves lleva atendidos 47 pacientes en su unidad de trastornos de conducta alimentaria, que acaba de completarse con el primer área de hospitalización para casos agudos que hay en Andalucía
Sergio González Hueso
Granada
Domingo, 21 de noviembre 2021, 00:09
El nombre de Laura está escrito en un vaso de plástico abandonado en el comedor. Allí está, solo, junto a otros tres en el que ... también aparece el nombre de sus compañeras. Son cuatro y acaban de atravesar su particular vía crucis. Han terminado de comer, lo que para ellas es como subir un puerto de montaña con una mochila llena de piedras a la espalda. Sus nombres son ficticios, pero no así el padecimiento que les tiene ingresadas en la primera área de hospitalización específica para pacientes con trastornos de conducta alimentaria constituida en Andalucía.
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Fue hace un mes y medio cuando el hospital Virgen de las Nieves pudo completar los recursos con los que trata de combatir un tipo de trastorno de salud mental en los que se ha producido una explosión de casos a raíz de la pandemia. Estos han crecido un 15% o un 20%, según las estimaciones que maneja el sector en Granada. El crecimiento ha tenido lugar sobre todo tras el confinamiento estricto. La presión ambiental y las especiales condiciones a las que se vio sometida la sociedad lanzó al abismo a muchos jóvenes, que trataron de compensar su sufrimiento cuidando su apariencia de forma obsesiva.
«Los TCA, los trastornos de conducta alimentaria, se han convertido en una epidemia. Su prevalencia se mueve hoy entre un 4% o un 5% de la población. Es muy preocupante», explica el jefe de servicio de Salud Mental del complejo hospitalario con sede en la Caleta, José Guerrero. Habla del peligro de unas enfermedades que en muchas ocasiones se silencian por miedo al estigma. Son conocidas por todos: bulimia nerviosa, anorexia o los atracones. Trastornos que tienen como base la «relación atípica con la comida» de quienes los padecen.
«Pueden ir desde la restricción de comer, como puede ser la anorexia, a los atracones y las purgas, que apuntan más a la bulimia», resume el coordinador de la unidad de TCA de Granada, Carlos Martínez. El psiquiatra está al frente de un equipo conformado por un amplio abanico de profesionales de distintas ramas: desde psicólogos, a endocrinos pasando por enfermeros, terapeutas o trabajadores sociales.
El recurso se puso en marcha durante la pandemia. En uno de esos respiros que ha dado el virus en este último año y medio. La necesidad de generar un espacio específico para tratar estas enfermedades hizo posible que se abriera primero un área ambulatoria en el antiguo edificio Licinio de la Fuente. O si lo prefieren, el actual centro de consultas externas del Virgen de las Nieves. Desde entonces, por estas instalaciones han pasado 35 pacientes, en su mayoría chicas adolescentes. A las que habría que sumar el resto que ya han sido atendidas en otros recursos de esta unidad específica. En total 47, de acuerdo a los datos oficiales.
El abordaje es multidisciplinar, explican en la unidad. Con los usuarios se trabaja de 9 a 15 horas en multitud de facetas, siendo el comedor terapéutico la principal herramienta que dispone el equipo de sanitarios para tratar de educar alimentariamente a estas personas. Es necesario hacerlo, porque para ellas es el momento más tenso de sus vidas.
«Estoy en paz»
«Para mí, comer es como hacer puenting», trata de explicar Úrsula, paciente crónica de una anorexia restrictiva. Ella fue una de las personas que pasó por este recurso sanitario al poco de inaugurarse. Y por suerte, va mejorando. «Estoy en paz», dice en uno de los pasillos de la citada unidad, donde el día en el que se ha pasado a saludar están sirviendo un abundante menú compuesto por tres platos: lentejas, bacalao al horno con patata asada y kiwi. «Las lentejas están riquísimas», informa esta mujer, también madre, que hoy se encuentra entre la treintena de pacientes que acuden a las consultas clínicas, otra de las patas que tiene este recurso.
«A ellas acuden las personas que, o bien están mejor, o en caso contrario, su tratamiento está en un estadio inicial y rechazan, entre otras cosas, el comedor», resume Carlos Martínez, que explica que el abordaje es integral y que se particulariza en cada paciente. En el ambulatorio de día trabajan con ellos en grupo con la ayuda de terapias, talleres o clases, como por ejemplo de yoga, pero también hay sesiones de lectura de periódicos o más específicas como de psicoterapia corporal, entre otras. «Formar parte de un grupo tiene efectos terapéuticos.
Más para personas que suelen encontrarse aisladas», explica la psicóloga EncarnaciónRodríguez, que apunta a que ya no es tanto por lo que supone relacionarse con otras personas que comparten el mismo dolor, sino también por el valor que tiene poder sentir apoyo ante situaciones tan incómodas para ellas como el simple acto de comer.De ahí que este momento esté protocolizado. El menú se sirve a la vez para todo el mundo, hay música para destensar y se le tiene que dedicar al menos quince minutos a cada plato. Se come frente a profesionales sanitarios, se prohibe tratar algunos temas sobre el peso o la figura y luego se trata de hacer sobremesa con juegos para que aflore el compañerismo y la tranquilidad.
Esta parte del tratamiento se completa con otra más personalizada: las sesiones individuales, donde se busca llegar a la raíz del problema, que en la mayoría de los casos comienza a edades tempranas con la amenaza de que el tiempo lo cronifique. Esto es precisamente lo que busca evitar la unidad de TCAdel Virgen de las Nieves, en la que también se trabaja contra otros riesgos más peligrosos ante un tipo de trastorno que también mata. Precisamente para los casos agudos, el Virgen de las Nieves ha creado una zona hospitalaria, que es la primera de toda la región. Se ha habilitado en el hospital Materno Infantil.
La fuente
Consta de seis habitaciones, un comedor con vistas a una fuente relajante y una sala biblioteca en la que también se puede ver cine a través de un proyector y una pantalla gigante. En principio tiene vocación regional, pues no hay otro recurso así en Andalucía, aunque en Málaga ya se está trabajando en una segunda área hospitalaria que pueda también incorporarse a la cartera del SAS.
En el área granadina hay ingresadas ahora cuatro chicas. A ellas se les trata y se les hace un seguimiento las 24 horas del día. Su estado de salud es precario y en algunos casos su grado de desnutrición es severo. «Nosotros aquí diagnosticamos el trastorno orgánico que les ha provocado su enfermedad. No solo es medir el índice de masa corporal sino también la alteración que haya en sus analíticas. Y a partir de ahí ponemos en marcha un tratamiento adecuado a su cuadro clínico», explica el endocrino Martín López de la Torre.
Señala que el abordaje gira sobre varios ejes. Y uno de ellos es el tratamiento de base nutricional, porque para estos pacientes es necesario recibir un soporte alimentario, que en los casos más graves, cuando la restricción es total, este solo se puede hacer a través de una sonda nasogástrica. Laura lleva una. Deja atrás el comedor y se dirige con su bata hospitalaria a la habitación. Lo hace con tranquilidad y acompañada por Irene, enfermera de Salud Mental. Cuando llega se sienta sobre la cama de espaldas a la cámara y la profesional le agarra la mano con dulzura. IDEAL quiere visibilizar su enfermedad y ella se presta para que todo el mundo sepa que su problema existe y que se puede curar.
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