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Una de las naves de las antiguas cocheras de Transportes Rober, repleta de basura y pintadas.

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Una de las naves de las antiguas cocheras de Transportes Rober, repleta de basura y pintadas. Javier Morales

Las antiguas cocheras de Rober son ahora un vertedero y un refugio de indigentes

La antigua sede de Rober es ahora cobijo de indigentes y punto de encuentro de tribus urbanas | La nave y las oficinas solo están protegidas por unas vallas metálicas abiertas y un cordón policial destrozado

Javier Morales

GRANADA

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Miércoles, 2 de mayo 2018, 13:18

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Las antiguas cocheras de Transportes Rober en la avenida de Dílar son ahora nueve mil metros cuadrados de abandono. Desde que la empresa dejara las instalaciones, en el año 2015, este perímetro se ha deteriorado hasta convertirse en un páramo salpicado por escombros y malas hierbas, dos edificios que parecen en ruinas y una nave inhóspita plagada de pintadas y en la que se amontona la basura. Según algunos residentes de las viviendas más cercanas, hay «tribus urbanas» e indigentes que acceden a la zona cuando cae el sol.

No es asunto difícil. Por la puerta de avenida de Dílar resulta prácticamente imposible entrar sin dar un buen salto por las puertas metálicas por las que tiempo atrás accedían los autobuses. Junto a ellas, una garita abandonada con una bombona azul en su interior. Pero por la calle Colegio de Veterinarios -paralela al río Monachil-, y junto a la entrada del colegio Gallego Burín, hay un acceso desprotegido, cubierto solo por vallas amarillas de obra abiertas y un cordón policial destrozado. Cualquiera puede entrar.

Desde allí, a la izquierda queda un edificio de ladrillo en el que no hay ventana alguna. También sería sencillo acceder, aunque el mal estado de los techos, visible a través de los huecos que dejan las ventanas, lo desaconseja. Junto a este edificio hay una inmensa nave. Su interior está lleno de grafitis, en su mayoría firmas que, a juzgar por el color, parecen recientes. En el suelo, negro en varios puntos, quizás a causa de alguna hoguera, dominan la ropa desperdigada y algunos restos de pequeños botellones y basura: litros, latas, bolsas de comida, colillas...

Al otro lado del pavimento en el que maniobraban los autobuses años atrás hay otro inmueble de ladrillo en similares condiciones. No hay ventanas ni puertas, es sencillo entrar hasta las oficinas. Desde las rendijas de avenida de Dílar es también posible introducir el objetivo de la cámara para observar lo que hay en el interior. Los falsos techos están arrancados y, aparentemente, no queda ningún cable. En el suelo se extienden los cascotes de la zona superior y, por las paredes, como en el otro edificio, los grafitis, signo de la presencia humana en esta zona cuyo acceso está prohibido.

Cuando se produjo el traslado de las cocheras, los vecinos llevaban años reclamando la salida de los autobuses de su barrio. Tráfico, ruidos, contaminación... En 2003, el Ayuntamiento expropió a Transportes Rober los terrenos de las cocheras y los vendió a un promotor que luego se encontró con la parcela ocupada por los autobuses.

La compañía que compró los terrenos pretendía construir allí una promoción de 220 viviendas que llegó a anunciar con carteles en la zona. Sin embargo, los inmuebles jamás se llegaron a ejecutar.

Ahora, las antiguas cocheras están 'okupadas'.

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