Cinco panaderos granadinos relatan cómo les afecta la subida de costes: «En Alfacar se ha perdido la alegría»
Profesionales del sector en la provincia comparten su preocupación y analizan las consecuencias de esta crisis de rentabilidad
La desesperación y la impotencia son los sentimientos generalizados en los que se han instalado los panaderos de toda la provincia, que están sufriendo de ... lleno los efectos de precios desbocados de la energía y las materias primas. Aseguran que los márgenes de beneficios son ya pírricos y vendiendo prácticamente al mismo precio que les cuesta producir sienten que llevan meses haciendo un pan como unas tortas.
Gabriel Vílchez (Pte. Indicación Geográfica Protegida Pan de Alfacar y Horno de Gabriel)
«Las panaderías llevamos meses sin ver beneficios»
Siendo un crío, en 1965, Gabriel Vílchez se escapaba de la escuela en el rato del recreo para que su abuelo le derritiera chocolate dentro de un bollito de pan recién sacado el horno. «El bollicao lo inventé yo», reivindica entre risas este miembro de una de las grandes sagas panaderas de Alfacar, el pueblo granadino del buen pan. A la una de la madrugada se levanta para ir a trabajar y la jornada termina a las tres de la tarde, después del reparto. El Horno de Gabriel, con despachos en Granada y el Área Metropolitana, tiene 15 trabajadores.
«Las empresas no vemos beneficios desde hace meses. Seguimos aguantando, esperamos a que cambie algo, pero no vemos luz a la situación. Si la materia prima y la energía no bajan, a principios de año veremos cierres», asegura Gabriel Vílchez, que ahora se pone serio.
La crisis de las panaderías se nota ya, según asegura, en la economía de Alfacar, un pueblo que vive del pan, con 32 obradores que sostienen 200 empleos directos. «Estamos todos sufriendo. No tenemos solvencia, si viene un gasto imprevisto al negocio tiemblas», resume.
Francis Vílchez (Pastelería Zarina y Pte. Asociación de Pasteleros)
«Me estoy planteando volver al horno de leña»
En esta campaña de Navidad, además de azúcar, manteca, harina y almendras, a los dulces van a tener que echarles «más imaginación que nunca porque no hay manera de que salgan las cuentas». Lo explica así el propietario de Pastelería Zarina de Alfacar, Francis Vílchez, que además es el presidente de la Asociación Pasteleros de Granada y de la Federación Andaluza de Pastelería.
«Elaborar mantecados nos cuesta el doble este año y ya no es solo un problema de costes es que casi tienes que dar las gracias porque te suministren», esgrime Vílchez. Como propietario de un prestigioso centro de formación de pastelería en Alfacar, a donde acuden a hacer cursos pasteleros de toda Andalucía, Vílchez pulsa a diario la angustia de todo el sector.
«Los beneficios de los negocios se los lleva la luz. Yo me estoy planteando volver ahora al horno de leña», asegura. «El mensaje que nos lanza la administración es que tenemos que ser más competitivos. ¿Cómo? Es imposible con estos costes, ¿despidiendo a gente? Tengo ocho empleados, son mi familia, no voy a despedir a nadie», sentencia Vílchez. «La peor pandemia no era la de la covid, hay muchas empresas que ya venían heridas y que no van poder aguantar más», vaticina.
Margarita Núñez (Flor de Vainilla)
«No he subido precios porque me salgo del mercado»
Las galletas con decoración inspirada en los mosaicos de La Alhambra son una de las señas de identidad del obrador de pastelería de Margarita Núñez, en La Zubia, que no ha subido los precios a pesar del incremento de los costes de a materia prima. «Trabajamos en contra de nuestros márgenes de beneficios. No puedes subir los precios porque te sales del mercado y el cliente no concibe las grandes subidas», relata preocupada la pastelera. En su caso, además trabajan como proveedores de hostelería y pactaron contratos a principios de año que ahora están totalmente desfasados. «Lo peor es que no hay una justificación clara de esta subida tan general de precios, me pregunto si no hay también un componente de especulación», esgrime.
Pedro Navarro (Panadería Casildo de Baza)
«Estamos muy preocupados con la campaña de Navidad»
Pedro Navarro es la tercera generación al frente de la Panadería Casildo, un histórico negocio que lleva desde 1944 en Baza. Con la campaña de Navidad a la vuelta de la esquina, Navarro muestra su preocupación por la incertidumbre que vive el sector. «No sabemos qué hacer, no podemos repercutir los costes porque dejaríamos de ser competitivos y porque el cliente no puede pagar las consecuencias. Además tenemos miedo a la competencia de las grandes superficies, ellos barajan otros costes al comprar a gran escala», comenta. «Mis padres dicen que la crisis de 2008 fue horrorosa, pero esta pinta cada vez peor», concluye preocupado.
Jorge Rodríguez (Horno del Progreso)
«Nos van a arruinar, a las pymes nadie nos defiende»
El pasado verano José Rodríguez tuvo que inyectarle 50.000 euros de su patrimonio personal a su negocio, la panadería Horno del Progreso, para hacer frente a la escalada de costes. «Pero el dinero se acaba y no llegan soluciones», protesta. Rodríguez muestra en la pantalla de su teléfono móvil la última factura del gas –8.278 euros por lo que a principios de año le costaba 2.200 euros– para justificar por qué los pequeños empresarios tienen motivos para estar indignados. «Nos vamos a arruinar. Están apretando a las empresas hasta el límite de la inviabilidad. De la factura energética la mayor parte son impuestos, ahí puede actuar el Gobierno y no lo hace. Las pymes estamos asfixiada y nadie nos defiende. Si no se toman medidas a principios de año vamos a ver cierres y no solo de panaderías, sino de todo el que necesite la energía para trabajar», sentencia.
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