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Mónica Alférez, en el lugar donde encontró la caja, frente al CETIC. En pequeño, el 'paquete radioactivo'. IDEAL
Extraño caso en Granada | «Una chica ha metido un paquete radioactivo en el edificio»

En el CETIC de Granada: «Una chica ha metido un paquete radioactivo en el edificio»

Mónica Alférez encontró en un paso de cebra de Granada una caja en la que se leía «entrega urgente» a un hospital privado: «sólo pensaba en que le iba a salvar la vida a alguien». Resultó ser radioactivo

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Lunes, 21 de octubre 2019, 15:09

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Lo más importante de esta historia es la lección final. Más allá de las buenas intenciones, la aventura de la granadina Mónica Alférez-Valenzuela Gallego (Baena, Córdoba, 1972) -y del resto del CETIC de la UGR, de rebote- deja un mensaje claro en voz de la propia Policía Nacional: «En caso de encontrar un paquete de estas características: No tocar. No mover. Y llamar inmediatamente a la Policía». Dicho lo cual, esto es lo que pasó el miércoles pasado, cuando una caja que transportaba contenido radioactivo apareció en un paso de cebra.

Eran las 8.45 de la mañana. Mónica Alférez, directora freelance de proyectos de marketing, conducía hacia el CETIC (Centro de Empresas de las Tecnologías de la Información y la Comunicación), donde tenía una reunión en la agencia de comunicación Terceto, donde colabora. Entonces, justo enfrente del edificio, vio un paquete en mitad de la carretera. «Pasé de largo. Conforme giraba pensé que si alguien iba en moto o en bici se podría dar un piñazo. Así que volví a quitarla de en medio». Al bajar del coche, la pegatina de la caja la miró directamente a los ojos: «Entrega urgente», decía, a un hospital privado. «No miré más la caja. No me percaté de otras pegatinas ni tuve curiosidad de darle más vueltas. La metí en el coche rápidamente y pensé que tenía que llamar al hospital; pensé que le iba a salvar la vida a alguien». Una vez aparcada, con calma, giró la caja y se topó, ahora sí, con una enorme pegatina en la que se leía «material radioactivo». A Mónica le dio una risilla nerviosa que todavía dura. «Si me pongo verde -pensaba- ya sabemos por qué es».

«Yo no hacía más que decirme que si iba en una caja de cartón, muy peligroso no sería... por eso me lo llevé adentro»

Pero lo cierto es que, pese a las risas, se preocupó. «Yo no hacía más que decirme que si iba en una caja de cartón, muy peligroso no sería... por eso me lo llevé adentro». Efectivamente, Mónica subió al edificio con la caja misteriosa y llamó al instante al hospital que indicaba la tarjeta, que se encontraba en Benalmádena. Le dijeron que llamara a la policía. «Llamamos. Les conté lo que había encontrado. Y al momento me llamaron otra vez, de la Policía Nacional para saber dónde estaba, si tenía el paquete, en qué estado estaba... En ese momento, justo entonces, me dije 'espérate, que la he liado de verdad'».

Mónica Alférez, en el lugar de los hechos.
Mónica Alférez, en el lugar de los hechos.

Unos minutos más tarde llegaron hasta cuatro agentes de la Policía Nacional, incluyendo especialistas del TEDAX. La noticia ya corría por los pasillos del CETIC y el runrún se escuchaba con claridad por la colmena de empresas. «¿Que han metido una caja radioactiva aquí?», preguntaban desde otras oficinas. Las miradas nerviosas y los corrillos por las esquinas no estuvieron faltos de algún episodio de auténtica malafollá granadina: «En la oficina empezaron a poner música de 'Stranger Things'... Me miraban como diciendo '¿cómo has sido capaz de hacer esta barbaridad?'. ¡Yo sólo pensaba que alguien podría necesitar lo que hubiera en la caja

«En la oficina empezaron a poner música de 'Stranger Things'... Me miraban como diciendo '¿cómo has sido capaz de hacer esta barbaridad?'»

Los agentes se llevaron el paquete a la escalera de emergencias. Uno de ellos, que vestía mono y guantes, lo manipuló con detenimiento. Estuvieron unas tres horas allí, comunicándose en inglés, francés y español. «Hasta que el del mono se marchó y regresó con un contenedor en el que introdujo el material. Otros dos policías nacionales le custodiaron». Antes de irse, los agentes les explicaron que no debían preocuparse, que estaban siguiendo el protocolo de seguridad y que, efectivamente, habían comprobado que no había habido ninguna fuga.

«En las tres horas trataron de descubrir qué había dentro, supongo. Y me dijeron que, la próxima vez que me encontrara una caja radioactiva, llamara desde el lugar donde lo encontrara». Al parecer, según entendió Alférez, se trataba de un «tratamiento de quimioterapia» que debían recibir ese mismo día, en Benalmádena. «De niña le decía a mi padre que siempre me pasaban cosas raras y él me respondía que no, Mónica, eres tú la que quieres que te pasen. No sé. Desde luego a mis hijas les dirían que ni se les ocurra hacer esto. Yo sólo pensaba en que era una buena obra, que podía arreglar algo. No pensé en mi seguridad».

La caja misteriosa.
La caja misteriosa.

El día transcurrió entre risas. Por suerte, la historia de la caja misteriosa terminó en anécdota. «Cuando se marchó la policía del CETIC escuché en las escalerillas a la gente: ¿No te has enterado? ¡Ha estado la policía, una chica ha metido un paquete radioactivo en el edificio!. Yo no era consciente, de verdad... Qué día más extraño», ríe, mientras se lleva la mano a la cabeza.

La Policía Nacional, tras comprobar que no había filtración y adoptar las medidas de seguridad para trasladar el paquete, aprovechó para lanzar un mensaje doble a los presentes. Por un lado, tranquilizador: «No debe generarse alarma, estamos preparados para actuar en estos casos, poco habituales». Y, por otro, didáctico: «Este tipo de paquetes no se deben tocar. Ni mover. Se debe avisar a la Policía Nacional inmediatamente».

La propia Policía Nacional ha distribuido este documento de seguridad ciudadana, tras confirmar la interveción realizada el pasado miércoles.

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