Edición

Borrar
Carta abierta a los Reyes Magos (y Majos)

Carta abierta a los Reyes Magos (y Majos)

La crónica del polvorón ·

No os voy a decir que haya sido especialmente bueno a lo largo del 2018, pero tampoco fui malo del todo

JESÚS LENS

GRANADA

Sábado, 5 de enero 2019, 01:22

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Queridos Reyes Magos: Disculpad que os escriba tan tarde, pero como además de Magos sois Majos, estoy seguro de que acusaréis recibo de esta Carta y haréis todo lo posible por traerme algunas de las cosillas que os pido en esta misiva.

No os voy a decir que haya sido especialmente bueno a lo largo del 2018, pero tampoco fui malo del todo. Aun así, comprendería que me caiga algo de carbón, aunque sea como recuerdo y homenaje a una de las actividades industriales más importantes de nuestro país, definitivamente olvidada, cerrada y caída en desuso.

He tardado tanto en escribiros esta Carta porque he estado leyendo catálogos de juguetes, guías de shopping, suplementos con ideas para regalar esta Navidad y separatas varias de diferentes revistas. He paseado por grandes almacenes y diversas jugueterías y solo ahora estoy en condiciones de pedir con sentido y fundamento.

Si me vais a traer muñecas, que sean las LOL. Lo sé, lo sé. Tenéis sobredemanda de cajas sorpresa de LOLs, pero son las que le molan a mis sobrinas. Eso sí: tampoco le vamos a poner ningún pero a los juguetes de la saga de Star Wars. Que ya le vale a Disney, habernos dejado sin entrega navideña de la tradicional película de la Guerra de las Galaxias. Menos mal que, en su día, dejamos escapar 'Han Solo: una historia de Star Wars' y aprovecharemos para verla esta noche de Reyes, mientras vosotros andáis con los regalos a cuestas.

Patinetes, segways y otros objetos eléctricos para 'favorecer' la movilidad, no os voy a pedir. No es por insistir en el tema, pero ya sabéis que este año quiero caminar más, así que os cambio toda esa chismología por la conservación de tobillos y rodillas... y unas buenas botas de montaña. Y unas zapatillas con buen agarre en roca, ¿de acuerdo?

¿Apuntasteis lo de la suscripción a Filmin? Estoy un poco cansado de tanta novedad, posmodernidad y molonidad audiovisual y quiero volver a los orígenes y a los fundamentos del cine. Este año apenas vi cine clásico y, por contra, he visto demasiadas tontás. También quiero volver al cine de autor, al más radical, marginal y al menos habitual. En el 2018 habré visto unas 100 películas. Pocas son. Hay que revertir esa tendencia a ver cada vez más series y menos cine, ¿estamos?

Y libros. Traedme libros.

-¿Más? ¿En serio? ¿Estás tú tonto? Pero si con todos los libros que tienes pendientes por leer necesitarías tres vidas para empezar a ponerte al día. ¡Arboricida, que eres un arboricida!

De todas las impertinencias y salidas de tono del Lench, la peor versión de mí mismo durante estas Navidades, esta es una de las más... certeras, a la vez que inapropiada.

A lo que a mí me pasa, como a otros muchos miles de personas, en japonés se llama Tsundoku. Comprar libros, no leerlos y dejarlos apilados sobre otros libros no leídos, formando columnas cuyo precario equilibrio amenaza con sepultarnos en un infierno de papel impreso. ¿Por qué seguir comprando y atesorando libros? Además del placer que supone llevárselo de la librería después de haberlo elegido del anaquel y tras mirarlo, abrirlo, acariciarlo y hojearlo; cada libro que sumamos al Tsundoku es una probabilidad de lectura cierta. Tenerlo junto a nosotros nos permite soñar con leerlo, más pronto o más tarde. Y esa posibilidad ya resulta reconfortante y satisfactoria en sí misma.

¡Échenme libros, queridos Reyes! No sean cicateros ni timoratos. Novelas, no ficción, cómics, ensayos, libros de fotografía en gran formato, libros de arte... ¡que no falten! Y esto va concretamente para ti, Baltasar: mucho noir, ¿estamos? Que el Rey Mago favorito de los amantes del género policíaco eres tú. ¡Y lo sabes!

-Bueno hombre. Tampoco hay que ponerse así. Nos ha quedado claro. Libros. Fenomenal. ¿Y qué tal algo más moderno, algún chisme tecnológico? Que menudas Navidades analógicamente viejunas te estás marcando...

Dudo, queridos Reyes. Dudo si pediros uno de esos relojes inteligentes y conectados. Un smart watch que me monitorice y controle mis constantes vitales. Que mida mi actividad física y analice la calidad de mi sueño. Que me afee cuando me sorprenda tocándome la vaina más de la cuente. Que me recuerde que debo caminar más, correr más, moverme más. ¿Qué me recomendáis, sabios de Oriente?

Por una parte, me gusta y me apetece. Me parece inteligente, bueno, sano y útil. Por otra, uno de estos relojes va en contra de mi propósito de pasar más tiempo desconectado y en off. ¡Maldita dialéctica tecnológico-analógica! También me gustaría probar con algún videojuego, pero no sabría ni por dónde empezar. He visto uno que parece ser un western. El Red Dead Redemption II. ¿Pensáis que podría yo... con lo torpe que soy...?

Queridos Reyes: otra duda. Siempre se ha dicho que con las cosas de comer no se juega. Pero este año me apetece pediros cositas gastronómicas. Detalles que sirvan para darnos un gustazo. Por ejemplo, cenar en El Claustro y disfrutar de la propuesta de Rafael Arroyo, recuperando recetas granadinas olvidadas y perdidas en el tiempo. O volver a casa de mi querido Álvaro Arriaga. Y al Piolas de Joseíllo Caracuel. Porque la vida son momentos y, con buenas viandas compartidas con los mejores amigos, esos instantes permanecen en la memoria del tiempo.

Pediros viajes es obligado: vosotros venís de lejos, queridos Magos de Oriente, y sabéis lo mucho que aporta ver mundo. Como llevo un par de años bastante quieto, ¿qué tal si desenfundamos el pasaporte y, además de hacer periplos cercanos y caseros, trasponemos a algún lugar bien alejado de nuestras coordenadas? ¿Qué proponéis? Os avanzaré que tengo muchas ganas de volver al África de la naturaleza desbordante y de vérmelas con algún paisaje gélido, además de helado.

No puede terminar una Carta a los Reyes que se precie sin hacer alusión a la consecución de la paz en el mundo y a la dotación de sentido común a las personas que rigen nuestros destinos. Sabemos que los Reyes Magos traen regalos en sus cabalgaduras, pero que todavía no está en sus manos hacer milagros. Aún así... ¡Feliz y mágica noche de Reyes!

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios