Belda 'el pacificador', la sombra granadina de Suárez en la Transición
Desde la provincia | Juan Belda Becerra ·
Juan Belda Becerra es uno de los personajes granadinos más influyentes del siglo pasado. Desarrolló un decisivo papel en la Transición dentro del círculo de confianza del presidente Adolfo SuárezEn los años de la Transición española Adolfo Suárez tenía una larga sombra granadina, un consejero de talante abierto y negociador, en tiempos en los que la cultura del pacto se entendía como una parte más de la política. Juan Belda Becerra, que hoy tiene 86 años, era abogado de Adolfo Suárez y uno de los leales compañeros de camino y confidencias a los que el presidente del Gobierno acudía con frecuencia cuando necesitaba un 'pacificador', un 'arreglacosas', en definitiva, un 'consiguelotodo' en un momento en el que las costuras del país se rompían con frecuencia. Adolfo Suárez sabía que era un hombre de contactos y un profesional respetado en sectores como la iglesia, el ejército o la banca, en donde se agitaban con frecuencia los movimientos por el control del poder tras la muerte de Franco, y él conocía bien a sus dirigentes.
Con el tiempo, Belda no ha perdido ni un ápice de su bonhomía, de su cercanía a la gente, y mantiene vivo un pensamiento en el que solo caben la tolerancia, la comprensión y el cariño, sobre todo a los niños. Se entiende así que cuando su pasos por los pasillos de la política acabaron abrió la puerta al que sería el gran proyecto de su vida: crear en España la organización de Aldeas Infantiles SOS, que se dedica a proteger y cuidar niños sin familia, desamparados o en situación de riesgo.
Juan nace en un pequeño pueblo de Jaén cosido a la frontera granadina, Campillo de Arenas, en el que su familia se ganaba la vida con un taller donde se hacían carros de tiro para los animales de labor que su padre vendía por toda Andalucía. Era, además, el alcalde del pueblo. La buena posición económica de la familia, con cinco hijos, permitió que Juan recibiese una buena formación. Fue internado en los Escolapios, en la capital granadina, para cursar estudios. Llegó a Granada con ocho años y ya no salió de ella, a la que se ha dedicado en cuerpo y alma.
Llegó a Granada con ocho años para estudiar en Los Escolapios y ya nunca abandonó esta provincia, a la que se ha entregado en cuerpo y alma
Era buen estudiante, tanto que siempre estaba en el cuadro de honor del centro. «Mi padre era un hombre duro y poco dado a las emociones. Cuando vino a visitarme al colegio y me vio en un cuadro entre los estudiantes destacados ví que se le saltaron las lágrimas, aunque trató de disimularlo». Su camino estaría en las letras y se licenció en Derecho por la Universidad de Granada, y después también acabó la carrera de Graduado Social.
Impulso educativo
Dice cariñosamente que se 'complicó' la vida colaborando con los jesuitas y con la Congregación Mariana Universitaria, y de ahí nació la idea de crear el colegio Lux Mundi en un inmueble de la zona del Tambor –carretera de Murcia–, prestigiosa institución docente que se mantiene en la actualidad. «El objetivo era cubrir la falta de plazas escolares, que eran muy necesarias. La iniciativa cuajó y se crearon colegios por media España». Además de este centro, fundó también el colegio mayor Garnata, del que fue primer director.
Belda acababa de terminar sus estudios universitarios cuando vive este impulso educativo. Años después, se convertiría en un reconocido abogado en la capital granadina en una etapa en la que fundó una asociación de letrados jóvenes. Su salto a la política estaba cerca, tanto como lo que tardó Adolfo Suárez en requerir sus servicios en Madrid. Belda y Suárez se conocen y traban amistad porque ambos asesoraban jurídicamente a un importante empresario. Suárez lo telefoneó un día para que se desplazase a Madrid y le dijo que España lo necesitaba. «Todavía no era presidente del Gobierno. Juntos empezamos a diseñar un protocolo para desmontar el franquismo, que estaba como una red en todos los estamentos de la sociedad y de las instituciones. Había diferentes grupos de poder que querían el control de España, como la banca, los militares y la propia iglesia. Parte de mi trabajo para Suárez fue entenderme con ellos, aunque con la banca fue más difícil». El presidente le pidió que organizase un encuentro con los principales banqueros españoles de la época porque estaban abusando con los intereses y dificultaban la economía y la vida de las familias. Iban a lo suyo y no ayudaban al país. «A la reunión acudieron todos los convocados, los cinco más influyentes, y entre ellos, Emilio Botín. Durante la reunión puso los pies encima de la mesita situada frente a la del presidente del Gobierno. Adolfo le dijo: 'Señor Botín, aunque yo sea un chulo de Ávila, mientras sea presidente del Gobierno y represente a los españoles usted no me pone los pies encima de la mesa. El banquero se justificó porque dijo que tenía gota y Suárez mandó traerle una banqueta. Fue una demostración de poder, un golpe de efecto para imponer respeto y autoridad. En aquellos años era necesario».
Se salvó de milagro de un atentado de ETA. Pudo abandonar el vehículo segundos antes de que su coche volase por los aires cerca de Somosaguas
Belda tuvo una activa labor junto a Suárez y ambos trabajaron muy unidos en armar una estructura social, económica y política que favoreciese una democracia sólida y seria. «Con Adolfo solo tuve una discusión, que fue muy fuerte porque los dos teníamos mucha confianza para discutir y reflexionar dentro de la amistad. Fue cuando me habló de plantear el Estado de las Autonomías. Le advertí que se crearían reinos de taifas y que se ponía en riesgo la unidad de España. Fui muy beligerante con él. El cortó la discusión y me dijo que me contestaría veinticuatro horas después. Cuando a la mañana siguiente llegué al despacho me encontré encima de la mesa unos gallos de pelea, que se hicieron famosos en la clase política por mi posición 'peleona'».
Cuando los dos dejaron la política, él y tres juristas más del círculo más íntimo del presidente abrieron con Suárez un despacho de abogados en Madrid. Estaba situado en la calle Antonio Maura. Suárez enfermó y cerró el bufete, pero Belda permaneció a su lado hasta su muerte.
De aquellos años recuerda la dificultades en tiempos convulsos y también la voluntad de superación y de salir adelante, aunque hubiese que hacer renuncias personales y, a veces, ideológicas. «Éramos todos o ninguno. Los políticos en la Transición éramos muy vocacionales y había profesionales muy cualificados que aportaban mucho y no por sueldos o dinero. Sentí la necesidad de crear una plataforma para transmitir ilusión, para proyectar buenas sensaciones a la sociedad por encima de tantos problemas y dificultades, y así fue como nació una empresa a la que invitó a los propietarios de La Vanguardia y ABC para crear Antena 3 de radio y después Antena 3 TV». Belda fue el primer presidente de Antena 3 como socio mayoritario en un proyecto al que se sumaron también varias cabeceras de prensa local.
«La Transición me costó el dinero, más de siete millones de pesetas de las de entonces, en dinero invertido, operaciones bancarias que yo avalaba y dinero que dejé de ingresar como letrado. Así que beneficio económico, poco, pero satisfacción mucha, gané millones de buenas sensaciones de saber que estábamos haciendo lo correcto, y el tiempo ha demostrado que no lo hicimos tan mal, cada uno desde su posición aunque ahora haya quien intente desacreditar esa labor».
«Botín puso los pies en una mesilla en el despacho del presidente Suárez y éste le ordenó quitarlos. Fue un golpe de efecto y autoridad»
juan belda becerra
Pero también hubo tiempo para el dolor por la crueldad del terrorismo etarra. Con el paso de los años, Juan Belda no ha conseguido borrar dos momentos amargos de su vida: los atentados de ETA. En uno de ellos, su coche voló por los aires. Se salvó de milagro. «Volvía de Somosaguas camino del despacho y empezó a salir humo del motor. De pronto, se echaron encima dos motoristas y me sacaron del automóvil. Eran escoltas y no sabía que los tenía. Fue salir y el vehículo saltó por los aires».
Belda, que había ganado dinero en negocios extranjeros, dedicó parte de los beneficios para ayudar a familias víctimas de ETA, a las que gestionaba la apertura de estancos. «ETA lo sabía y no me lo perdonó. Eso y mi papel político».
Su segundo mal recuerdo ocurrió con el intento de golpe de estado el 23F. Venía camino de Granada cuando ocurrió. Primero llamé y hablé con el secretario del presidente, Aurelio Delgado. Sobre las siete de la tarde me llamó él y me dijo que me fuese de España con mi familia, porque habían pillado una lista a los golpistas de los que iban a fusilar y estaba yo de los primeros. No llegué a entrar en Granada, me quedé esperando en la Venta de la Nava para ver si tenía que regresar a Madrid. No sabía qué iba a hacer».
Después de lo vivido parece normal que la actual situación política le duela y le preocupe. «Hay una gran diferencia entre aquel tiempo y éste y es la clase dirigente. Entonces se hacía política por principios, por convicción, por vocación... y hoy la política es una forma de vida y refugio de mediocres que piensan más en ellos que en el bien de la sociedad. Se hicieron muchos esfuerzos por mucha gente que supo poner de lado las ideas de partido para trabajar por el bien del país. No sé si en la actualidad todos pueden decir lo mismo».
Y... Aldeas Infantiles SOS
El segundo gran proyecto en su vida llega cuando el rey emérito don Juan Carlos lo propone para organizar y presidir en España Aldeas Infantiles SOS. «El presidente mundial de la organización, el austriaco Hermann Gmeiner, y los embajadores de Austria y Alemania se entrevistaron con don Juan Carlos para anunciarle su intención de que Aldeas llegase a España y le pidieron un candidato». Don Juan Carlos les dijo que si les parecía bien el abogado del presidente, y así empezó una relación de amor con una iniciativa que busca ayuda para niños con problemas de todo tipo.
Como granadino uno de las primeras aldeas que decide montar es la de Granada. «Le pedí a Alfonso Guerra que mediase con Antonio Jara para que nos diese los terrenos para hacerla. Guerra me dijo que cuando necesitase algo para Aldeas, si algún socialista no me hacía caso, que lo llamara. En Granada Jara tenía buena voluntad, pero aquí todo se retrasaba mucho y ya, impaciente, tuve que acudir a Guerra. Jara me llamó a las pocas horas y me dijo que le pidiese lo que necesitaba. Elegimos los terrenos y ahí está la aldea, que fue embrión de más iniciativas, como la escuela de formación de los profesionales que colaboran o trabajan con Aldeas en los 136 países de todo el mundo en los que está implantada, talleres ocupacionales...»
«Ha sido mi vida»
Aldeas es su logro, su principal satisfacción personal y profesional. «Ha sido mi vida y le he dedicado muchos años. En Granada podemos sentirnos orgullosos de contar con una de las aldeas que presta un servicio extraordinario a la infancia dentro de una organización de nivel mundial que atiende a 450.000 niños y jóvenes. Somos mucho más que un complejo familiar, porque tenemos más de 1.249 dispositivos SOS entre hospitales, colegios, guarderías, talleres de formación, residencias de jóvenes, etc. y todo gracias en buena medida a la ayuda solidaria de la gente. El objetivo es ofrecer a los niños una familia, un hogar estable y una formación sólida para alcanzar una vida autónoma. Adopta un modelo familiar de carácter universal».
«Parte de mi trabajo para Suárez fue entenderme con los militares, con la Conferencia Episcopal y la banca, aunque con esta última fue más difícil»
juan belda becerra
La provincia la conoce bien. Como abogado de una compañía de seguros recorría los pueblos para atender a clientes, pero es en Albolote donde tiene parte de su alma, en un centro de jóvenes con capacidades diferentes y dependientes que fabrican embalajes de cartón. Su venta financia el centro. «Estos muchachos tienen una capacidad de amar tremenda y reconforta el cariño que te dan. El éxito permitió montar cinco naves más y hoy hacemos embalajes que se exportan hasta China. Son jóvenes que en ocasiones no encuentran el cariño y el apoyo que necesitan en sus familias y gracias a estos talleres alcanzan la autonomía y la autoestima que necesitan».
Felipe VI: «Juan, cuándo vas a escribir tus memorias...»
Se dice de muchos que valen más por lo que callan que por lo que hablan. Juan Belda es uno de ellos. Son muchos los que le han propuesto escribir y publicar sus memorias, pero él no quiere hacerlo «porque todavía viven algunos y no quiero hacer daño a nadie. No puedo ni quiero hablar de ciertas cosas ni de ciertas personas». El último en interesarse por sus memorias fue el propio Rey Felipe VI. Se encontraron el pasado año en un acto de Aldeas Infantiles y le preguntó. «Le dije que no quería hacerlo y el monarca me replicó: ¡Pero a mí sí me las contarás!». Como no voy a hacerlo si lo conozco desde que era un chaval y nos une una gran amistad. Hemos quedado en vernos en su despacho cuando pase lo peor de la pandemia». Belda conoce bien al rey emérito, que lo propuso para presidir Aldeas Infantiles en España, y a su hijo, el actual monarca, que ocupa la presidencia de honor de la organización y ha estado siempre muy cerca de ella en sus actividades, tanto él como la reina Letizia. «Mi asignatura pendiente es que los Reyes visiten la Aldea de Granada y espero que pronto lo hagan».
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