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Marta Castillo baila zumba en el salón de su casa. IDEAL

«Bailar zumba me llena de energía»

Mi aislamiento ·

Marta Castillo. Mientras sueña con poder pronto «abrir de par en par las puertas de Fegradi», mantiene sus rutinas de trabajo y ocio porque «esto no son unas vacaciones»

encarna ximenez de cisneros

GRANADA

Domingo, 29 de marzo 2020, 01:04

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Le pillas en casa, sonríe Marta Castillo, porque de allí no se mueve y, además, le parece fatal que haya personas que se salten esa norma «porque es momento de tener solidaridad». Incluso, «me enfado», afirma, convencida de que si cumplimos todos con el decreto, podremos salir antes de esta situación. Lo que peor lleva es el cierre de Fegradi, la Federación Granadina de Personas con Discapacidad Física y Orgánica, que dirige, «un problemón muy grande», porque impide que se ofrezcan servicios fundamentales como terapias y rehabilitación: «un mes para algunas personas es una eternidad», y teme que «haya un retraso por este parón».

Acostumbrada al teletrabajo por sus distintas responsabilidades, no le resulta extraño utilizar las redes para mantenerse al día de lo que ocurre. Y, consciente de que «esto no son unas vacaciones», mantiene una rutina que le permite sobrellevar mejor estos días de encierro: «Me levanto temprano, atiendo las cuestiones laborales por la mañana y luego es cuando me dedico al ocio». Eso sí, mejor no preguntarle por la cocina porque «aunque había momentos que me relajaba», ahora no es una de sus prioridades.

A cambio, le gusta leer, sobre todo libros de coaching, «que los tenía pendientes» y una de las cosas que no ha abandonado es su rato de zumba, «lo sigo haciendo todos los días porque me cambia la energía». Antes lo hacía en el gimnasio y ahora en casa, con total disciplina, porque «así se me pasan los días rápidos». De hecho, cuando sale a las ocho a aplaudir –no falla a la cita– piensa «que ya ha pasado uno más». Lo importante, opina, «es no perder la noción del tiempo, estar activo»; con pequeñas cosas como «hacer llamadas a esas personas con las que no podía mantener una charla tranquila y que ahora es posible».

Incluida su familia a la que, como la gran mayoría, echa mucho de menos poder abrazar, aunque también utiliza las videoconferencias. Como todo ha sido tan rápido, los primeros días no lo tenía claro «pensaba, bueno, pues cojo el coche y me voy al campo y salgo a correr».

Le costó algo más entender que no, «fui consciente de que no se puede salir a ningún sitio. Y es lo que hay», afirma rotunda. Y sueña con el día que se levanten las restricciones «sobre todo para los colectivos más vulnerables»; apostando porque sean ellos los primeros a los que se atienda.

«No podremos salir a la calle de pronto, pero hay quien lo necesita; si hay que elegir, que tengan prioridad». Porque, aunque como una gran mayoría, sueña con ese momento en el que «podamos desconectar», y volver a lo de siempre, reunirse con familiares y amigos y disfrutar del ocio; tiene claro que su auténtica prioridad es «abrir de par en par las puertas de Fegradi y decir aquí estamos para lo que haga falta». Porque, mientras más tiempo pase, más cosas serán necesarias para volver a la normalidad. Pero su ánimo no desfallece: «es el momento de permanecer unidos».

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