Local quemado en Granada

Un incendio calcina una estética en La Zubia: «Me siento destruida, como el local»

La mañana del miércoles, 16 de octubre, trabajó desde las 10.00 hasta las 13.50 horas en su negocio, denominado R.Nails-Arte en tus manos. Allí realiza manicura, pedicura, depilación o 'microblading' de cejas. Ese día echó la persiana y se fue a comer. Su hermana pasó por allí a las 14.15 horas y llamó a la puerta, pero ella ya no estaba. En ese momento todo era normal. Sin embargo, una hora después la avisaron los vecinos. Salía «mucho humo» a través de la puerta.

Raquel acudió lo más rápido que pudo. Al llegar, encontró la desolación. La columna de humo negro hablaba por sí sola. «Estaba todo completamente quemado. Pasó en apenas media hora», cuenta con la voz entrecortada. Ha perdido prácticamente la totalidad del material, valorado en unos 5.000 euros. Solo ha podido salvar unas sillas, unas estanterías y algunos productos de los cajones. «Los botes estaban deformados por el calor. La camilla y el sofá no están quemados, pero el olor es insoportable y están teñidos de negro, así que han quedado inservibles. El resto lo he perdido», lamenta.

El local no es suyo, lo tenía alquilado. Contaba con un seguro de responsabilidad civil para sus clientas, pero no de incendios. Igualmente, ha contactado con un perito para conocer las causas del siniestro. «Dice que la instalación eléctrica echó a arder. Aún queda por investigar el por qué y falta el informe de los Bomberos», señala.

Desde el primer minuto una preocupación invade su mente: sus dos hijos, de 16 y 24 años, que dependen económicamente de ella. «Estoy sola y tengo que sacarlos adelante sin mi única fuente de ingresos. Se me ha venido el mundo encima», lamenta. En una cara de la monedad, la triste noticia. En la otra, la solidaridad. Está inmensamente agradecida al municipio de La Zubia, que se ha volcado con ella. «Trabajadores de peluquerías y otras estéticas me han ofrecido un espacio en su local para que siga trabajando. Incluso hay clientas que me han propuesto darme dinero, jamás lo hubiera esperado», cuenta emocionada. Mientras llora en el interior de lo que queda de su local, una conocida pasa por la puerta y se para. «Madre mía Raquel, qué desastre. Ánimo», le comenta. Las muestras de cariño se repiten estos días.

En principio no le hará falta instalarse en el negocio de otra persona; su familia ha arrimado el hombro para dejarle el dinero necesario y buscar un local nuevo en el que seguir su actividad. Ha recaudado lo necesario para pagar un traspaso y espera que en unos días pueda tener todo el papeleo en orden y continuar con su pasión, realizar la manicura y otros tratamientos de belleza a sus clientas. En este sentido, espera que sigan siendo «fieles» y muchas más se animen a contratar sus servicios. «No quiero que lo hagan por pena, sino porque realmente creo que hago un buen trabajo. Ojalá se vuelquen conmigo, porque tengo fuerza de voluntad para seguir», sentencia.