Adiós a Carmelica, la abuela de Armilla: «Siempre ayudaba a los demás»
Ha fallecido a los 88 años, tras una larga vida en la que tuvo ocho hijos, trece nietos y siete bisnietos
Armilla ha despedido entre lágrimas a Carmela Jiménez Mochón, más conocida como Carmelica, fallecida a los 88 años de edad. Sufrió un primer infarto el ... pasado 16 de agosto y otro hace unas semanas del que no se pudo recuperar. Su familia, conmocionada, recuerda cómo a pesar de los golpes de la vida siempre salió adelante con una sonrisa.
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Su padre fue José 'El huracán' y su madre Dolores 'La pindonga'. Se casó a los 20 años con Manolo 'El Cordobilla' -también lo llamaban 'El chiquitana'-, natural del Albaicín, que murió hace unos años víctima del alzheimer. Tuvieron ocho hijos, trece nietos y siete bisnietos; y sufrió por partida doble la mayor desgracia posible: perder dos hijos. Uno falleció a los tres meses de edad por meningitis y otro a los 22 en un accidente de moto. «Aquello la hundió mucho, pero salió adelante, siempre con su sonrisa en la cara», cuenta su hija Carmen.
Una buena vecina
La familia vivió toda la vida en la calle Cervantes, donde era «muy buena vecina que siempre ayudaba a los demás». Aquella casa era un continuo vaivén de personas. «Éramos muchos niños jugando, pero en todo momento había sitio para los demás», añade la hija. En medio de este terremoto de críos, Carmelica se desvivía por atenderlos, hacer de comer, lavar y hasta cuidar a la vecina de enfrente. Una mujer de hierro con una jornada de trabajo de 24 horas.
Los hijos empezaron a trabajar en cuanto pudieron para echar una mano en casa. Tuvieron una infancia feliz, dura por momentos, pero nunca les faltó de nada. Y Carmelica fue una mujer muy activa hasta el final de sus días. «Era muy fuerte e independiente», asegura su hija.
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Facebook, la nueva plaza del pueblo, fue la plataforma elegida para dar a conocer la pérdida de Carmelica. Automáticamente decenas de vecinos mostraron sus condolencias y apuntaron bien la fecha y hora del tanatorio y funeral para arropar a la familia. La abuela de Armilla descansa ahora junto a Fernando, su hijo fallecido a los 22 años -el otro está enterrado junto a la abuela-. Su mayor deseo era que su familia, la que le motivó a seguir luchando tras estas pérdidas, permaneciera unida. «Así será,» concluye su hija. Descanse en paz.
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