«Existe la misma probabilidad de un apagón como de que caiga un meteorito»
Francisco José Olmo, catedrático de Física Aplicada en la Universidad de Granada, repasa las claves del sistema energético en España y justifica la alarma de Austria sobre la posible caída de suministros
ÁNGEL MENGÍBAR
Sábado, 13 de noviembre 2021
Una navaja de Albacete, una linterna, agua, ropa de abrigo y hasta un camping gas. Podría ser el equipo ideal para la acampada de los ... domingos, aquella en la que dormir al raso rodeado de naturaleza, oscuridad y silencio es un verdadero placer para los amantes de lo rural o los 'urbanitas' que anhelan algo más allá del asfalto. Sin embargo, llevar a cabo tal excursión supone una odisea desde que se pronunciaron las palabras mágicas: «El apagón energético es un peligro real».
Desde que la ministra de defensa austriaca Klaudia Tanner hiciera saltar la alarma, la incertidumbre en torno a los suministros de energía está tornando en caos. Ferreterías y eléctricas agotan cada día las existencias de este tipo de productos a causa de la preocupación de la ciudadanía a quedarse sin electricidad de la noche a la mañana. Bueno, sin electricidad, sin gas, sin agua.
«Vivimos en un mundo concebido para funcionar gracias a la electricidad. Tenemos centrales energéticas de gas que funcionan con corriente eléctrica, el agua llega a muchas zonas mediante la acción de bombas eléctricas, nuestra manera cotidiana de comunicarnos y de trabajar se hace posible a través de Internet, en casa todos los aparatos y electrodomésticos se enchufan a la corriente… Nos quedaríamos sin nada», enarbola Francisco José Olmo, catedrático de Física Aplicada en la Universidad de Granada, a IDEAL.
El presunto apagón no es imposible. Si la demanda para cubrir el abastecimiento general no se sacia con la energía autoproducida mediante las centrales eléctricas ni con la energía importada de otros países, el sistema sufriría una desestabilización y caería, provocando así un apagón generalizado. Por otro lado, el profesor de Gestión Energética y Energías Renovables del grado de Ciencias Ambientales prefiere quitarle hierro.
«Si se produce, es muy improbable que afecte a todo el país, ya que existen mecanismos para evitar que la red eléctrica caiga. En España tenemos centrales para suministrar casi el doble de energía que los picos máximos de consumo que hemos llegado a registrar, por lo que podríamos autoabastecernos con esas reservas», explica Francisco José Olmo. Además, añade que, en caso de una desestabilización temporal del servicio, «las estaciones eléctricas, que a día de hoy no funcionan a pleno rendimiento, podrían restablecer el servicio, además de hacer uso de otras estaciones como las de energía nuclear».
Una 'isla energética'
La principal causa por la que el servicio eléctrico patrio podría reponerse con facilidad de un apagón se sustenta en que España es una 'isla energética'. Limita con Portugal por el oeste, un país pequeño al que España suministra energía todo el año, y con Francia por el noreste, un territorio de sobra autosuficiente debido a su potencial nuclear. Por tanto, la situación energética del sur europeo parece estable, algo que no pueden decir otras naciones, como la austriaca.
«Las desestabilizaciones eléctricas pueden provocar problemas entre países limítrofes, ya que las redes están interconectadas. Esto es lo que le ocurrió a Austria con Croacia, una nación pequeña, que arrastra aún el retraso productivo de su etapa soviética y que depende del suministro austriaco para abastecerse energéticamente», relata el catedrático. El pasado mes de enero, una sobrecarga en una subestación croata dejó sin electricidad a media Europa durante unos minutos. La caída de la red no afectó a España, ni tampoco a Austria. No obstante, el país centroeuropeo se encuentra debilitado en cuestiones energéticas.
Austria ha fijado el año 2030 como la meta de su transformación del sistema eléctrico hacia un modelo plenamente renovable a raíz de una ley aprobada en julio de 2021. A causa de esto, el Gobierno ha decidido cerrar su central nuclear, lo que, sumado a los problemas de importaciones de gas que mantiene con Rusia, ha reducido la capacidad energética de todo el país. «El problema de las energías renovables es que no pueden pasar de cero a cien en cuestión de segundos, sino que necesitan un tiempo previo de preparación», explica Francisco José.
Por tanto, si la demanda eléctrica requiere un consumo mayor a una hora determinada, un sistema a base de energías renovables se resentiría ante tal subida, ocasionando cortes de la corriente al no contar con la suficiente potencia. «Esto no ocurre con la energía nuclear, que sí que podría adaptarse a las exigencias del consumo sin problema. Austria ha preparado un protocolo en caso de apagón porque sabe que lo puede sufrir, pero la situación de España es totalmente opuesta», aclara el catedrático.
Psicosis postpandemia
Estas diferencias entre Austria y el resto de los países europeos parecen haber pasado desapercibidas. La opinión pública en España se ha agarrado desde el primer momento al terror para afrontar esta crisis de suministros. «El miedo a un apagón es exagerado -sentencia Francisco José-. Por las condiciones energéticas y la situación geográfica del país, es improbable que se produzca. De hecho, tiene las mismas probabilidades de suceder como de que caiga un meteorito».
El año 2021 está lejos de curar los traumas que propició su predecesor. A la pandemia del coronavirus se le ha añadido la borrasca más intensa de los últimos años, un enjambre sísmico, una crisis yihadista o hasta una ausencia de chips que amenaza la producción tecnológica de todo el mundo. El temor ahora a un apagón energético es un ingrediente más de la psicosis que todo el planeta sigue padeciendo. Para el profesor, «el miedo está muy relacionado con el presente actual. Todos hemos sufrido durante la pandemia. Hemos estado encerrados, se han perdido puestos de trabajo… Cualquier noticia catastrofista que aparece en los medios de comunicación nos alerta».
Aparte, hay que tener en cuenta que la falta de energía u otros bienes se debe, de hecho, a la crisis que ha generado el COVID19. «Durante la pandemia, hay escasez de productos, algo que resulta lógico. El problema está en cuando se regresa a la normalidad y como consumidores pretendemos recuperar el nivel habitual de consumo. Reactivar todo el tejido empresarial que lo facilita conlleva tiempo, pues nos hemos quedado sin reservas», finaliza Francisco José.
Suscriben sus palabras todos los ferreteros y trabajadores del electrodoméstico, pues los viajes al almacén en busca de más bombonas de gas u hornillos se han incrementado a raíz del aumento de la demanda en este tipo de productos. La supervivencia vuelve a estar en primera plana. Al menos, hasta que llegue el meteorito.
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