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Paco Montero, en el centro de la imagen.
Fallece Paco Montero, el albaicinero que brindó una nueva vida a los jóvenes

Fallece Paco Montero, el albaicinero que brindó una nueva vida a los jóvenes

Diferentes problemas de salud pusieron fin a 84 años de vida de un hombre “dedicado a los niños” y “a los equipos” que conformaban el Rayo Eneas, histórico del fútbol local

Ángel Orte

Martes, 18 de agosto 2015, 00:35

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Lágrimas asoman por el rostro del albaicinero. El pasado domingo una noticia desoladora desquebrajó el corazón de los vecinos del barrio tras conocerse el fallecimiento de Francisco López Montero que venía acusando problemas de salud. Los mismos que pusieron fin a su vida a los 84 años. El nombre de Paco Montero, como se le conocía por los entresijos del enclave histórico, siempre estuvo ligado al fútbol de la zona, a los jóvenes y a su compromiso por querer mostrar a estos un camino diferente a través de los valores del deporte.

A Paco, un hombre viudo, padre de dos niñas y un niño, le recuerdan con cariño, en especial aquellos que pasaron por las filas del Rayo Enas Unifade, un club histórico local que aunque versiones apunten a un inicio anterior, los documentos aportan información sobre su existencia entre los años 1950 y 1970. Un equipo de suma trascendencia a nivel local, ya que en su día llegó a ser cantera del primer equipo de la ciudad. Su fundador fue don Antonio Sánchez Santiago, conocido como el médico. En aquella época Paco formaba parte de la Junta Directiva. Su número federativo es el 5048, inscrito poco después que el mismo Granada CF, el cual ostenta el 5001. Fue tras el fallecimiento de don Antonio cuando Paco accedió a la presidencia del mismo. En 2010 fue nombrado Presidente de Honor y Socio Honorífico de la entidad.

Bien merece la pena resaltar que el balompié en el barrio aglutina no solo al propio Albaicín sino a otros como Haza Grande, Sacromonte y hasta El Fargue. Es ahí por donde se extendió su labor y donde puso todo su empeño por conseguir mantener la ilusión del fútbol y el deporte entre los más jóvenes con recursos mínimos.

Estos pudieron intimar con los valores del deporte desde prácticamente los siete años hasta alcanzar su etapa juvenil. Hoy, algunos de los que arrancaron con la ilusión propia de un niño a dar patadas tras un balón, son padres de familia y han encajado la noticia como si las puertas del Polideportivo de Aynadamar se cerrasen a cal y canto. Como si los balones de aquel cuarto en el que presidía la fragancia característica de la blanquecina tierra entremezclada con el cuero y la humedad se preguntasen sobre su existencia. Aquel hombre de mediana altura, con su tajante gracejo que se personaba en el recinto a media tarde para llevar a cabo las gestiones pertinentes del club ha pasado a la historia, y con él los recuerdos.

Fútbol como evasión de la realidad

El nombre de Paco Montero siempre estará ligado al fútbol de la zona, si bien, el trasfondo nos plantea una situación de mayor relevancia. No es menos cierto que aquellos jóvenes que corrían tras el balón aprovechaban esos momentos para eludir otras realidades. Las mismas que se vivían en un barrio humilde, de familias humildes, que vieron una oportunidad perfecta en el deporte para olvidar otros problemas.

El precursor de la refundación del club que hoy preside Andrés Galán, Raúl Pleguezuelos Pichele, le recuerda como una persona entrañable, y destila cariño en cada una de sus palabras. A pesar de la edad, tenía una memoria privilegiada. Se acordaba de todo: nombres, apellidos, campos () incluso de quién fue el que robó el primer balón Nike de la Liga que tenía el club, o de cuando me sacaron la primera tarjeta roja, dónde, por qué y contra quién, apunta el joven haciendo referencia a la segunda mitad de los años 90.

A Paco se le recuerda como un hombre cercano, educado y amable, que no tenía problema alguno en llamar a ciertas cosas por su nombre. Quienes en su etapa pueril le conocieron siempre en el entorno del Rayo Eneas, y que destacaban más por su constitución rechoncha que por su exquisitez a la hora de tocar el balón, narran aquel momento que sirvió como reencuentro tras casi trece años: Estás¡estás igual, qué pollas!, espetaba en un profundo granadino.

Pero si alguien trató en profundidad con él, ese era Jorge López Ortega, más conocido como Willy. Incansable en su labor con el club local por su vinculación desde la infancia, desarrolló una relación que fue más allá de lo meramente institucional. Willy reconoce a una persona excelente, dedicada a los niños. Se prestaba para todo, ha vivido para ellos y por los equipos y nunca se ha llevado mal con nadie, a pesar de verse solo en muchos momentos, ensalza.

Lo cierto es que su fallecimiento no ha pasado desapercibido. A través de las redes sociales del club, muchos de ellos no dudaron en mostrar sus condolencias y su pésame a la familia. Sobre todas ellas destacó el agradecimiento de unos, y el reconocimiento de otros como el Rafael Martínez Ladrón, quien aseguró haber aprendido mucho de él.

Hoy el albaicinero; el joven y quien no lo es tanto; el aficionado al deporte; al fútbol y quien pone en valía a aquellas personas que muestran el camino a la felicidad a pesar de todo, lloran su pérdida. El cuerpo de Paco Montero fue enterrado a primera hora de este pasado lunes en San José, donde se le dio el último adiós. Ya no se le verá paseando sentado en Plaza Larga, o por las calles de su barrio, pero no será necesario para que le recuerden: ya dejó su huella.

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