«Agradezco cada día no haberme quitado la vida a los 14 años»
Ismael Martín, conocido como Annarce, ahora ayuda a otros jóvenes que se encuentran perdidos
Ismael Martín es músico. Tiene 24 años. Y hace una década, con sólo 14, planeó perfectamente su suicidio. Llegó del colegio con un objetivo claro. ... Sabía que ese día no habría nadie en casa hasta última hora de la noche. Se sentó en su habitación, empezó a escribir una carta en la que expresaba lo que sentía y ahí, (afortunadamente) se rompió. Sufría acoso escolar, su padre lo había abandonado y su hermana tenía un trastorno alimenticio que centraba gran parte de la atención de su madre. La vida, desde luego, no era fácil. Pero fue pensar en el sufrimiento de ella, el de su progenitora, lo que lo desbloqueó. Ahora, con la perspectiva del tiempo y a pesar de su juventud, lo tiene claro: «Agradezco cada día no haberme quitado la vida con 14 años», asegura.
Martín, conocido artísticamente como Annarce, usó las letras de sus canciones para liberarse. Aunque tardó mucho en buscar ayuda psicológica, tiene claro que la habría necesitado antes. «Yo no me daba importancia, no contaba lo que me ocurría, pero ahora sé que la terapia me habría ayudado», asegura.
Ahora, este músico granadino da charlas en institutos por todo el país. «En todos los centros a los que voy me encuentro con que hay casos abiertos por autolesiones o acoso y conozco a chavales que tienen ideas suicidas», apunta. Y precisamente, ese es uno de sus objetivos, el de ayudar a los que están en ese lugar, en el que no se ve salida, y en el que una vez estuvo él. «He estado ahí y te prometo que se sale. Esa piedra que hoy te aplasta, mañana será tu asiento», les explica a los adolescentes con los que se encuentra.
Martín tiene ahora claro que la vida puede dar muchas oportunidades y que la vida son muchas vidas. «Una cosa es que querer acabar con tu vida, cambiarla, y otra es querer morir. Lo segundo, no tiene marcha atrás», asevera, parafraseando unas palabras que le dijo José Antonio Cerezo, del Teléfono de la Esperanza.
El joven recuerda cómo lo que se proyecta en redes sociales, la soledad o la sensación de que otros tenían una vida feliz que no se parecía a la suya le hizo entrar en un agujero del que no sabía salir. «Llorar y escribir me salvó», indica. Y por eso, al final de cada una de sus charlas en los centros educativos a los que acude, siempre deja que las chicas y chicos escriban para expresar lo que siente. El resultado, es duro muchas veces, pero igual que le ayudó a él, puede ayudarles también a ellos.
Ismael Martín llevaba años pensando en quitarse la vida, a pesar de sólo tener 14. Planeó perfectamente lo que iba a hacer. Y sin embargo se dio cuenta de que merecía la pena seguir adelante. Ahora no tiene ninguna duda. A pesar de todo, esa vía rápida a la que lleva la desesperación no es la salida. Se sentía rechazado y solo. Ahora, una década después, se siente «la persona más feliz del mundo».
En sus canciones logró contar lo que no había sido capaz de verbalizar antes. Y encontró el sentido a una vida que durante un tiempo llegó a pensar que no lo tenía. Su objetivo es que otros jóvenes, a los que les ocurre lo mismo, también encuentren la salida. Escucha y lee testimonios duros. Pero ayudarles, también le salva.
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