A por 660.000 kilos de comida
El Banco de Alimentos organiza los días 1 y 2 de diciembre su gran recogida anual en la provincia | Tres mil voluntarios tejerán una red solidaria en 500 establecimientos y recolectarán víveres para luego donarlos a familias necesitadas
Un señor de mediana edad, parado de larga duración, residente en el barrio granadino de Beiro, que durante un año echó un euro diario en ... una hucha. Con sus 365 euros en el bolsillo, salió de casa dirección al supermercado más cercano el uno de diciembre del año pasado. Aquel era el día en que el Banco de Alimentos hacía su gran colecta anual en la capital. Cuando ese señor anónimo se gastó hasta el último céntimo de sus ahorros y entregó los víveres a Indalecio García, director general del Banco de Alimentos, a éste le faltaron palabras de agradecimiento. Un año después, Indalecio traga saliva al narrar el episodio.
La entidad que dirige este exprofesor y exbanquero jubilado recoge comida para repartirla entre familias necesitadas a través de diferentes oenegés colaboradoras y previa acreditación del estado de necesidad por los Servicios Sociales Comunitarios. Y -según cuentan- no es extraño que, paradójicamente, personas con escasos recursos donen parte de lo poco que tienen en su despensa.
El gran reto
Los próximos días 1 y 2 de diciembre -viernes y sábado- el equipo provincial del Banco de Alimentos se enfrenta a uno de los retos más importantes de la entidad: la gran recogida anual de víveres, que cumple cinco años consecutivos celebrándose. Teresa Martínez es la coordinadora provincial de ese evento, que movilizará a tres mil voluntarios y los colocará estratégicamente en 500 locales de la provincia para pedirle a los ciudadanos que donen parte de la compra semanal.
Teresa es prejubilada -antes ejerció de profesora de música- y confiesa que el despliegue del próximo fin de semana lleva preparándose todo el año. «Requiere una organización muy seria. Prevemos recoger unos 660.000 kilos de comida», explica 'la jefa', voluntaria en la entidad desde hace tres años.
«Esto me aporta la vida. Así de claro. Lo podría matizar, pero colaborar con el Banco de Alimentos me llena mucho, hay muy buen ambiente», se despide la organizadora mientras sigue caminando por unas instalaciones llenas de palés atestados de comida con un aspecto impoluto.
A pocos kilómetros de la sede central, ya hay dos grandes naves vacías y limpias -cedidas altruistamente por un propietario privado- listas para llenarse de esos 660.000 kilos de viandas solidarias que la entidad prevé reunir.
Cinco millones de kilos
El Banco de Alimentos tiene su sede en una gran nave en MercaGranada -allí se mueven muchos camiones con víveres y la oenegé 'ficha' normalmente algunos lotes de comida para su causa- y cuenta con tres empleados fijos más cientos de voluntarios localizados en la provincia. En total, la entidad efectúa el reparto de unos cinco millones de kilos de anuales de comida en distintos pueblos y en la capital. Esa tarea se articula a través de distintas oenegés, como Cáritas, San Juan de Dios, Calor y Café o Cruz Roja, por sólo mencionar algunas.
«Durante todo el año se efectúa un trabajo silencioso, callado, de un montón de voluntarios -y empresas y particulares donantes- que no quieren aparecer en ningún sitio. Cada día sale puntualmente de la plataforma comida, también frescos como verduras y fruta, para repartir por toda la provincia», explica Indalecio García, director general del Banco de Alimentos y cofundador del mismo.
El responsable aclara el funcionamiento de la entidad mientras camina entre cajas de plátanos, caquis, leche, pimientos,... «Unos alimentos nos los donan los agricultores, otros cadenas de supermercados, otros marcas de alimentación... y a veces, como estamos en MercaGranada, nosotros le damos el alto a un camión que sabemos que va cargado de tomates y le pedimos que nos dé el excedente. Si esa materia prima está en buenas condiciones para ser consumida la repartimos y si no, tenemos familias que recogen vegetales muy maduros o estropeados para alimento de sus animales. Aquí se aprovecha todo», apostilla el jubilado, vinculado a la entidad desde sus inicios hace 23 años.
Logística
Toda la logística del Banco de Alimentos es posible al material humano y a una flota de tres camiones y trece vehículos, uno de ellos especializado en la distribución de pescado.
«Es un trabajo de reparto y logística importante. Además la gente se va agradecida y, sobre todo, nosotros trabajamos desde el plano de la dignidad. Aquí lo importante son las personas y las familias», apostilla Indalecio. Miguel Martínez López, de 73 años, observa atentamente lo que va narrando el director general en las oficinas, ubicadas en unos departamentos prefabricados encima del almacén. Allí, este veterano colaborador narra -con las manos curtidas de tanto ayudar- que acumula nueve años como voluntario del Banco de Alimentos, al que llegó después de una ajetreada vida como empresario textil en Cataluña.
«Tenemos muchísimos parados de larga duración que aún dependen de la entidad para comer»
Indalecio García | Director del Banco de Alimentos
«Tras una vida ajetreada uno no puede parar en seco y esta es una buena forma de seguir activo»
Miguel Martínez | Voluntario desde hace nueve años
«Esto me aporta la vida. Así de claro. Colaborar con el Banco de Alimentos me llena mucho»
Teresa Martínez | Coordinadora de la Gran Recogida
Miguel, jienense retornado a Andalucía, confiesa que su responsabilidad dentro de esta gran familia -él es responsable de la recepción y distribución diaria de frescos- le hace estar en forma y estupendamente. «Colaborar me da aliciente para continuar adelante. Estoy animado. Cuando uno ha tenido una vida ajetreada no puede parar en seco y esta es una buena forma de seguir activo», concluye. Los productos perecederos exigen una dinámica constante.
De alta exigencia es la cita que encara el equipo dentro de dos días y por eso se han sincronizado previamente los más de 3.000 participantes en la Gran Recogida. «Hay responsables de equipos, organizados como una gran pirámide, y se irán comunicando las incidencias por 'guasap'; por ejemplo si se necesitan más cajas en un punto determinado o que pase la furgoneta de recogida antes de la hora del cierre por una acumulación excesiva de alimentos», ilustra Indalecio García.
Sigue haciendo falta
Eso, que se superen las expectativas, puede pasar. En Capileira, un pequeño pueblo de las Alpujarras, el año pasado se recogieron 2.500 kilos de alimentos, aunque tiene poco más 800 vecinos, contando a los menores de edad. La colecta arrojó una media de 2,5 kilos de comida donados por todos y cada uno de sus habitantes, incluidos los bebés. Domingo Pérez -añade Indalecio- es un anejo de Iznalloz donde se recoge «muchísimo».
«La gente es muy generosa. Hogares donde cuesta llegar a final de mes colaboran. También nos llenan carros de 400 euros en grandes superficies. Eso no quiere decir que esa persona que aporta 400 euros esté dando más que otra que colabora con dos kilos. Y sigue haciendo mucha falta, porque nosotros no hemos visto que la necesidad haya desaparecido», describe el cofundador del Banco de Alimentos.
Noviembre y diciembre son meses «muy apretados de trabajo y de tensión» para los organizadores y voluntarios. «Parece que los pobres tienen la necesidad de comer muy bien en Navidad y el resto del año... pues no», ironiza Indalecio García, quien recalca que los meses de enero y febrero son «durísimos» para las familias sin recursos. «Prácticamente los 600.000 kilos de comida que recogemos los repartimos esos dos primeros meses del año», adelanta.
El Banco de Alimentos de Granada es el único de España que tiene delegaciones provinciales y cada mañana en esos locales se levanta la persiana gracias a 135 voluntarios fijos «con sus seguros sociales y dados de alta». El movimiento de manos de esos 135 voluntarios habituales hace posible que 39.000 bocas sean alimentadas regularmente a través de distintas entidades benéficas. «La verdad es que la crisis no ha pasado -se despide Indalecio-. Nuestra realidad es que tenemos muchísimos parados de larga duración, especialmente en el cinturón de Granada, una zona muy dura».
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