Miembros de la Sociedad Astronómica Granadina, en una actividad en el Parque de las Ciencias.

Una asociación con altura de miras que se asoma a las estrellas

Sociedad Astronómica de Granada | Unión de apasionados a la ciencia de los astros

CRISTINA GONZÁLEZ

Sábado, 21 de mayo 2016, 00:14

Aniceto Porcel y Jesús Carmona son presidente y secretario de la Sociedad Astronómica de Granada (SAG), respectivamente. Los dos se apasionan cuando hablan de los ... astros, de las observaciones a cielo abierto, de sus recuerdos... Porque todo tuvo un comienzo. En Aniceto, de pequeño, cuando se sentaba con una libreta en el patio de su casa y anotaba cada estrella que veía en el cielo. Con seis años. «En mi casa siempre hubo gusto por la ciencia y por la lectura y a mi padre le gustaba explicarme las constelaciones», recuerda. Jesús también tiene una historia de la infancia que contar que arranca con un chaval entusiasmado con las películas del espacio y las aventuras de Tintín en la luna y que tiene su guinda cuando le regalaron aquel juego, el Astronova, con el lema 'Misterios y maravillas del espacio'. «El telescopio no servía para nada pero luego tuve uno prestado, mi mujer me compró otro...».

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La asociación

  • -Sociedad Astronómica granadina. Difusión e investigación de la astronomía y ciencias afines.

  • -Miembros. 30 socios, junto con unos 80 asociados con una vinculación más esporádica con el colectivo.

  • -Contacto. Sede en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada (Reuniones viernes a las 20.00 horas). Teléfono 652 54 65 30.

  • www.astrogranada.org/

Ahora, años después, al Aniceto informático y al Jesús arquitecto, pero al fin y al cabo a esos dos niños que miraban al cielo, esa pasión por los astros les ha acabado uniendo en una de las asociaciones que peinan canas en la ciudad. La Sociedad Astronómica Granadina nació en 1981 para recoger el guante que le lanzó a un grupo de aficionados el Instituto de Astrofísica de Andalucía. Por aquel entonces había decidido dejar fuera de servicio el observatorio Mojón del Trigo, de Sierra Nevada, y comprar otros equipamientos para su nuevo complejo. «Quisieron darle alguna utilidad con un grupo 'amateur' pero debía ser una entidad legalmente formada», señala el actual presidente. Y no lo dudaron ni un segundo. «El instrumental se estuvo usando hasta que se quedó obsoleto pero aquello era de acceso difícil. Cuando nevaba te quedabas encerrado y era muy complicado de mantener», subraya.

Eso no supuso la desaparición de la sociedad, ni mucho menos. Aniceto considera que están en un momento «especialmente bueno», que se sustenta en 30 socios que abonan cuotas y otras 80 personas asociadas pero que acuden más esporádicamente, una o dos veces al año. «Es un grupo increíblemente eficaz y capaz de sacar muchas cosas adelante», añade. Su sede está en la Facultad de Ciencias, en la Universidad de Granada, donde se reúnen todos los viernes, aunque lo mismo realizan actividades en el Parque de las Ciencias que a cielo abierto, con salidas para observar las estrellas que son un auténtico éxito.

Quedarse atónitos

«Nuestro objetivo es difundir la astronomía y las ciencias afines», afirma, a lo que Jesús añade que «muchas personas, sin tener formación especial en estas materias maneja conceptos muy complejos». Se mueven, por tanto, en todos los niveles. Desde quien quiere quedarse atónito mirando la inmensidad del universo a quien forma parte de grupos de trabajo para verificar sistemas planetarios, como uno que está en ciernes.

Incluso uno de los socios, Ignacio de la Cueva, llegó a descubrir un cometa y varias de sus fotografías se han empleado como fondo para las comparecencias ante la prensa de los astronautas en misión espacial. «En Granada hay mucha inquietud por la astronomía. Te das cuenta cuando alguien se pone delante de un telescopio y no para de preguntar y de interesarse», añade el secretario de la SAG. Bajo esas siglas se aglutinan médicos, arquitectos, informáticos, doctores en ciencias, y con edades desde los 15 a los 80 años. «No es una afición cara si la comparas con otras. Por 500 o 1.000 euros puedes tener un equipo medio aunque todos empezamos con prismáticos, planisferios o leyendo revistas», apuntan.

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Las salidas de observación son su actividad estrella, nunca mejor dicho. Aunque critican sin rodeos el daño que hace la contaminación lumínica, «que ha hecho desaparecer el cielo», reconocen que según la estación en Granada se consiguen buenos resultados sin realizar grandes desplazamientos. En Sierra Nevada en primavera o verano o en zonas como la carretera de la Cabra o Jayena, «donde las luces quedan más ocultas». En la mochila, diez o doce telescopios.

Aún se emocionan con la reacción de los que se estrenan. «Lo único que se oye en el silencio es el runrún del motor de los telescopios y los 'oh', y 'ah'». «Cuando la gente se sorprende de ver un cielo plagado de estrellas o la vía láctea te das cuenta de que algo hemos perdido por la contaminación lumínica o cuando vamos con los colegios los chavales creen que en el cielo hay 20 estrellas y se sorprenden cuando se les acaban los número para contar», argumenta. Un cielo infinito.

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