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Los guardias del Sereim se disponen a descender para rescatar a los alpinistas.
Rescate al límite: «Los guardias civiles se jugaron la vida para salvar las nuestras»

Rescate al límite: «Los guardias civiles se jugaron la vida para salvar las nuestras»

Los alpinistas que quedaron atrapados en una pared de hielo en Sierra Nevada narran su experiencia y agradecen a los rescatadores que les libraran de la muerte

J. R. VILLALBA Y C. MORÁN

Domingo, 13 de marzo 2016, 01:26

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Como ocurre en las pesadillas, Pablo intentaba andar para escapar de la muerte pero su cuerpo no le respondía. Estaba paralizado por el frío y la ventisca que azotaba como un látigo las cumbres de Sierra Nevada, el techo de la Península Ibérica. Sus dos compañeros de cordada estaban más enteros, pero su situación era alarmante. A pesar de ser alpinistas experimentados y de haber preparado la ruta con detenimiento, nunca se habían visto en otra igual. «No es que le viera a las orejas al lobo. Es que si no hubieran venido a por nosotros, no salimos de allí. Los guardias civiles se jugaron la vida para salvar las nuestras... No sabía qué decirles... Es que les debemos la vida», contó a IDEAL Pablo, que, junto a una amiga y un amigo, se habían desplazado desde Madrid para escalar en Sierra Nevada. Lo que le había sucedido era tan fuerte que no encontraba palabras lo suficientemente grandes para agradecer lo que habían hecho por ellos los agentes del Servicio de Rescate en Montaña (Sereim) de la Guardia Civil de Granada. «Vamos por ahí, os invitamos a cenar, creo que les dije. Es que no sabíamos qué hacer...», insistía Pablo en tratar de describir la sensación de alivio y gratitud que les produjo la intervención de los rescatadores del instituto armado.

Pablo, que fue el que peor parado salió de la aventura el estado de sus dos compañeros de fatigas era safisfactorio, ya estaba este pasado domingo totalmente recuperado de la hipotermia que había sufrido como consecuencia de su exposición a esa guillotina que es el viento gélido que suele soplar en las cumbres de Sierra Nevada. Era el final feliz de un episodio que comenzó a media mañana del pasado sábado, cuando los tres montañeros madrileños se afanaban en habilitar una ruta en la zona conocida como el Canuto del Veleta. Según recuerda Pablo, esa tarea se fue alargando más de lo que habían previsto y acabaron por verse sitiados por un frío helador y un violento vendaval. «Poco a poco, fui sintiendo que no podía moverme. Nunca me había pasado algo así, pero me quedé totalmente paralizado», rememoraba Pablo.

«Llamamos al 112»

Él y sus otros dos compañeros estaba oficialmente atrapados en una pared de hielo. Eran las cuatro de la tarde y no podían salir del laberinto de hielo. Apenas les quedaban horas de luz para recorrer 200 metros y la temperatura se había desplomado hasta cerca de los quince grados bajo cero. «Fue entonces cuando llamamos al 112 que, a su vez, nos puso en contacto con los servicios sanitarios y la Guardia Civil. Todo funcionó perfectamente», explicó Pablo.

De inmediato, cinco agentes del grupo de montaña y rescate del Sereim de la Guardia Civil se pusieron en marcha para sacar del precipicio a los tres alpinistas. Los agentes descendieron a lo largo de doscientos metros de una pared de hielo y roca hasta llegar al Canuto del Veleta. El mercurio no subía de menos quince grados, los cascotes de hielo se iban desprendiendo conforme el roce de la cuerda estrangulaba el hielo y el aire duplicaba la sensación térmica de frío.

En esta ocasión, los rescatadores no pudieron contar con el apoyo del helicóptero de la Guardia Civil debido a las pésimas condiciones meteorológicas. La operación de salvamento tenía lugar a pocos metros del techo peninsular, a 3.200 metros de altitud. Un escenario hostil.

El teniente responsable de la unidad del Sereim se vio obligado a movilizar a más efectivos y mandó un segundo grupo de agentes al lugar. De nuevo, otra cordada, y otro descenso de doscientos metros entre hielo y roca.

Los tres montañeros volvieron a nacer cuando vieron aparecer a los miembros del Sereim. Sólo una hora más hubiera bastado para poner la vida de estos ciudadanos madrileños al borde de un precipicio sin retorno. No fue así. «Hicieron una escalera y fuimos saliendo poco a poco. En mi caso, un agente subió junto a mí para ayudarme si era necesario y darme ánimos. El apoyo psicológico que nos dieron fue muy importante. Son unas personas muy cercanas», detalló el montañero.

Él fue el primer rescatado: dejó atrás la trampa de hielo a las ocho de la tarde, mientras que sus dos compañeros pisaron terreno seguro un par de horas después. «En un primer momento, estuvimos en una caseta del personal de la Estación de Esquí y ya empezamos a entrar en calor», indicó Pablo.

Poco después, fueron trasladados al centro de salud de Pradollano. Este pasado domingo, los tres montañeros ya se encontraban bien y se disponían a regresar a Madrid.

Los miembros del Sereim no terminaron su jornada hasta la una de la madrugada de este pasado domingo. «Nos comentaron que había alguno que ni siquiera había comido, pero ahí estuvieron, jugándose la vida por nosotros. No sabes cómo agradecer algo así, la verdad», reiteró Pablo su reconocimiento a la labor de la Guardia Civil.

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