«Ese día sonamos fatal pero nos empezaron a salir bolos»
Nani Castañeda, batería de Niños Mutantes
Manuel Pedreira
Domingo, 17 de enero 2016, 02:14
Llevaban cerca de tres años ensayando como posesos pero todavía no se habían subido a un escenario. Al principio versionaban a sus 'mayores' y poco ... a poco se fueron haciendo con un repertorio propio en sesiones sabatinas y dominicales que duraban casi todo el día, donde alternaban la charla y la guitarra con la batería y las litronas en el local de ensayo del Puente de los Vados. Pero de ahí a actuar delante de público mediaba un abismo.
Les daba vergüenza o, en versión granaína, fatiga. «Admirábamos a bandas como TNT, Lagartija Nick o 091 y éramos muy pudorosos para subirnos al escenario», justifica Nani Castañeda, miembro fundador de Mama Baker, embrión de Niños Mutantes. Pero ese día, felizmente para el rock granadino, llegó a mediados de un mes de noviembre «del 93 o el 94», indica el batería.
San Alberto, patrón de la Facultad Ciencias, obró el milagro de quitarles la fatiga a aquellos jovenzuelos, aunque esa actuación en los paseíllos universitarios no figure en los anales del rock patrio ni siquiera en una nota a pie de página. «Sonábamos fatal pero también es verdad que a raíz de aquel día nos empezaron a salir bolos», subraya Nani, que defiende el valor de aquellas sesiones de ensayo maratonianas en las que había música y disfrute de colegas a partes iguales. «Un violinista quizás necesite una formación más metódica pero para un grupo de rock es esencial esa etapa lúdica», reitera.
Tras aquella primera actuación 'académica' de Mama Baker hubo otra primera vez que merece contarse en la vida de este polifacético autor -además de músico, es escritor-: la de Niños Mutantes. «Nos contrataron en Mama Baker para un concierto en una discoteca de Lanjarón. Teníamos que hacer dos pases y, entre medias, subimos al escenario y nos presentamos: 'Hola, somos Niños Mutantes'. A los treinta que había allí les daría igual pero ese fue nuestro estreno. En Lanjarón pueden estar orgullosos de haber sido nuestro primer escenario, aunque igual ni lo saben», bromea.
El grupo todavía iba a gatas y atacaba con el mismo entusiasmo un clásico del 'country' que una tema de vanguardia. «Navegábamos entre dos aguas, sin mucha personalidad, pero es un camino inevitable que recorrer», indica.
Música en directo
Ese camino se ha vuelto cuesta arriba y con muchas curvas en los últimos años por obra y gracia de una ley autonómica que dificulta al extremo la música en directo. «En aquellas fiestas de los paseíllos actuábamos cuatro o cinco grupos. Fue una época dulce para el rock porque se podía tocar en cualquier bar o en cualquier calle. Actuábamos todas las semanas, los conciertos eran gratuitos y el ambiente era muy sano. Todo eso está en peligro de extinción. La ley es demasiado restrictiva. Ni siquiera trata de combatir el ruido porque, en teoría, ni un mimo puede actuar. Es un filón para las multas», lamenta.
Licenciado en Historia por la UGR, especialista en Historia Antigua, músico, librero, escritor y coordinador de la Feria del Libro de Granada, a Nani Castañeda le sigue mordiendo un gusanillo la barriga cada vez que se sube a un escenario. «Es un topicazo pero es así. Si no sientes desasosiego antes de actuar, es mejor que lo dejes. Cada concierto es un reto. Es cierto que tocas siempre las mismas 20 canciones pero el público es distinto cada vez y eso te salva», reflexiona.
Los Mutantes terminaron en noviembre una gira que les ha llevado por toda España durante año y medio. Ahora preparan su noveno disco y «algo especial» para su vigésimo aniversario. Nani anda en más cosas. Mientras prepara su segunda aventura editorial, mima el impacto de la primera ('Mutante, por la gracia de Dios' , Ed. Chelsea), que le ha proporcionado muchas alegrías. «Nunca había disfrutado de un éxito personal y quiero seguir escribiendo porque me hace muy feliz. He trabajado mucho y es un reto emocionante», concluye.
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