«Me dispararon y supe que tenía que salir de la calle»

JOSÉ M. ORTUÑO

Martes, 12 de enero 2016, 01:56

Jóvenes en busca de un futuro mejor aunque sea lejos de su país. A priori, parece la situación en la que se encuentran cientos de ... españoles pero en este caso no es así. Present nació en una pequeña población nigeriana, próxima a Lagos (la capital). Junto a un grupo de amigos decidió hacer las maletas. Les aseguraban que en España esperaba un trabajo digno y un sueldo con el que poder sacar a su familia de la pobreza.

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El camino resultó largo y excesivamente complicado, pero en estos instantes, vuelve a sonreír. Además, fue caro. Entre unas circunstancias y otras, para recorrer los cerca de 6.000 kilómetros que hay desde su casa hasta el litoral de Marruecos tuvo que desembolsar más de 2.000 euros. Con mafias que los extorsionaban y el desierto del Sahara por el medio. «La única que llegué con vida de todos los que salimos, fui yo», lamenta.

En cada frontera, la mafia que los «invitó» a viajar con ellos, les cobraba un peaje. «Suelen estar compinchadas con los Gobierno», asegura Present (un nombre ficticio, ya que teme que la reconozcan y sufrir las consecuencias). Primero cruzaron a Níger para llegar hasta Mali. «Todo ello sin prácticamente agua ni comida», resalta. Posteriormente cruzó Argelia y alcanzó Marruecos. No podía imaginar que todavía quedaba los más duro. «Cuando salí de Nigeria, con 24 años, jamás pude imaginar que iba a ser así», reconoce.

Marruecos iba a significar un cambio drástico en su vida. Hubo experiencias muy negativas, pero también algo positivo, aquello que le permite luchar y reír cada día: su hijo. «No tiene nada que ver con este mundo. Allí no hay libertades, nos pasábamos el día encerradas en una casa donde limpiábamos y trabajábamos para los hombres». Además, las palizas y los abusos de todo tipo eran habituales. Muchas quedan embarazadas, pero no pueden decirlo porque el bebé obtendría la nacionalidad marroquí y no podrían sacarlo del país. «Sufrí más que en las calles de España».

El padre de su hijo, también nigeriano, la «obligó» a venir a España. «Así no nos tenía por allí y podía estar con otras». Una patera repleta de gente fue el vehículo con el que Present cruzó el Mediterráneo. De inmediato fue hasta Madrid. Y de la capital, con ayuda de su hermana (que reside en Italia), pudo viajar hasta el Sur de España y pagar el alquiler de una habitación. Sin embargo, faltaba lo más difícil. Trabajar para «dar de comer a mi hijo».

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Ya aquí se encontró con otras compatriotas que le dijeron que el mejor modo de ganarse la vida era prostituyéndose. No lo veía con buenos ojos, pero tampoco tenía alternativa. Salía cada día para que a su pequeño, que cada vez era más mayor, no le faltara de nada. «Algunas chicas me dijeron que si dejaba de trabajar me quitarían a mi hijo y no podía permitirlo». Poco a poco, el Proyecto Jere-Jere de Cáritas, se fue acercando a Present y convenciéndola de que no iba a perder al niño por dejar la calle. Le costó asimilarlo, pero hubo un episodio que cambió su rumbo.

«Vinieron a atacarme. Yo estaba muy asustada, no sabía que ocurría, ni lo que me podía pasar. Cuando me di cuenta, uno sacó una pistola y me disparó en el estómago. Fueron momentos de mucho miedo y angustia», describe la nigeriana.

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Por fortuna, el arma con la que fue agredida era de balines y pudo recuperarse tras pasar por el hospital, pero decidió coger la mano de Cáritas y salir de la prostitución. Desde entonces, ha hecho diferentes cursos. Aprendió restauración durante tres años, también a limpiar, cocinar y cuidar a mayores y niños. Y esto le ha permitido obtener el permiso de residencia, ya que una mujer a la que asiste le hizo un contrato de trabajo.

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