«Niña, ¿pero tú has visto alguna vez un muerto?»
Emilia Lachica López, jefa de clínica forense en el Instituto de Medicina Legal, recuerda los prejuicios del secretario del juzgado cordobés donde realizó su primera autopsia
Manuel Pedreira
Domingo, 6 de diciembre 2015, 01:44
Emilia Lachica López se conoce todos los tópicos de su oficio y enseguida salta con el primero: «El forense con una bata blanca salpicada de ... sangre y comiéndose un bocadillo». La imagen acude enseguida a la mente y desplaza a otra más jocosa que figuraba en los diálogos del inmortal Miguel Gila: «Entonces llamamos al forense, que ni era médico ni nada, pero como tenía un Ford le llamábamos así».
Emilia trabaja como forense en el Instituto de Medicina Legal de Granada (IML) pero, aunque también ha practicado muchas autopsias, su ocupación principal es la clínica forense. Por sus manos pasan los vivos, las personas que se ven envueltos en algún procedimiento judicial con implicaciones médicas.
En otras palabras, Emilia ayuda a jueces y tribunales a resolver las dudas de tipo médico o biológico que surgen en cualquier procedimiento legal. Desde examinar a un lesionado tras una pelea o un accidente de tráfico a dictaminar si un compañero médico ha actuado de manera responsable, la labor de un forense es tan compleja como variopinta y exige unos conocimientos clínicos muy variados.
Este carácter integrador de la disciplina forense fue una de las razones de que Emilia la escogiese entre otras especialidades médicas. Eso sí, el primer paso de su carrera como forense lo dio... en un funeral. «Acudí al sepelio de un amigo de mis padres al que no conocía y allí coincidí con el catedrático de Medicina Legal Enrique Villanueva. Yo estaba en sexto de carrera y me preguntó por mis preferencias para el futuro. Como no me veía con una idea muy clara me propuso que profundizara en la medicina legal y así empezó todo», relata Emilia.
Empezó a investigar con los huesos del cementerio y se preparó unas oposiciones que sacó a la primera. Con 24 añitos ya era una médico forense y fue entonces cuando llegó su primera autopsia. Estaba destinada en un juzgado de Priego de Córdoba y su cara de niña casaba tan poco con la imagen truculenta que el tópico le otorga a los forenses que el secretario de aquel juzgado no dudó en hacerle una pregunta crucial: «Pero niña, ¿tú has visto alguna vez a un muerto?». Tanta desconfianza suscitó en aquel secretario la juventud de Emilia que cuando tocó esa primera autopsia, un ahorcado, le conminó a un funcionario que la acompañara «por si me asustaba», evoca con cierta hilaridad, aunque admite que la noche anterior tuvo pesadillas.
Un maletín sin afilar
De aquella primera autopsia recuerda también la escasez de medios del juzgado. «Nunca había habido un forense y el maletín de las autopsias estaba de aquella manera. Tuve que mandarlo para que me lo afilaran todo», relata.
Aquella etapa duró seis meses porque pronto su inquietud la llevó a la labor académica y a concurrir con éxito a unas oposiciones para profesor titular en la Universidad de Córdoba. «Era un departamento sin catedrático ni profesorado y fue una etapa bonita porque hubo que ponerlo todo en marcha», rememora.
Tras 15 años como docente, pidió una nueva excedencia y regresó al trabajo de forense en el IML de su Granada natal, donde acaba de cumplir una década «encantada resalta porque disponemos de una instalaciones magníficas y el trabajo en equipo es muy enriquecedor».
Emilia distingue entre los sentimientos que le suscita una autopsia a la experiencia de un levantamiento de cadáver. «Muchas veces ves al muerto en su ambiente o con sus familiares cerca y es mucho más duro», confiesa. También repara en las veces que le ha tocado trabajar sobre el cadáver de un niño o un recién nacido, un trance al que resulta «imposible» acostumbrarse. La labor de los forenses se ha beneficiado mucho de las mejoras en los medios y recursos. «Cuando me fui a la universidad pensé que no volvería y ahora estoy muy contenta», apunta.
Emilia insiste en desmontar los tópicos que se asocian a su trabajo y aunque propone la consulta como escenario de la foto que ilustra esta página, al final accede al interés periodístico y se dejar retratar junto a una mesa de autopsias. La entrevista está casi completa. Solo falta saber la marca de su coche.
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