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Carta abierta a todos los Adrianes Capilla: Gracias y lo sentimos

Carta abierta a todos los Adrianes Capilla: Gracias y lo sentimos

A todos los que, como él, saltaríais sin pensarlo para salvarnos a cualquiera: tenemos algo que deciros

josé e. cabrero

Martes, 29 de septiembre 2015, 17:12

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Os escribo a todos vosotros, Adrianes Capilla. A todos, al mismo tiempo, porque sé que no guardáis ningún afán de protagonismo. Porque hacéis de la humildad vuestra bandera. Y porque tenéis los santos redaños de responder al periodista que no creéis en supermanes. Vosotros, felices incrédulos que, sin embargo, inspiráis todo lo contrario. En fin. Espero que nos perdonéis, al final de este texto, pero tenemos algo que deciros que os va a molestar. Supongo que lo mejor será empezar por el principio:

Gracias.

Tengo la página del periódico aquí, a mi lado, y no dejo de emocionarme al leer las frases: "La salvé pero apenas me quedaban fuerzas". "Mi obsesión era salvarla como fuera porque la vida merece la pena aprovecharla al máximo". "Mi sueño ahora es acabar la carrera y trabajar de psicólogo con menores conflictivos".

Adrián Capilla es uno y son muchos al mismo tiempo. Es el joven de 22 años que, aún a riesgo de poner su propia vida en peligro, se tiró al río Genil para rescatar a una mujer de una muerte segura. Y lo cuenta mostrando fragilidad, inteligencia y vocación. Intento imaginar qué hubiéramos hecho usted y yo de vernos en una situación parecida. ¿Saltar? ¿Gritar? ¿Mirar?

Gracias. Gracias a ti y a todos los Adrianes Capilla que como tú inspiráis a los que no lo somos. Hay algo en tu salto de fe que va más allá del hecho milagroso de salvar una vida. Es la ola, la reacción en cadena, el 'click' que se activa en lo profundo de todo el que lee la historia y descubre que, detrás de ese momento de valor desmesurado, hay un prólogo coherente, consistente y perdurable. Porque eso es lo que pasa cuando conoces a un Adrián Capilla: algo invisible te dice que lo hubieran hecho antes y que volverían a hacerlo las veces que hagan falta. Por usted y por mí. Por cualquiera, sin miramientos. Eso, claro, va en la educación que ha recibido. Pero también se lleva dentro. Es un poder innato.

Los Adrianes Capilla son miembros de una suerte de Club de la Lucha. Personas que, desde la bondad más pura, optan por relegar su nombre a un segundo plano para ensalzar a otros. Personas con la esperanza de que sus nombres se conviertan en identidades secretas de seres silenciosos que se sonrojan cuando les aplauden. Y, por eso, desde la más sincera admiración:

Lo siento.

Lo siento yo y lo sentimos todos. Sentimos que no todos podamos ser como vosotros, Adrianes Capilla, dispuestos a saltar sin pensar en la ovación, en el premio, en la hazaña recompensada. Y sé, como os decía, que no os gusta reclamar el protagonismo. Que os molesta la fotografía. Y que huís a toda costa de la palabra que se os debe. Espero que me perdonéis, a mí y a todos, porque sé que preferís pasar desapercibidos. Pero valga esta carta para dar las gracias por la inspiración, aplaudir vuestro valor y otorgaros el nombre que os merecéis, por mucho que os joda:

Sois unos héroes.

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