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El mirador del Carril de la Lona se compone exactamente de una placa que está quemada y que presenta un estado deplorable. Las vistas, son espectaculares.
Espejos del alma rota de Granada

Espejos del alma rota de Granada

La totalidad de los rótulos de los miradores de la ciudad están rotos, quemados, pintados, sucios y descuidados

Javier F. Barrera

Sábado, 5 de septiembre 2015, 00:36

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Hay veces que el tiro sale por la culata y explota en la cara para reflejar el alma rota de una ciudad. Es el caso del inteligente plan de miradores que comenzó a desarrollarse hace ya cinco años -fue presentado en el mes de noviembre del año 2010- y que hoy en día se extiende por el Albaicín y el Sacromonte para ofrecer unos recorridos por los barrios Patrimonio de la Humanidad que culminan en unas atalayas desde las que contemplar las mejores vistas de la ciudad.

El problema es que muchos de estos miradores -algunos se construyeron a propósito y en otros casos simplemente se aprovechó la ubicación- se encuentran gravemente deteriorados y en perfecto estado de... degradación. Las placas informativas que describen lo que el visitante puede ver desde el mirador están sucias, pintarrajeadas, con pegatinas o con los restos adhesivos, manchadas e, incluso, quemadas.

El impacto es, lógicamente, contraproducente. Los miradores y los itinerarios creados para que los turistas paseen la ciudad y contemplen las mejores vistas desde estos privilegiados balcones producen el efecto contrario al encontrarse con despojos de botellones nocturnos que se traducen en todo tipo de litronas tiradas por el suelo, bolsas de plástico, restos de productos alimenticios para picar, cajetillas de tabaco y las papeleras y contenedores llenos. Por supuesto, los pies de las peanas que soportan las placas están en su mayoría completamente pintarrajeados y en algunos casos el entorno está también lleno de grafitis.

El proyecto nació en su día de la colaboración entre la Agencia Albaicín del Ayuntamiento de Granada y el Patronato de la Alhambra. Según las directrices contempladas, este programa está basado «en la tutela, intervención y puesta en valor de una red de miradores que permita comprender la pluralidad de facetas que reúnen los paisajes de Granada en relación a las propias vivencias y sensaciones del público».

La iniciativa «sigue el rastro del interés que suscitan los hitos patrimoniales de la ciudad en los viajeros a lo largo del tiempo y plantea el redescubrimiento de los puntos de observación relacionados con ellos, añadiendo otras imágenes que se han perfilado durante las últimas décadas y que son fruto de la evolución de cada lugar». Para la realización de esta experiencia se contó con las aportaciones económicas del Patronato de la Alhambra y el Generalife y las ayudas del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a los Bienes Declarados del Patrimonio Mundial conseguida por la Agencia Albaicín Granada en las convocatorias de 2010 y 2011.

El recorrido a día de hoy

Se puede empezar por el Sacromonte. El recorrido por la Vereda de Enmedio ofrece unas vistas de la Alhambra fastuosas. En el primer mirador hay una fuente y un banco donde las fotografías son obligadas. La placa está deteriorada. Se sigue esta vereda y se llega al mirador de Mario Maya, en el que la placa tiene su base en mal estado y la superficie también está sucia.

Si se salta del Sacromonte al Albaicín se llega al mirador de San Cristóbal, uno de los más visitados. Se encuentra muy limpio y en muy buen estado, pero el letrero metálico presenta un estado más que deficiente.

Hay que adentrarse entonces en el laberinto del Albaicín pero, antes, se puede llegar hasta el Carril de San Miguel Alto, bajo la zona donde se encuentran las polémicas cuevas. El mirador está en un estado lamentable. Una de las mejores vistas de Granada con la Alhambra, el Albaicín y Sierra Nevada a distancia de tiro de piedra se encuentra con pintadas, todo tipo de basura y un perímetro de suciedad que, además, con el calor del verano, hace que la atmósfera cuente con un olor repugnante. Dentro del laberinto albaicinero, la placa de la plaza Nevot, la del Carril de la Lona o la de la calle Zenete, están ilegibles.

Queda el barrio de La Churra, con su coqueto y resguardado mirador, también desangelado, sucio y lleno de pintadas.

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