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Juan Ramón Olmos
Lunes, 25 de agosto 2014, 01:08
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En julio de 1987, el asunto llegaba a protagonizar las portadas de los periódicos. La huelga del personal de mantenimiento dejaba sin funcionar las 690 cabinas telefónicas de la provincia de Granada. Se hacían cálculos sobre los perjuicios económicos que esta acción suponía mientras se multiplicaban las quejas de los ciudadanos. Un escenario que a buen seguro no se repetiría hoy si se repitiese una medida así.
El paso de los años y la evolución de las tecnologías de la comunicación han ido convirtiendo a las cabinas telefónicas en un elemento invisible de nuestras calles. No es que hayan desaparecido, pero están camino de ello. Para que se hagan una idea: en noviembre del año 2000, había 567 terminales en el término municipal de Granada. Casi 14 años después, quedan 209. Se han eliminado 358. A un ritmo de 25 al año, es decir casi dos cabinas 'borradas' al mes.
A nadie se le escapa que estos elementos propios del paisaje urbano de las últimas décadas ya no son rentables. Así que muchos se preguntan por el motivo por el que siguen existiendo. La realidad es que las cabinas siguen teniendo un interés público. Aunque ese interés tiene una fecha marcada en rojo: el 31 de diciembre de 2016. Será entonces cuando Telefónica quede 'liberada' del compromiso marcado por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo de seguir garantizado la oferta de cabinas telefónicas.
La normativa actual establece que debe haber un teléfono público de pago y uno más por cada 3.000 habitantes en cada municipio de 1.000 o más habitantes, y también debe haber una terminal de pago en cada uno de los municipios de menos de 1.000 habitantes en los que esté justificado en base a los criterios de oferta mínima. Además, corresponde a cada ayuntamiento reclamar a Telefónica las modificaciones que sean necesarias para cumplir con los criterios de la oferta mínima, incluyendo la nueva instalación de terminales o los cambios de ubicación.
Eso es ahora. Dentro de dos años, habrá que analizar si tiene sentido mantener unas cabinas de teléfono que, en cualquier caso, ya empezaron a 'evolucionar'. De hecho, hoy en día ya ofrecen la posibilidad de recargar móviles o de enviar sms, fax o emails. Como posible solución de 'reciclaje', de cara al futuro ya esbozaron una en Nueva York que parece bastante razonable: transformarlas para convertirlas en puntos públicos que garanticen una conexión wifi gratuita. Quizá la alianza con las tecnologías que las han ido arrinconando puede ser la clave para su supervivencia.
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