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JAVIER F. BARRERA
Jueves, 20 de marzo 2014, 15:22
Los moradores, simpatizantes, amigos, compañeros, curiosos, vecinos y turistas pasan la mañana al sol de esta incipiente primavera mientras contemplan la destrucción de varias de las cuevas. Muchos de ellos son jóvenes que parlan inglés, francés, euskera y castellano, que acaban de ser desalojados.
Aqui abajo del cerro, desde el que se contempla quizá la más maravillosa vista de la Alhambra, el Albaicín y la ciudad, toda esta conjunción de personajes se arremolina y da la espalda a la postal maravillosa. La noticia, el foco de atención está al otro lado.
En efecto, entre las lomas suaves horadadas por cuevas, cerro arriba, como animales salvajes metálicos de película de moda, las excavadoras rompen la quietud del lugar y echan abajo las cuevas que son consideradas ilegales.
Mientras, abajo, los moradores están tristes. La palabra, mejor, es indignados. Entre chistes, sarcasmos, soflamas e insultos, proponen organizarse para hacer algo. Conocedores del lugar, quieren sortear el cerco policial de alguna manera. "Saltar la muralla por la cueva del Bote", se medio escucha.
Una chica habla en francés. Cuenta que a las cinco de la mañana -se había dicho que el desalojo empezó a las seis de la madrugada-, con las luces del alba, "apareció toda la Policía del mundo". "Nos han dicho que tranquilidad, que no pasa nada. Pero con los cascos, los chalecos, las protecciones, nos ha dado miedo". "Nos han desalojado", dicen.
(Izquieda Unida califica de "terrorismo del ladrillo" el desalojo de las cuevas)
El cerco policial es robusto. Implacable. Cada punto de acceso al Cerro de San Miguel en cualquiera de los puntos de su perímetro cuenta con Policía Municipal vestida para la ocasión, es decir, con toda la parafernalia antidisturbios que consta de cascos, protecciones y escudos. Completamente disuasorios, pero también corteses. Educados. La pelea es otra.
Sigue llegando peña. Dicen de todo. Denominador común: la indignación. Dicen que "hoy es el día internacional del desalojo". La indignación no cede, uno se sube al poyete del mirador y grita a la ciudad: "Derriban tu cueva. Todo se va a la mierda". El sol va llegando a su mediodía. Uno le responde desde San Nicolás. Pide que grite el Sacromonte. Todos gritan. Tam Tam en las cuevas. El sol se hace paso entre la temporada de lluvias pero hoy no va a quedarse en el cerro. Las cuevas de San Miguel se quedan sin primavera.
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