Nueva 'vida' para San Juan de Dios
La basílica abre al culto tras las obras de rehabilitación de suelos y estructuras
JUAN ENRIQUE GÓMEZ
Miércoles, 11 de septiembre 2013, 20:56
«Había personas que no podían contener las lágrimas al entrar en la basílica, impresionados, asombrados por la luz y el color». Son las palabras ... del prior de la Orden de San Juan de Dios en Granada, fray Juan José Hernández, para quien la reapertura al culto y a las visitas turísticas de la basílica supone el fin de una larga etapa de negociaciones, proyectos, trabajos y esfuerzo para evitar que continuase el deterioro del templo, considerado como el máximo exponente del barroco español. El domingo, centenares de personas pudieron comprobar que la basílica iniciaba una nueva vida tras cinco siglos desde su construcción.
La puertas han estado cerradas desde el pasado mes de junio hasta el domingo 8 de septiembre. Tres meses de intensos trabajos en los que las estructuras del templo han experimentado su más profunda transformación. «Hace ya unos años que era imprescindible solucionar los problemas de humedades que habían provocado un grave deterioro en suelos, frisos y paredes», indica Juan José Hernández, quien muestra como ahora las manchas han desaparecido e incluso que la totalidad de la solería ha sido sustituida. «Hemos puesto mármol de Sierra Elvira, con los colores originales, gris y blanco, y no los que tenía, blanco y negro. Además, igual que cuando se construyó, los materiales proceden de canteras granadinas». Los suelos que hasta ahora tenía la iglesia fueron instalados en 1920 y no eran los originales, con lo que el templo recupera su imagen primitiva.
El paso de la acequia de San Jerónimo, ya cegada, por la calle San Juan de Dios, provocaba filtraciones cada vez que había una subida de nivel en la capa freática del subsuelo, por lo que el agua pasaba sin problemas hacia las estructuras del inmueble. «Hemos encontrado grandes bolsas de agua, como bañeras, debajo del suelo». Para poder solucionarlo hubo que levantar el pavimento por completo e incluso suspender sobre hierros el pórtico de entrada de la iglesia de madera tallada, y excavar un metro y medio desde el suelo para poder introducir los encofrados y consolidar la estructura. «Era impresionante ver la iglesia con una enorme excavación, con paredes y capillas casi suspendidas en el aire. Ha sido una obra técnicamente compleja que los arquitectos Ángel Oliveras y Enrique Sánchez han llevado de maravilla».
La iglesia cuenta ahora con una zanja que rodea el templo por completo y se introduce en el subsuelo. Es un sistema diseñado para dar salida a la humedad y evitar que el agua llegue a condensarse. Junto a esta zanja se ha aprovechado para introducir los sistemas eléctricos y técnicos que necesita la basílica.
Cuando la luz se enciende y los focos iluminan suavemente el retablo mayor, las nuevas estructuras, los suelos, aportan una imagen de mayor calidez y de seguridad. Pero no todo está hecho, quedan obras por delante. «Tenemos que restaurar los mármoles de los frisos laterales que estaban muy afectados por las humedades. Esos arreglos los acometeremos pronto. No se necesitará cerrar el templo», dice fray Juan José, que recuerda que ya se habían restaurado otros espacios y que aún quedan las dos capillas grandes laterales, el coro y las bóvedas. «Lo haremos cuando tengamos el dinero necesario».
Bajo el suelo del templo se ha recuperado una vieja cripta que nunca se ha usado y que fue construida para albergar los restos de los hermanos y de los caballeros de la Orden. «A partir de ahora ese espacio está en perfecto estado, de mármol y con todas sus estructuras libres de la humedad».
Los primeros hermanos
La mejora de la seguridad, estabilidad e imagen del templo no han sido las únicas que traído las obras. «Hemos encontrado el paradero de los restos óseos de los primeros hermanos de la Orden que se encontraban desaparecidos desde hace décadas». Al realizar la excavación, en una zona situada junto al retablo mayor, hallaron un gran osario. Eran los restos de los hermanos. Habían sido desplazados desde su ubicación original, en la tumba-cripta que se encuentra frente al altar, y nunca se había podido comprobar que estaban allí.
Frente al altar mayor se ubica la tumba del impulsor de la basílica, fray Alonso de Jesús, que concibió un templo que fue construido entre 1737 y 1759. Originariamente, bajo su lápida, había tres compartimentos, dos de ellos para los hermanos, y el del centro para el fundador. Posteriormente se redujo a dos espacios, que es como se ha dejado ahora. En las paredes de la tumba estaban escritos los nombres de los frailes que habían sido enterrados allí, pero los restos habían desaparecido.
Tras el hallazgo se han realizado estudios arqueológicos para comprobar la procedencia de los restos y se decidió mantenerlos en el mismo lugar donde se habían encontrado, pero enterrados. «No están en una cámara mortuoria, sino en tierra, tal y como nos indicó la arqueóloga, ya que el parecer es la mejor forma de conservarlos», dice el padre prior, para quien el hallazgo supone una gran alegría. «Era encontrar a nuestros hermanos». Una pequeña lápida de mármol blanco, situada en el pasillo que comunica el templo con la sacristía, indica el lugar donde ahora reposan. Son restos de 160 hermanos de San Juan de Dios, fallecidos entre 1558 y 1832.
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