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Cintia, en su casa junto a su perro, 'Roky', del que dice que es «el pequeño de la casa». :: CHAPA
VECINOS DE LA INMIGRACIÓN | CINTIA LOSADA

«Aquí, mis hijos pueden salir a jugar a la calle»

Ha hecho su vida junto a su marido en el Poniente, donde tienen casa «con una hipoteca, como todos»

CARLOS MOLINA

Domingo, 11 de agosto 2013, 02:04

Huétor Tájar cuenta con una comunidad de bolivianos y ecuatorianos muy numerosa. El trabajo en la agricultura ha sido el principal sustento para muchas familias que dejaban sus países buscando una vida mejor. Es el caso de Cintia Losada De Moro, una boliviana de 38 años nacida en Cochabamba que no tuvo más remedio que salir de su país para mantener una familia con 3 hijos.

Acostumbrada a trabajar desde que tan solo tenía 13 años para ayudar a su madre, que tuvo 7 hijos, Cintia es una luchadora nata. A pesar de muchos trabajos de sirvienta en su país, donde no tenía ni un día de descanso, tuvo una relación, se casó y formó una familia. La situación de la joven pareja fue a peor y apenas podía mantener a sus vástagos. Finalmente, y tras ahorrar para poder viajar de turista, su marido, Rimer Moro, llegó a Huétor Tájar. El hecho de tener familiares que ya se habían establecido en el municipio ayudó a que Rimer encontrara trabajo en un taller de hierros.

La separación de la pareja durante todo un año fue muy dura para Cintia, que recibía dinero de su marido para mantener a la familia. Tras ahorrar más de 6.000 euros, ella viajó con sus tres hijos, un niño con 7 años otra niña con 5 y el menor de 2 años, a reunirse con su esposo en la localidad del Poniente. Desde entonces son ya 11 años los que llevan viviendo en tierras hueteñas, sintiéndose como unos vecinos más.

La vida no le ha ido nada mal en su nuevo destino y es por ello que Cintia no echa nada de menos de Bolivia. «Aquí trabajo mucho pero vivo mejor que en mi país», afirma sin olvidarse que solo se acuerda de sus familiares. Recientemente falleció su padre y su madre se encuentra enferma, algo que llena de pena a Cintia, que lleva sin ver a sus seres queridos desde que abandono su país. «Como todos, tengo mi trampa de la hipoteca y no me puedo permitir viajar», comenta con tristeza la boliviana reconociéndose, como muchos otros, atrapada por la adquisición de su vivienda. Su ilusión era asentarse de esa manera en el municipio y para ello trabajan.

La familia vive en una remodelada casa que han acondicionado con sus propias manos. La decoración fue realizada por ellos mismos, con coloridas flores en las paredes del hogar. Cintia muestra con orgullo su vivienda, sabedora del esfuerzo que les está costando conseguir mantenerla. El hogar queda completo con su mascota, un pequeño perro llamado 'Roky'. «Es el pequeño del hogar», detalla Cintia en referencia al chucho.

De su nueva vida, la boliviana destaca la tranquilidad con la que se vive en la localidad. «Aquí puedo dejar a mis hijos jugar en la calle, algo que en Bolivia era imposible por la inseguridad», comenta. También afirma que los hueteños son acogedores y amables. «Nunca he tenido rechazo por parte de nadie, al contrario he sido muy querida por mis vecinos», dice la boliviana, destacando que para ella su vecina ha sido como una madre. «Mis hijos han sido muy queridos, se puede decir que han tenido aquí una abuela y un abuelo», comenta muy orgullosa Cintia. Quizás por ello, afirma que sus hijos son ya más hueteños que bolivianos. «Ellos ya no se acuerdan de la vida allí, desde pequeños se han integrado muy bien», destaca.

En cuanto a las actividades que desarrolla en el pueblo, Cintia es una mujer muy participativa. Siempre dispuesta a ayudar en la programación del municipio, recientemente ha participado en una muestra de comidas tradicionales de diferentes países, representando obviamente a Bolivia. Aunque eso no signifique que eche de menos la gastronomía de su país, ya que ama la comida española mostrando su predilección por la paella. «Aunque allí también se hace, no es lo mismo; aquí lleva marisco, que no tenemos en Bolivia», reconoce. Y añade que el jamón es otro de sus productos favoritos.

Cinta es una amante de la naturaleza y por ello no deja de pasear por los alrededores de Huétor Tájar. También le gusta acudir al cercano pantano de los Bermejales a relajarse y en cuanto puede no pierde la ocasión de ir a la playa. Bien cierto es que su trabajo como cuidadora de una mujer anciana de forma interna le impide desarrollar muchas de sus pasiones. Ahora su marido lleva un año en el paro y la situación hace que Cintia se esfuerce en aportar el sustento económico a su hogar. «Lo estamos pasando mal, como todos», reflexiona Cintia sin perder la sonrisa, ya que aprecia la vida que lleva en estos momentos en relación al sin vivir de su país.

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«Aquí, mis hijos pueden salir a jugar a la calle»