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Domingo, 19 de febrero 2012, 01:45
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La semana comenzaba con el fallecimiento de un ciudadano británico durante un incendio. No era el único fuego que se declaraba esta semana. Mientras, en varios centros educativos, como el colegio Luis Rosales, sufrían los problemas de la falta de calefacción. En Monachil se sentía un seísmo este miércoles, sin daños materiales ni heridos.
LUNES:
Un hombre británico de 30 años fallecía este lunes en un incendio originado en la octava planta de un bloque de pisos de la Avenida de América en el barrio del Zaidín de la capital. Según han informado fuentes municipales y policía local, se baraja la inhalación de monóxido de carbono como causa de su fallecimiento.
MARTES:
El colegio Luis Rosales del centro de la ciudad ha estado bajo cero todo un mes porque su sistema de calor se ha ido descomponiendo por partes.
MIÉRCOLES:
Un seísmo de 2,3 grados de magnitud y epicentro en el suroeste de Monachil se sintió el miércoles pasado en ése y otros municipios de la provincia de Granada como La Zubia y Ogíjares.
JUEVES:
Lanjarón ha vivido en los últimos días en vilo por los cuatro incendios provocados en varias viviendas de miembros del Partido Popular de la localidad. Los tres primeros sucesos ocurrieron en la madrugada del 8 de febrero, cuando la detenida, presuntamente, prendió fuego a las cortinas de las puertas del concejal de Urbanismo y Obras Públicas, Armando Cuesta, y de la técnica de la concejalía de Bienestar Social, María del Carmen Quiles. Además, esa misma noche hubo un conato de incendio en la casa colindante a esta última, pero fue apagado por la presunta autora, al parecer porque se confundió de vivienda en un principio. Unos días después, concretamente en la madrugada del día 14, los vecinos tuvieron que sofocar un nuevo incendio tanto en la vivienda como en el coche de otro trabajador del consistorio.
VIERNES:
Agentes de la Policía Nacional intervinieron 3.000 pastillas de éxtasis que iban a ser distribuidas en discotecas de Granada donde se organizaban fiestas tipo "rave". Llevaban impresas en una de sus caras el logo de "Versace" como símbolo de calidad, para hacerlas más atractivas y demandadas entre los consumidores de este tipo de droga.
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