Jorge Cabrerizo parodia la 'guerra' de Huéscar contra Dinamarca

Aunque este es su cuarto libro, es la primera novela que escribió, hace ahora seis años. Pero los libros se editan cuando ellos quieren y no cuando quiere su autor, por eso lo ha hecho este año en que se celebra el bicentenario de aquella curiosa declaración de guerra. «En su momento yo sólo pretendía ficcionar una anécdota histórica que, cuando la conocí, me pareció digna de una película de Berlanga: un pueblo minúsculo que declaró la guerra a todo un país como Dinamarca. Aunque esta 'quijotada' no carece de cierta lógica una vez que se saben las motivaciones que tuvieron los oscenses para hacerlo. Más adelante, en el proceso de escritura, la historia me sirvió de excusa para indagar acerca del sentido que solemos dar a la palabra 'héroe', en demasiadas ocasiones sinónimo de conceptos contrapuestos como 'verdugo' y 'víctima'».

En la novela, Ángel Ganivet narra la historia a un Benito Pérez Galdós que ya había tomado la decisión de no escribir ni un solo Episodio Nacional más, concluidos los 20 primeros. Más tarde se desdeciría y continuaría con otra serie, pero por aquel entonces (1892) no quería continuar narrando 'heroicidades patrias'. Ganivet trata de convencerle para que plasme en papel esta historieta, pero la pretensión del granadino no carece de retranca y de ironía. «Al final, la historia de la declaración de guerra contra Dinamarca no es más que una sátira de lo que suponen las guerras: al caricaturizarlas narrando con énfasis la exagerada pretensión bélica de Huéscar quedan en evidencia las motivaciones de todo conflicto».

Gente de Huéscar

Aunque los verdaderos protagonistas de la historia, según señala Cabrerizo, son los habitantes de Huéscar, «a los que en 1809 les vino grande la chulada aquella de declarar la guerra a Dinamarca, igual que también les vino grande la invasión francesa, y ahí está el contrapunto dramático de mi novela: las guerras y las heroicidades son muy monas cuando son de mentirijillas, echando la vista atrás y enarbolando estandartes con marchas militares y poses aguerridas, pero cuando son realidad tangible se reducen a un drama asqueroso, inhumano y brutal, al que no cabe buscarle excusa alguna».

La mayoría de los personajes que aparecen en la novela están basados directamente en gentes del pueblo de Huéscar, aunque convenientemente disfrazados. «Basarse en la gente que nos rodea hoy en día es el mejor método, el más honrado, para construir a un personaje del pasado. No creo que las personas del siglo XXI distemos mucho, humanamente, de las de comienzos del XIX. A veces pienso que tal vez la única diferencia entre unos y otros sea la posición del palito en el número del siglo».

Para Jorge Cabrerizo, «la Historia con mayúsculas la escriben los historiadores, a posteriori y con la anuencia de los vencedores políticos, ideológicos o lo que sea, pero todos movidos por intereses económicos y vencedores a fin de cuentas. Pero la historia con minúscula es la que escribimos los novelistas, en tiempo real, y es la que verdaderamente me interesa. Esta historia es reflejo de la vida, al fin y al cabo». El autor de 'Episodio Nacional 21' recuerda perfectamente el día que comprendió dónde está la frontera de la Historia e historia, y en qué lado estaba él. «Una buena amiga mía que acababa de ser madre, viéndome atribulado por no recuerdo qué conflicto que estaba machaconamente en la tele a todas horas -Irak o el terrorismo islamista, me parece- me consoló sabiamente diciéndome: 'Cuando tengas una casa que administrar y unos hijos que criar ya verás cómo tu principal quebradero de cabeza será decidir lo que vas a guisar mañana'. Ahora bien, el drama sucede cuando dicha frontera se diluye y estas preocupaciones minúsculas, de diario, revientan por los aires en aras de tales o cuales ideales o intereses: esa es la madre del problema».

«Esta, en el fondo, es la reflexión que hago con mi novela. Una reflexión poco espectacular tal vez y muy desmitificadora, pero es mi 'perversa' aportación a la actual novela histórica como género, que, a mi entender, adolece de demasiados efectos especiales», asegura Jorge Cabrerizo.